A la Primera Persona

miércoles, 30 de julio de 2008

40. Hablemos del Caos (10º Parte)

martes, 29 de julio de 2008

Esa tarde tuve que volver a mi trabajo para cubrir horas extras.

Cuando le conté a Ana la charla con Lucas, ella mencionó que le daba ternura los esfuerzos que él intentaba hacer para volver a agradarme, y que no era necesario que yo fuera tan cruel.

Ciertamnete, Ana tenía esa manía de convencerme de que volviera a hacer cosas que yo ya no quería, pero por un lado sentía que tenía razón. Así que cuando me fui de su casa al trabajo de Tobías, me encontré con Lucas allí también.

- Mañana tengo que ir al trabajo pura y exclusivamente a abrirle la puerta a un albañil que tiene que terminar de arreglar el local - me contó, en forma cansada. - Así que te quería pedir, y sé que me vas a decir que no, una de tus series para ver. Por lo menos por media mañana. Yo te la devolveré con todo el cuidado del mundo.

- ¿Sabes cuál seríe te puedes llevar? - pregunté. - Sex and the City. Así entiendes de qué se trata la película cuando viajemos a verla.

Lucas se quedó en silencio un segundo, sin levantar la vista, sorprendido por mi nueva invitación. Sonrío y no dijo nada más.

En ese momento llegó Tobías, quien tenía un segundo para dedicarnos a nosotros y, de paso, fumarse un cigarrillo.

- Tobías, este fin de semana, si y sólo sí no hay nada que hacer, vamos a salir con mi ex y sus amigas, ¿sabes? - le invitó Lucas a su amigo.

La invitación no volvió hacia mí.

Aquello era un chiste. Di el brazo a torcer por un estúpido que lo único que hizo fue volver a cometer el error que nos llevó hasta allí.

Me pregunté por qué Lucas era tan descerebrado, o si tal vez recibió golpes en la cabeza de chiquito, o si los padres en la separación de bienes decidieron quedarse con medio cerebro de él, cada uno.

De todo esto ya hace más de un mes, pero al recordarlo todavía siento un dejo de rabia. Aún el sentimiento está latente.

Pero en la actualidad, Lucas ya no pertenece a mi vida. Es una pena. Por él, claro.

39. Hablemos del Caos (9º Parte)

Finalmente fue cuatro días más tarde, mucho más del tiempo que Lucas y yo estábamos acostumbrados a no vernos, que tuve la voluntad suficiente como para tenerlo enfrente.

Tuvimos su tan anunciada charla sobre cómo de una noche tranquila de disco, él y su ex novia terminaron juntos viendo el amanecer.

- El problema es que ella tiene un hijo - me contó, en aquél jueves que llovía después de tanto tiempo. - Y... No lo sé... Yo no estoy como para hacerme cargo de criaturas que no son mías. Si fuera mío, está bien, pero no tengo por qué criar al hijo de otro. Por eso estoy intentando no quererla.

Mientras yo meditaba en otras cosas con tal de que mi cabeza no lo escuche, pero es que la verdad, aquello era un acto masoquista al que me había sometido por propia estupidez.

Pero era mi amigo. En un mundo perfecto se supone que si estaba feliz, yo debería estarlo también.

Además, estaba haciendo grandes esfuerzo por volver a caerme bien después de haberme dejado plantado.

- Hasta quiero darte mi campera roja que tanto te gusta - me dijo, jugando con sus dedos, como símbolo de timidez. - Y quiero decirte que nunca más voy a volver a fallarte.

No volví a mencionarle el asunto del viaje que tanto me había molestado. Pero hablé sobre la próxima vez ir a ver Sex and the City. Por supuesto, en toda mi conversación jamás lo mencioné ni le di a entender que estaba invitado. Hasta le hablé sobre el novio celoso de Karen y sobre lo gracioso que iba a ser que se entere que su novia iba a volver a ir al cine conmigo.

- Pero si ese chico te quiere hacer algo, lo mejor sería que tengas a alguien que entienda de artes marciales, para que te pueda defender - me dijo, haciéndose referencia por sus años de estudio en karate.

Sonreí por todos sus intentos forzados, y mi simpatía impidió que le responda "de acuerdo, llevaré a Guillermina o Pablo".

Después de todo, más allá de lo hermoso que fue aquél reencuentro en donde se esforzaba por ganarse mi simpatía, no le creía absolutamente nada.

Conociéndolo, sabía que esas promesas y ese entusiasmo por cumplirla, se iría desgastando a través del tiempo.

No era real.

38. Hablemos del Caos (8º Parte)

lunes, 28 de julio de 2008

Había optado por evitar a Lucas. No me sentía preparado como para enfrentarme a una conversación con él y escuchar hablar sobre su felicidad extrema.

Lo llamé un par de veces y se encontraba demasiado feliz como para que mi autoestima lo soporte, así que de repente me convertí en una persona que era prisionera de su trabajo y sus estudios.

Y aunque Lucas nunca se enteró, los días que siguieron me encontraron tirado en mi habitación, sin ganas absolutamente de nada.

La misma pregunta venía a mi mente una y otra vez "¿por qué no pude ser yo?".

Y la impotencia. La asfixia. El sentimiento de golpes. Dolencias. Estar tan herido que apenas poder caminar.

Lo sentía como una parte habitual de todo este tiempo. Desde Juan hasta la actualidad.

No había dado ni un paso en falso, pero sentía como que no había dado ni uno nuevo tampoco.

Que no se malinterprete. Estaba muy feliz de que Lucas esté feliz, porque después de todo lo que sufrió, era lógico que se lo merecía.

Pero yo también sufrí demasiado.

Yo también consideraba que me merecía un poco de felicidad.


37. Hablemos del Caos (7º Parte)

No podía creerlo.

El mensaje que me destruyó por completo el mundo. Lo tenía ahí. Lo leía. Lo releía. Y cada palabra era un golpe en el estómago que me hacía retorcerme del dolor.

Lo había hecho.

Había cruzado la línea y finalmente se encontró con una persona que le dio algo que no tenía desde hace meses.

Decidí volver y concentrarme en Las Crónicas de Narnia, pero la versión mágica y aburridísima de Hamlet no me llevaba a un mundo mejor. Sino, todo lo contrario. Lo único para rescatar de aquella segunda entrega fueron los últimos cinco minutos finales donde casi me largo a llorar, pero ya no recuerdo si usé el momento emotivo como excusa de descarga por el dolor real o realmente me llegaba al corazón lo que estaba viendo.

No le dije ni a Karen ni a Ana lo que había sucedido, pero en el cine se armó una situación divertida.

Karen fue conmigo al cine, pero al contarle esto a su nuevo novio y a sus amigos, todos repentinamente despertaron su interés por el cine épico y de fantasía y también quisieron ir. El problema fue que todos los amigos de Karen comenzaron a fastidiar al novio de la misma, con respecto a que fue con otro chico, lo que en él despertaron unos celos espeluznantes. Por lo cual me miró mal durante todo lo que duró nuestra estadía allí.

Sin embargo, por mi parte, pensé en que no podía demostrarle a Lucas lo mucho que me había afectado ese mensaje.

"Me alegro que estés feliz", fue mi respuesta.

Por supuesto, nada sincera.

36. Hablemos del Caos (6º Parte)

A las 11 de la mañana del domingo, me desperté con toda la energía para asegurarme de no dormir en la ruta mientras conducía.

Pasé a buscar a Ana, que ya estaba ansiosa.

- Es la primera vez en mi vida que veo que eres puntual - me dijo, la muy desgraciada. - No sabes, anoche tuve que ir a una cena con mi padre en donde el menor de ellos rondaba los 50 años. Me aburrí como nunca. Pero estuvo toda la noche intentando persuadirme para que no viajara contigo.

- ¿Por qué? - pregunté, sorprendido. - ¿No confía en mí como conductor?

- Sinceramente, no - respondió la chica y se encogió en hombros. - Pensó que lo único que haríamos sería ir saltando entre todos y molestando.

- Bueno, eso no sucederá - dije, algo indignado por la imagen que el padre de Ana tenía de mí. - Como te darás cuenta, sólo somos tú y yo, ya que nuestro amigo Lucas me ha cancelado a último momento.

- ¡Oye! ¡Es verdad! - gritó, mirando hacia la parte trasera del auto. - ¡Lucas no está aquí! Por favor, no le digas que tardé alrededor de media hora de viaje para darme cuenta que no estaba con nosotros, porque puede que eso lo haga sentir mal.

No creía que se sintiera peor que yo, pero en ese momento mi cabeza estaba muy concentrada en evitar que choquemos, que en pensar en lo que Lucas había hecho. Mejor dicho, en lo que no había hecho, porque no estaba conmigo ahí.

Una vez que buscamos a Karen y nos fuimos a hacer tiempo antes de que comience la película, me fui al patio del cine para fumar un cigarrillo.

Si Lucas hubiera avisado veinte minutos antes, posiblemente ahora Pablo o Marcelo podría estar ocupando ese lugar vacío.

Era lo que más bronca me daba de que el egoísta me avisara tan tarde que no viajaba.

Entonces me llega el mensaje fatal.

"Me duele mucho la cabeza de la resaca que tengo, pero no importa al ver la hermosura que duerme al lado mío. Mil disculpas por no ir."

Me corrijo: esto era lo que más bronca me daba.

Como Duele

viernes, 25 de julio de 2008

35. Hablemos del Caos (5º Parte)


Por suerte, fue todo a último momento, pero cuando estaba cayendo, algunos saltaron a mi rescate. Pablo, Marcelo, Martha y Guillermina se reunieron conmigo esa noche para indicarme que había vida después de Lucas. Y yo no podía estar más agradecido, dado que me había olvidado de que existía.

El plan era simple. Nos juntamos a ver el inicio de la 3era temporada de Grey's Anatomy. Si bien yo terminé de ver ya la 4ta, como en los canales locales no la transmiten, me usan como una especie de filmoteca para ponerse al día con las series que tanto nos gustan.

Que, por lo menos, yo obligué a que les gusten.

Así que la noche transcurrió de manera tranquila. Martha se quedó hasta ver a Sloan saliendo desnudo del cuarto de Addison, mientras gritaba como una fans babosa, y luego se marchó.

El resto nos quedamos hablando un rato de Rol y demás cosas, y hasta vimos el piloto Pre-Air, de Fringe. Luego Guillermina también se marchó.

Cuando sólo quedamos nosotros tres, yo recordé que en unas horas tenía que viajar, por lo que opté por cerrar mis ojos un momento y, cuando los volví a abrir, Pablo y Marcelo habían apagado todas las luces de mi cuarto y hasta mi computadora, para dejarme dormir tranquilo y poder irse.

Fue un gesto espectacular.

Me dormí alrededor de las 8 de la mañana ese domingo, y ni siquiera escuché cuando 20 minutos más tarde me llegó un mensaje de Lucas, que yo recién vería tres horas después, donde me informaba que, por más que le doliera en el alma rechazarme, no iba a viajar conmigo.

Ni siquiera le respondí cuando lo leí.

34. Hablemos del Caos (4º Parte)

Al día siguiente, eran nuestras obligadas Tardes de Series, con Ana y Lucas. En aquél entonces, jamás me hubiera imaginado que sería la última. Quizá la hubiera disfrutado un poco más.

Pero empezamos mal desde la organización, porque Lucas me pidió que lo llame al mediodía, apenas le mandé un mensaje diciéndole que requería su presencia dentro de 3 horas.

- Escucha, yo tengo un asunto complicado entre manos que tal vez me impida ir - me comentó. - Sucede que anoche me encontré con mi ex, Lorena, y me invitó a ir esta noche a una fiesta tal como te lo comenté. Y ahora quiere que vaya por su casa para que organicemos bien cómo vamos a hacer, y de paso que entregue mi aporte para la compra de bebidas alcohólicas.

Un golpe nuevo me creció en el estómago. Lucas me estaba matando lentamente con cada palabra que decía. Aquél sería mi primer fin de semana en donde no hiciéramos algo juntos.

- Está bien - dije, intentando fingir una tranquilidad que mi tono de voz no expresaba. - Arregla tus horarios y si no puedes venir, avísame.

Tal vez porque notó que mi voz se cortó en el momento menos adecuado, o tal vez porque recapacitó en que aquello me afectó de la forma menos esperada, pero la cosa es que el muchacho llegó a la hora que lo había solicitado.

Pero esto no implica que la situación mejoró. Sino, todo lo contrario.

Le habló a Tobías por MSN y lo invitó a ir con él, esa noche, a divertirse con Lorena y sus amigas.

El problema fue que la invitación pasó por alto sobre mí.

Jamás llegó.

Y mientras yo me moría en el silencio al ver lo injusta que era su actitud, él organizaba una nueva vida sin mí.

Sin dudas, yo tenía que conseguir un plan de rescate.

33. Hablemos del Caos (3º Parte)

Esa tarde de viernes, vi a todas las personas que no veía desde el último mes, en un recorrido de tres cuadras.

Fue gracioso como parecía que todos nos habíamos combinados para estar juntos. O, por lo menos, se pusieron ellos de acuerdo para verme a mí.

Me encontraba hablando con Tobías, mientras él se debatía en si seguirme la conversación o atender a sus clientes, cuando Marcelo apareció por allí para rescatarme de aquello, invitándome a acompañarlo hasta su trabajo.

El trabajo de Marcelo quedaba a tres cuadras del trabajo de Tobías, por lo cual, en el camino, iba contándole la situación de Lucas, que justo en ese momento comenzó a discutirme por mensajes.

- Pasa que Lucas es una buena persona - lo intentó defender Marcelo. - Pero hay que reconocer que es un ser muy egoísta.

Cuando nos encontrábamos en el trabajo de mi Dios de la Sabiduría, apareció Pablo, comentando que estaba llegando tarde a su clase de karate. Mientras que a la vez, Ana me estaba llamando por teléfono para intentar contarme que había tomado una decisión acerca del viaje.

Le dije a Ana que, a su vez, me encontraba a dos cuadras de su casa, así que podía ir por dos segundos. Y mientras iba a verla, seguía discutiendo por mensajes con Lucas, que a su vez ya había aprovechado que yo decidí no ir a verlo para victimizarse y vengarse por el asunto de la computadora diciendo cosas como "después no me digas nada de eso de los segundos porque cuando yo puedo estar contigo, tú vas para cualquier lado".

Llegado a la casa de Ana, ella me dice que viajará conmigo, mientras se maquillaba porque se la hacía tarde para salir.

- Pero estoy discutiendo con Lucas por mensajes - le comenté. - No quiere viajar con nosotros.

- ¡Invítalo a Marcelo! - gritó, la muy condenada.

- ¿Ni un segundo de duelo por la pérdida de Lucas?

- ¡No tengo un segundo! - me gritó. - Estoy llegando tarde a mi clase de cocina.

- Pero es Lucas de quien... - intenté defenderlo.

- Está bien - me detuvo, de pronto. - ¿Lucas no puede ir? Es una pena - fingió tristeza, bajando la cabeza como si alguien hubiera muerto. Luego me miró, sonrió y levantó los brazos como una porrista. - ¡Llévalo a Marcelo! ¡O a Guillermina!

Al mismo tiempo que Ana me echaba de su casa, Marcelo me avisaba que salía de su trabajo y que me avisaría cuando regresaba, por lo que volví a lo de Tobías y me quedé allí.

En menos de media hora había visto a la mayoría de las personas que no veo en toda la semana.


32. Hablemos del Caos (2º Parte)

Estaba algo extrañado. Habían pasado un par de días luego de que fui abandonado por una computadora, y si bien es cierto que a partir de ese momento me distancié levemente, tampoco era para que pasara a ser un desconocido.

Después de que dejé que Lucio se vistiera y se marchara, llamé a Lucas para insistir sobre el tema. Me dijo que estuvo trabajando todo el día y que se encontró con una ex novia, la cual lo había invitado a asistir a una fiesta al día siguiente. Aunque aún no sabía con exactitud si finalmente haría eso o no, era el motivo por el cual no me lo estaba confirmando. Como si yo no tuviera ningún derecho a prioridad.

De hecho, nunca lo tuve.

- Ven para casa - me dijo, al final de la conversación telefónica. - Estoy con mi compañero de trabajo, quien me está ayudando a terminar el cartel con el logo nuevo de mi empresa. Así que puedes venir a darme tu opinión.

- Está bien, yo... Yo en un rato te aviso - le anuncié.

Pero mi rumbo fue para otro lado. Le mandé un mensaje a Tobías, preguntándole si me daba permiso para ir a molestarlo en su trabajo, por lo menos por un par de horas.

Tobías respondió que sí.

Ahí tenía las dos opciones.

O tomaba el camino que siempre tomo y volví por la casa de Lucas, para ver cómo ahora en lugar de una computadora, era ignorado por un cartel. O tomaba una curva inesperada y me iba a ver a Tobías.

Fue el mismo día en que averigüé en qué andaba la relación entre él y Susy.

No hace falta adivinar qué camino tomé.

31. Hablemos del Caos (1º Parte)

Tres días después, había conseguido el auto para viajar a la ciudad vecina donde vive Karen y organizar una excursión para ver una película en el cine de allá, que me gusta más que el de mi propia ciudad.

De hecho, era toda una excusa para salir de allí y de paso ver a mis amigos que hace tiempo no veo.

Invité a Ana y a Lucas, como primeras opciones, dado que cuando se sume Karen, ya seríamos cuatro y esa es mi capacidad para soportar personas cuando estoy conduciendo.

Me encontraba en mi cuarto desnudo mientras mandaba los mensajes. Lucio estaba a mi lado besándome y recordando viejas etapas de nuestras vidas. No mencioné mi nuevo vínculo con Juan en toda la charla.

Mejor dicho, lo poco que charlamos.

"Mañana viajamos a ver Las Crónicas de Narnia."

De hecho, ver El Príncipe Caspiar era sólo el plan de rescate, porque mi objetivo principal era lograr ver Sex and the City y como todavía no se estrenaba, era el otro tanque cinematográfico que me llamaba la atención. Sobretodo después de ver la buena película que lograron hacer de un libro tan precario como fue El León, la Bruja y el Ropero.

Lucas me respondió: "No sé. Yo veo qué hago. Cualquier cosa te aviso".

Vaya, menudo entusiasmo por compartir un viaje conmigo. No esperaba que saltara en una pata de alegría, pero tampoco que me respondiera de esa forma tan cruda. Se supone que propuestas como estas deberían llenar a uno de entusiasmo.

¡Es un viaje, con un amigo y gratis! Por todos los cielos.

Quise poner un ultimatum jugando con mi suerte.

"Bueno, pero decídete pronto, porque si no vas tú, tengo que ver con quien te reemplazo".

Era mi carta para cuando Lucas cree que mi mundo se termina en él.

"Listo, reemplázame no más."

Mal planeado.

En Resumen




Susana está comenzando algo con Tobías pero eso no les agrada a Jessica ni a Guillermina, que quieren proteger al muchacho.


Eleonora se acostó con Lucas, pese a que ninguno de los dos me lo contó, simplemente me enteré por medio de mensajes.


Martha fue mi compañera de rodaje hace un año atrás, mientras que Guillermina ofrece su casa de playa para ir a festejar nuestros cumpleaños.


Lucas, por su parte, me dejó dormir en mi noche libre y nuestra amistad se vio derrumbada, a punto de entrar en lo que en la actualidad es conocido como el Caos.

30. Hablemos de Lucas (5º Parte)

jueves, 24 de julio de 2008

- No quiero sonar apocalíptico con esto, pero, amigo, realmente tendrías que haber elegido ver una serie cuando te lo pedí - dije, terminando mi tercer cigarrillo consecutivo.

Lucas no dijo nada pero me lanzó una mirada confusa, como si no llegase a captar la gravedad del asunto.

- Y una cosa más - continué. - Ahora ya no tenemos momentos, simplemente tenemos segundos. Y, como amigo te doy mi consejo, yo que tú aceptaría esos segundos cuando existan, porque no te sorprendas si algún día decido pasar esos segundos con alguien más, dado que no permites que los pase contigo.

Justo eran esas conversaciones en donde yo esperaba que Lucas me dijera algo. Que me contestara. Que me inventara una excusa. Que no me de la razón. No quería ganar esa batalla. Quería que me demuestre que estaba equivocado.

Pero no.

No dijo nada.

- Voy a pedir el auto para llevarte - dije, levantándome, con una frialdad casi desconocida en mí.

- No es necesario - contestó.

- No lo hago por ti - volví a responder, lacónico. - Lo hago porque necesito una excusa para ir a comprar cigarrillos, y con este frío no quiero ir caminando.

Y sin hablarnos, pasamos por un kiosco y le llevé a su casa.

Fue la última vez que hablamos en serio.

Fue la última vez que nos vimos a solas.

Fue la última vez que fuimos amigos.

29. Hablemos de Lucas (4º Parte)

Prendí un cigarrillo y me senté en el sofá cerca de la computadora. Lucas notó esto y salió del juego, apagando la máquina a continuación. Se giró a mirarme. Lo noté pero yo no alzaba la mirada. Me sentía muy frustrado. ¿Qué quedaba por decirle?

- Que loco está Pablo, ¿no? - dijo, como intentando sacar un tema de conversación, o una oportunidad nueva para insultar a su eneamigo. - Viene y se va como si nada. ¿Tenía algo que hacer que se fue tan temprano?

Si hubiera tenido ganas de levantar la vista le hubiera lanzado una mirada asesina. En mi universo, las 5 de la mañana no son "temprano".

- No me lo dijo - respondí. - Habló solamente de Rol.

Un silencio desgarrador nos invadió de nuevo. No había forma de salir de aquél asunto. No había forma de regresar el tiempo atrás.

- ¿Qué quieres hacer? - pregunté. - Ya es muy tarde.

- Sí - reconoció. - Tengo que ir a ver si mi padre me llama al mediodía. Quedamos en ir a almorzar, ¿recuerdas?

- Espero que puedan - deseé, sinceramente. - Y que te despiertes, dado que estuviste todo el fin de semana hablando de ello.

- Ya estoy viendo que no me va a llamar - volvió a comentar de forma negativa.

Los padres de Lucas estaban separados y él vivía solamente con la madre, y aunque adoraba a su padre, tenía otra familia y no lo podía ver todo el tiempo. Por eso cuando surgió la posibilidad de que se pudieran encontrar para almorzar, Lucas estaba nadando en un mar de simpatía, muy atípica en él.

Mi amigo comenzó a abrigarse para poder salir.

- Y siendo franco, no era con Pablo justamente que me quería quedar viendo series - sentencié.

- La próxima vez será - fue lo único que respondió.

La voz se me quebró en mil pedazos cuando quise hablar. Tenía tanta impotencia encima y unas increíbles ganas de llorar por lo injusto que había sido.

- ¿La próxima? ¿Qué será...?

- El viernes.

- Un viernes no nos vemos para ver series. Lo único que quería era tener una de nuestras noches normales como las que teníamos hace dos semanas atrás. Porque ni siquiera ver series a la siesta es lo mismo. Pero aún así me dejaste dormir por jugar.

Estaba todo dicho. Pero de todos modos, había algo que tenía que aclarar. Lucas no sabe de sutilezas.

28. Hablemos de Lucas (3º Parte)


- ¿Por qué me dejaste dormir tanto? - pregunté, totalmente enojado, confundido y con ganas de arrancarle los ojos.

- Es que no te quería despertar - respondió, el muy imbécil.

Esta vez, la excusa no me resultaba creíble. Ni siquiera me resultaba lógica. Ni por asomo.

- Tengo toda la semana para dormir, Lucas - dije, cínicamente, mientras las lágrimas me estaban invadiendo la cara.

- ¿Por qué tienes toda la semana para dormir? - preguntó, sin entender lo que quise decir. - ¿De qué es lo que no me enteré?

Definitivamente su estupidez aumentó con el asunto de jugar más de nueve horas en una computadora.

- Me refiero a que tengo toda la semana para dormir, ¿tengo toda la semana para estar contigo, acaso?

- Ah.

Y cayendo en la cuenta de que su juego estaba dejándose estar, continuó apretando los botones de la computadora.

- Y veo que vas a seguir jugando - anuncié, mientras mi odio seguía aumentando a un nivel insospechado.

- ¿Qué es lo que quieres hacer? - preguntó, como queriéndome decir que ya era muy tarde como para ver algo o hacer algo más de lo que ya había decidido hacer.

Me sentí prácticamente humillado. Fui tomado a un segundo plano y mi puesto lo ganó una computadora.

¿Qué papel fundamental quería tomar en la vida de Lucas si un juego que ya jugó mil veces me ganaba tranquilamente el lugar?

27. Hablemos de Lucas (2º Parte)

jueves, 17 de julio de 2008


La noche siguiente, era la primera vez que no tenía que trabajar al día siguiente, por lo cual pensaba disfrutarla lo más que podía.

Tenía que ser una noche como las de antes, cuando estábamos juntos, mirando series hasta cansarnos. Hablando de cosas triviales. Todos esos pequeños detalles que ya no formaban parte de mi rutina por mi trabajo.

La medianoche encontró a Lucas frente a la computadora jugando al Soldat, mientras que yo buscaba el DVD para continuar la secuencia de series que veníamos siguiendo.

Cuando en ese momento, alguien golpea en mi puerta.

Era Pablo.

- Por Dios, ¿qué hace Pablo aquí? - dije, antes de ir a abrir la puerta. - Rápido, ven hacia la televisión, cosa que nosotros podamos ver nuestra serie y que él o la vea, o se aburra.

Pero Lucas no tenía intenciones de dejar de jugar tan pronto.

- Déjalo, Oliver - me respondió. - ¿Cuánto tiempo puede llegar a quedarse? Si siempre se va temprano.

Pablo se fue de mi casa a las 5 de la mañana.

No me molestó en lo más mínimo, porque con Pablo avanzamos en la secuencia de Grey's Anatomy, que después de más de cuatro meses en que el chico comenzó a verla, habíamos llegado al final de la segunda temporada.

Después de despedirlo, Lucas estaba intentando pasar un nivel de su juego, al que no dejó de jugar en toda la noche. Así que me recosté en mi cama un segundo, dándole una indicación:

- Despiértame cuando pases de nivel.

Y cerré mis ojos mirando que la aguja larga del reloj se encontraba en el 3, alcanzando a la más chica que rondaba por el 5.

Cuando volví a abrir mis ojos eran las 9.30. Lucas seguía en la computadora. Jugando al mismo juego.

Con la voz llena de ira, decidí darle parte a que me había despertado y mi voz se escuchó como un eco en toda mi habitación, haciendo que mí amigo se sobresalte.

- ¿ESTO ES UN CHISTE?

Podría serlo. Pero era uno muy cruel.

26. Hablemos de Lucas (1º Parte)


- Quiero que hablemos de un tema que nunca antes volvimos a tocar - dije, en aquella noche de sábado.

Habían pasado dos semanas desde que comencé a trabajar. Mi relación con Lucas sufrió un desgaste bastante profundo patrocinado por mi ausencia inevitable aunque involuntaria.

Aquella noche de sábado, decidimos escaparnos de toda la multitud para que solamente estemos los dos, hablando.

Como antes.

Como lo que más extrañaba.

- No me molesta - dijo. - Ya sé de lo que vas a hablar y quiero escuchar lo que tienes que decir.

- Antes que nada, quiero comenzar a decirte que yo hice lo que hice porque pensé que tenía oportunidades - comenté, como iniciando una charla más dinámica que mis monólogos usuales.

- ¿Ah, sí? - preguntó.

- Sí - respondí. - ¡Tú me mandabas señales! La noche que te dije que sentía algo por ti, esperaba una respuesta mejor que el hecho de que te marcharas por una semana.

Si buscabas ponerme en un lugar incómodo, lo conseguiste - me aseguró, como un pensamiento que tenía hace tiempo y que veía la oportunidad de sacarlo a flote. - Encima yo no sabía si era cierto, o era algo que me decías para sacarme de encima. No tengo idea.

Su pensamiento sonaba lógico. Cuando había momentos en donde no lo soportaba, antes de que comenzara a sentir algo por él, tenía ganas de usar esa táctica para no tener que verlo todos los días y no quedar como un malvado.

Tendría que haberlo hecho en su oportunidad.

- Es razonable, pero en su momento fue cierto - comenté. - Ahora ya no está más. Por lo menos, eso creo.

- Me alegro - dijo, finalmente. - Porque a veces me siento muy miserable. Tú me das mucho afecto, ¿sabes? Y me da pena que a veces no puedo ser recíproco porque me da miedo que confundas las cosas.

Ahora entendía por qué siempre había una distancia. Todas las piezas, poco a poco, iban entrando en su sitio.

- Y me daba mucha bronca - continuó. - Me daba bronca porque no me podía acercar a mi mejor amigo.

Alguien te va a Hacer Llorar

miércoles, 16 de julio de 2008

25. Hablemos de Guillermina


Guillermina no era una mala persona, simplemente tenía muchos factores que la convertían en una.

Era la clase de personas en la que se podía confiar si uno quería que el comentario llegue a oídos de todos, y generalmente, si se la sabía manejar, cumplía esa función a la perfección.

Aún así, no puede sacarle el mérito de que era una persona graciosa, que lograba sacar de quicio a Martha en más de una ocasión. Lucas la odiaba con toda su alma y a Pablo le encantaba torturarla sólo porque sabía que se iba a enojar.

Hubo una vez que se puso una remera roja, y la hicieron enojar tanto que uno no distinguía dónde terminaba la piel.

También vale destacar que es un tanto extremista.

Como por ejemplo, cuando hace un tiempo atrás, olvidé mandarle un mensaje para jugar al TEG pensando en que iba a estar en el cumpleaños paralelo, y juró nunca volver a jugar a ese juego. Hasta la fecha actual, lo cumplió.

Pero la gran idea que se le había ocurrido a Guillermina, era la de festejar nuestros cumpleaños juntos.

Ella, que tiene una casa en la Playa y cumple un día antes que yo, tuvo la genial utopía de que todos iríamos a celebrarlo allá, aprovechando los dos cumpleaños que venían en Septiembre.

Así que ya se encargó de invitar a todo el mundo y, a pesar de lo mucho que falta para esas fechas, hay que recordar que pasa rápido y que, siendo todo el grupo un imán para los problemas más rebuscados de la historia, era mejor evitar los más posibles o por lo menos tener algunas pautas sobre cómo lidiar con ellos.

Pero lo que más me interesaba de ese plan, era saber cómo íbamos a sobrevivir todo el grupo durante 3 días... sin matarnos.

24. Hablemos de Martha

Una de las nuevas personas dentro del grupo que comenzaron a sobresalir más, es Martha.

Ella es la mejor amiga de Susana, y es la única de todo el sector femenino que no tiene un problema directo con Eleonora, ni juzga a Susana por revolcarse con cualquiera.

De todos modos se muestra esta rivalidad entre ellas: Jessica y Guillermina por un lado. Martha y Susana por el otro. Aunque están juntas y de todos modos siguen siendo las mejores amigas.

A Eleonora nadie la quiere, directamente.

Ahora me incluyo.

Martha tiene un novio que es un ser muy desagradable que tampoco cae demasiado bien, pero corre con la ventaja de casi nunca estar en la ciudad y verse una vez por semana.

Esta soledad, hizo que se llegue a enamorar de un hombre mayor, a quien conoce solamente por medio del MSN, y a quien jamás vio personalmente.

Para colmo de males, vive a más de dos mil kilómetros.

Y sumado a eso, tiene un hijo y vive con su mujer.

Pero Martha está enamorada. Eso es lo importante, ¿no?

Hasta tienen charla por teléfono. Mensajes, interminables, de texto. Regalos que ella le manda. Y aquél ideal de hombre perfecto, fue el que logró que ella no supiera pensar ni hablar de otra cosa que no fuera él.

Pero lo más importante de Martha, es que hacía un año atrás, habíamos trabajado juntos en un proyecto de Mediometraje llamado Huellas, que un grupo de cineastas vino a filmar a la ciudad. También estuvieron, aunque no formando parte activa, Juan, Gladis, Lucio y Patricio en aquellas épocas.

De todos modos, una vez pasada las dos semanas de proyecto, dejamos de tener vínculo con Martha hasta que este grupo nuevo nos volvió a reencontrar.

El mundo es un pañuelo.

23. Hablemos de Eleonora (2º Parte)

lunes, 14 de julio de 2008

Para darme cuenta que entre ellos había algo más que una simple amistad, logré captar todas las señales que existían.

La primera vez que lo noté, sucedió un miércoles cuando Lucas fue a visitarme a la siesta y llegó... con ella.

- Estábamos en mi casa - me contó. - Ella había perdido su celular y me pidió el que tenía antes de que me compre el (Motorola) Z6. Yo le dije que se lo regalaba si teníamos sexo antes. Dijo que sí.

Me quedé helado. Primero y principal, no sabía que estaba éticamente correcto ofrecer servicios sexuales a cambio de un celular.

La prostitución estaba en decadencia.

Por lo menos para Eleonora.

- Pero utilicé la excusa de que mi madre volvía del trabajo y no íbamos a poder estar juntos - concluyó, creo que tal vez al ver mi rostro de sorpresa. - No tenía ganas de estar con ella.

Esa fue su primer mentira.

La siguiente ni siquiera fue una, porque directamente me lo ocultó.

Me enteré buscando un mensaje de su celular que Eleonora le escribía para consultarle acerca de una sesión de fotos entre ambos. Fotos, que como el mismo Lucas le escribió, eran "porno".

"Bien porno".

Y una conversación que tuvieron por chat, días más tarde, Lucas le dio el horario libre en que su madre abandonaba el hogar (Miércoles, de 20 a 22 hs; para las que le interesen acostarse con Lucas), para que ellos pudieran estar "sacarse fotos".

Era absurdo cómo fue que de repente, Lucas se convirtió en una especie de Sex Symbol.

Pero este hecho, sucedió una vez iniciado el Caos.

Recordé a una Eleonora dándome consejos sobre cómo sobrellevar lo que me estaba pasando con mi mejor amigo.

"Es mejor si se te van esas ideas de la cabeza. Él no va a ser otra cosa más que un amigo, y ambos necesitan de esa amistad. Trata de no perderla."

La muy descarada hipócrita.

Zorra.

Suertuda.


22. Hablemos de Eleonora (1º Parte)

Hablando de chicas fáciles dentro del grupo, es inevitable que hable sobre Eleonora. La misma persona que una vez, hace unos meses atrás, me confesó que se moría de amor por Tobías.

Que intenté ayudar.

Que me salió mal.

Que me frustró, dado que yo veía en esa relación la misma chance que yo veía en mi relación con Lucas.

Lo divertido es que para estar enamorada de un imposible durante tres años, lo superó bastante rápido teniendo un encuentro carnal con otro hombre la misma noche en que fue rechazada.

Pero lo más gracioso aún es que la muchacha superó a Tobías y siguió marchando por el resto del grupo.

Y fue por Pablo.

Y fue por Iván.

Y fue por Lucas.

Los consiguió.

Pero el problema fue con la última persona que estuvo.

Lucas.

Porque el dato más gracioso de todos es que ella sabía lo que yo sentía y de todos modos lo hizo.

Por supuesto que me enteré por mis propios medios y no porque ella me lo ha contado. Mucho menos él. Todo esto es por medio de los mensajes de textos que lees cuando una persona deja su celular cerca tuyo y se va a otro lado.

Y ellos lo guardaron en el mejor de los secretos.

Supongo que Lucas quiso hacerlo por respeto a Iván, su mejor amigo.

Supongo que Eleonora quiso hacerlo por respeto a mí.

Ilusos.


21. Hablemos de Susana


Cuando una mujer se acuesta con (muchos) hombres, por lo general trata de ser una persona reservada. No comentarlo ni a su sombra. Guardarlo como el máximo de los secretos.

El problema, en este caso, son los hombres, que cuando se acuestan con una mujer, se lo tienen que contar a todo el mundo.

Y en este grupo, había para todos los gustos, porque el chisme y el comentario era una moneda corriente.

Resultó que una noche, Susy no pude resistirse a los encantos de Iván (nuestro antiguo Master de Rol, que ahora se encuentra en otra ciudad, pero se dice que volverá pronto) y se entregó a él por completo. Confiada. Segura de que no saldría de las paredes de su habitación.

Ilusa, porque Iván confió en sus dos mejores amigos: Lucas y Pablo.

Lucas me lo contó a mí, Pablo se lo contó a Guillermina. Y Guillermina, a todo el resto del planeta, como era su costumbre.

En sí, como después nos enteraríamos, en Pablo no se puede confiar para guardar un secreto.

Ni hablar de confiar en Guillermina.

Pero de todos modos, el problema, sobretodo en el sector femenino en contra de la chica, surgió cuando ese dichoso Jueves por la noche, la encontraron besándose con Tobías.

Nadie pudo soportarlo.

Tobías es algo así como el más querido del grupo y después de todo lo que sufrió por su antigua novia, no podían permitir que Susana se luciera por jugar con él.

Como si él, a los 24 años y siendo uno de los más maduros del grupo, no tuviera edad para defenderse.

En fin.

En Resumen


Leo se encuentra lidiando con todo el caos que tiene que soportar por su madre enferma y el miedo al futuro por qué pasará.

Tobías está inciando una relación con Susana y a nadie del grupo esta idea le cayó bien.

Mientras que, por otro lado, Sebastián me eliminó de su correo con la excusa de tener miedo de que yo diga algo acerca de él y Camila.

20. Hablemos de Sebastián (4º Parte)

jueves, 10 de julio de 2008

Soy consciente que Sebastián no me hizo nada grave. No me traicionó a grandes rasgos ni nada por el estilo, pero también soy consciente que despertó en mí el factor duda que antes tan bien se encontraba opacado por lo maravilloso que eran mis amigos nuevos.

Ahora volví la incertidumbre sobre ¿qué va a pasar con el resto? Es decir, si esto me lo hizo Sebastián, que era un amigo con quien me daba toda su confianza y otras mentiras, ¿qué podía esperar de un Pablo o un Tobías con quienes no me relacionaba tanto?

Fue en el chat, una semana después donde Sebastián volvió a intentar pedirme disculpas.

SEBASTIAN: No sabía que te iba a provocar un trauma todo esto. Lamento mucho que haya sido así.

YO: Creo que a cualquiera le ocasionaría un conflicto si alguien prefiere eliminarlo de su vida en lugar de tomar el camino fácil y decir algo así como "No me hables del tema de Camila desde esta dirección".

SEBASTIAN: Pero si no te eliminé de mi vida. Sólo de una dirección. Aparte eres la persona con la que más hablo.

YO: No se trata de que me hayas eliminado de tu dirección. ¡Es una metáfora, Sebastián! Se trata de, ¿tengo que suponer que cumplo un rol tan fundamental en tu existencia que ante la primera opción me vas a eliminar? ¿A eso llamamos amistad? Más viniendo de ti, que me diste sermones y sermones cuando yo quería evitar a Lucas.

SEBASTIAN: Tienes razón. Sólo me queda pedirte disculpas.

No fue suficiente, de todos modos. Y no es por rencoroso, porque después de todo, eso sirvió para darme cuenta que tengo que dejar de ser tan volátil y no dejarme influenciar por simples palabras que te dicen "te quiero, amigo".

Hay que volver a lo básico.


19. Hablemos de Sebastián (3º Parte)

Dos días después de vagar en la incertidumbre, ya me había olvidado de todo el asunto y dejé que se solucione cuando llegara el momento de resolverlo. Sin embargo, no pude escapar mucho tiempo de la situación, ya que regresó a mí.

Lucas me comenta que se encuentra conectado Sebastián, con toda la brusca intención de reírse de mí.

LUCAS: ¿Quieres que le preguntes qué pasó?

Me estaba carcomiendo la curiosidad, pero de todos modos no iba a dar el brazo a torcer.

YO: No, déjalo así. Si él no quiere hablar conmigo, está bien. Voy a sobrevivir.

LUCAS: De acuerdo, como quieras.

Aún así, parece que ambos pudieron hablar, porque cinco minutos después Sebastián habla conmigo por chat. Pero desde otra dirección.

YO: Te leo, Sebastián. Dame tu explicación increíblemente razonable sobre por qué me tienes bloqueado y eliminado de una de tus direcciones.

SEBASTIAN: ¿Recién te das cuenta de eso? ¡Hace mucho tiempo que no te tengo en esa dirección!

No puedo creer que lo esté diciendo en serio. No puedo creer que, encima, lo ve como si fuera algo gracioso.


SEBASTIAN: Sucede que cuando estábamos en el medio de la historia con Camila, esta dirección mi novia también tenía la contraseña, por lo que no quería que por un error ustedes dos se pongan a hablar del tema. ¡Entonces te eliminé!

Ahora todo tenía sentido, claro.

Fue la peor excusa que jamás me pudieron haber dado, pero conociendo a Sebastián y la incapacidad inferior que tiene para meditar sobre las cosas, una parte de mí no estaba sorprendido.

Aún así, la desilusión era muy grande.

18. Hablemos de Sebastián (2º Parte)

Sebastián no respondió mi mensaje de texto que le debió haber llegado al celular al día siguiente, donde le preguntaba qué sucedió y por qué no me tenía agregado a sus contactos.

La duda se estaba convirtiendo en un dejo de bronca por cómo una persona hace una cosa así y ni siquiera es capaz de querer solucionarlo cuando lo descubren.

Ni siquiera me causaba gracia aquello. Ni siquiera era capaz de poder sentir rabia. Era más bien un dejo de tristeza por recibir un golpe bajo. Un golpe que no esperaba de alguien inesperado. Como sea, era una situación bizarra y absurda.

Comentárselo a Lucas no solucionó ni serenó un poco mis temores irracionales.

De hecho, sólo hizo que me diera cuenta que Lucas es un imbécil.

Fue un día después de que Martha me dijera la verdad sobre Sebastián. En una noche donde me escapé de la facultad por verlo a Lucas.

Idioteces que antes uno hacía.

- ¿Se te ocurre una razón por la que Sebastián me puede llegar a tener eliminado de sus contactos? - pregunté.

Sabía de antemano que Lucas no sabría nada del tema. Confiaba en ese criterio.

- No tengo idea - respondió. - Pero digamos que tú no es que lo tratas bien por MSN.

Ese comentario me hizo dar unas ganas impresionantes de romperle la cabeza contra algún fierro.

- ¿Qué? - pregunté, indignado. - No puedo creer que lo estés defendiendo.

- No lo estoy defendiendo - mintió. - Sólo es que me pongo a pensar en su punto de vista y tú siempre que se conecta, lo atacas sin piedad.

- Pobre, pobre, pobre Sebastián - ironicé, totalmente sacado de quicio. - Él no es santo inocente tampoco, así que no sé por qué yo tendría que sentirme culpable. Le estoy dando mi casa al inútil ese para que juegue Rol, por todos los cielos.

- Tal vez entonces hay un error - intentó deducir. - Tal vez te eliminó pensando que eras otra persona.

Bastante tarde. Esas cosas las tendría que haber dicho antes de hacerme responsable a mí de haber herido el corazón de su alma gemela.

Son tácticas que los sabría cualquiera.

Cualquiera que pensara antes de hablar, por supuesto. Y Lucas, por si no es obvio, no ingresaba entre esos estereotipos de personas.


17. Hablemos de Sebastián (1º Parte)

miércoles, 9 de julio de 2008

Sucedió un día en donde todas las cosas parecían estar en calma. Fue antes del Caos. Fuera de casa había una Revolución Industrial en el país, pero en el interior, todo era una paz impresionante.

Y entonces, ese instrumento que siempre me entromete en problemas nuevos y sorprendentes, fue el que me ayudó a descubrir una traición que estaba ante mis ojos. El MSN hizo que me diera cuenta que Sebastián no es, no fue ni será una persona digna de confianza.

MARTHA: Creo que Sebastián está enojado con la vida.

YO: ¿Por qué lo dices?

MARTHA: Por su nick.

Quise ver el nick de Sebastián para saber de qué se trataba el comentario de Martha, pero para mi sorpresa, nunca lo vi conectado.

YO: ¿Está conectado?

MARTHA: Sí. ¿Acaso no lo ves?

Ante la vaga sospecha para confirmar mi teoría, inicié sesión desde la dirección de Lucas. Es lo bueno de tener los mismos contactos y saber su contraseña.

En efecto, en la dirección de mi amigo estaba on line, pero yo seguía sin apreciarlo con el muñeco en verde.

Fui hasta mi Gestor de Contactos, y ahí descubrí que, como si no fuera obvio, no solamente fui bloqueado, sino también eliminado de su cuenta.

Me sorprendí bastante. Mandé mensajes por medio de la ventana para saber de qué se trataba el asunto, pero no obtuve una respuesta inmediata.

Esperaba, como mínimo y no sé por qué me surgió esa estúpida esperanza, de que hubiera una explicación mínimamente razonable para el por qué el muchacho al que le presto mi casa para que juegue Rol, ni siquiera me tenga en su dirección de MSN.


16. Hablemos de Tobías (4º Parte)

Cada vez que estoy triste o mi estado de ánimo anda por el suelo (cosa que logra pasarme alrededor de 3 veces por día) me siento a escribir una historia graciosa.

Historias chistosas que mando por email a todos los chicos del grupo sobre pequeñas inspiraciones que tengo en mi lugar de trabajo, cuando hay un tiempo muerto, como técnica para no dormirme.

Todo esto sucedió un día en donde todo el Caos había empezado. Y parecía no tener fin.

Era una puñalada tras otra, y fue tan mágico lo que Tobías hizo y como por un simple mensaje donde se enfadaba conmigo me trajo al mundo real y me hizo sentir que había vida después de Lucas.

Todo comenzó cuando le mandé un mensaje preguntándole si podía escribir una historia sobre él y sobre Susy. No sería la historia real, pero sí una parodia de más o menos lo que me había contado.

A lo que respondió, muy a su estilo de mal humor:

"Estas cosas te las conté porque pensé que veniste a preguntármelas porque te preocupabas por mí y no porque estabas falto de inspiración. Haz lo que quieras con tu historia, pero no pongas alguna parte que yo te haya comentado."

(El día que Tobías se entere de este blog, denme por muerto).

Llegué a mi casa, desde la facultad, totalmente desesperado por llamarlo y hablar con él. Necesitaba aclarar y defender de lo que se me había acusado (casi) injustamente.

- Hey, Tobías, no te enojes - le dije, apenas atendió el teléfono.

- Es que estas cosas con Susy sólo te las conté a ti - respondió, no tan enojado como pensé que estaría. Al menos no me insultó. - Imagina lo que es que todo el grupo se entere de lo que te pasa por medio de tus historias.

Todo el grupo lo sabía, pero no porque yo se los haya contado.

Yo no llegué a entender aún cuál era el misterioso secreto, ¡porque no existía! O tal vez yo no logré decifrar los mensajes ocultos en nuestra charla.

De todos modos, aquello me ayudó a sobrellevar mejor las cosas con el Caos. Fue un problema que, afortunadamente, se pudo solucionar a tiempo.

Estés en Donde Estés

15. Hablemos de Tobías (3º Parte)

viernes, 4 de julio de 2008

- No hay nada más de lo que pasó ese jueves - respondió, dando por hecho que yo ya estaba enterado del tema. - Yo ni loco me atrevería a comenzar algo con ella, mucho más sabiendo cómo es.

Hazte fama y échate a dormir.

- Todo al menos que ella cambie - continuó. - Pero yo no voy a pedirle que lo haga por mí, así que quedará como algo que haremos de vez en cuando y sin emociones de por medio.

Es complicada esa cuestión. Uno nunca sabe cómo distinguir la línea entre lo que es carnal y lo que es sentimental. Es tan delgada que a veces se pasan esos límites sin que sepamos dónde estaban.

Y lo peor es que es muy difícil volver hacia atrás, lo que luego ocasiona trastornos, desastres de vidas y páginas de blog que cuentan historias personales (hoy estoy comiquísimo).

- Pero pasó que un día viene Guillermina y me dice que Susy terminó su relación con el novio que tiene - me sigue contando. - Yo al principio pensé que lo hizo por mí. Es como si hubiera visto una oportunidad entre nosotros a la que pensé en aferrarme, obviamente.

- ¿Pero?

- Pero después vino Guillermina al día siguiente para contarme que habían regresado.

Lanzó una de sus típicas risas cínicas. Era parte de su personalidad.

Me quedé pensando en qué haría yo si fuera Susy. Posiblemente disfrutaría de la promiscuidad, pero cuando apareciera ante mí una persona como Tobías, no la dejaría escapar. Porque aquél amargado personaje de la existencia humana, parecía ser de esos soles que te alumbrarán de por vida.

14. Hablemos de Tobías (2º Parte)


Lo que ocurrió a continuación me enteré por boca de Martha, que a la vez se lo contó Guillermina, que ésta se enteró por medio de Jessica y yo hasta el día de la actualidad no sé por qué rayos no me enteré por medio de Lucas, que también estaba cuando sucedió.

Fue entre Tobías y Susy. Una noche de jueves, donde no estuve presente porque mi trabajo me cortó las horas nocturnas.

Sin que nadie lo sospechara, en una de esas salidas a divertirse por la ciudad, la pareja se perdió para que luego Jessica los encuentre besándose.

Y aquí empieza el caos y explicaré por qué.

No voy a tratar a Susy de una mujer rápida y fácil, pero sinceramente lo es. Ojo, también hablo de envidia, porque ante la primera oportunidad que Tobías me diera, no lo dejaría escapar. Esa personificación del enano gruñón de Blancanieves, tiene ese "qué sé yo" que lo hace muy atractivo.

Pero el punto en conflicto es justamente el enano (aunque en la vida real es una persona alta). Tobías acaba de salir de una tormentosa relación con una mujer a la que se entregó en alma y vida para que luego ella se marchara como si nada a otra ciudad y lo dejara con el corazón destrozado.

El miedo del sector femenino (entiéndase como Jessica, Guillermina y Martha) es que, a parte de que no tienen una vida propia, Tobías todavía está en pedazos. Y suponiendo que volviera a creer en el amor y esas cosas ridículas que siempre nos dan esas (endemoniadas) mariposas en el estómago, Susy podría jugar con esos sentimientos y directamente dejarlo tumbado en una cama sin ganas de respirar.

Un dato sobre Susy:

Tiene novio

Otro dato importante:

También tiene varios amantes

Pero ya hablaré de Susy cuando llegue la oportunidad, por el momento me voy a concentrar en él.

Tobías en este tiempo se cambió de empleo y fue a trabajar en un kiosco cumpliendo exactamente la misma función, pero con horarios que le convenían más. Así que llegué ese día y le sonríe.

Al mirarme tuvo un deja vú, por mi forma de actuar y pararme cuando quise sacarle el tema de Eleonora.

- Por Dios - me dijo, aterrorizado. - ¿Quién es ahora?

Sonreí por cómo supo captar mis movimientos.

- Vengo a que hablemos de Susy - respondí.

Me senté frente a él y comencé a escucharlo.

13. Hablemos de Tobías (1º Parte)

Si había una preferencia que tenía dentro del grupo, ese era Tobías.

Características de su Persona:

1. Es la amargura personificada.

2. Lanza más improperios que cosas bonitas.

3. Se duerme en cualquier lado y a cualquier hora.

4. No es feliz.

5. Se queja por todo.

Practicamente, podría ser mi pareja ideal.

Y no es que haya descripto a alguien coherente y divertido, pero más allá de estos rasgos que di sobre su personalidad, Tobías tenía un "qué se yo" que lo hacía espectacular. Usaba la ironía y la mala onda como un objeto que causaba gracia y nadie podía quedar inmune ante sus comentarios.

Nos encontrábamos en la casa de Susy, que es una de las chicas del grupo con quienes corren ciertos rumores acerca de un posible noviazgo entre ellos, cuando tuvimos una conversación. Estaba a punto de ingresar a mi tercera semana de trabajo y me encontraba algo frustrado, para variar.

- ¿Y tú cómo te encuentras? - pregunté, cuando salimos de la casa de la muchacha para poder fumar un cigarrillo.

- Te puedo asegurar que en estos momentos me encuentro bien - me confirmó, y una sonrisa cómplice se le cruzó por la cara.

- ¿Ciento por ciento felicidad? - pregunté.

- No, no para tanto, pero al menos me encuentro estable - contestó, sonriendo.

- Lo cual no es poco, a estas alturas de la circunstancias - intervine.

- Para mí es mucho - dijo, volviendo a sonreír.

No mencionó nada más. Aquella debía ser la primera vez que me encontraba hablando sobre algo de Tobías. Siempre que teníamos un segundo a solas, nuestros temas derivaban a la superficialidad.

- ¿Esto es todo lo que obtendré de ti hoy? - pregunté.

- Hoy sí - contestó. - Un día voy a hablar contigo y te contaré toda mi vida si quieres. Pero hoy es demasiado lunes.


12. Hablemos de Leo (3º Parte)

jueves, 3 de julio de 2008


- Cuando Sebastián hizo lo que hizo, no sentí odio - le conté. - Más bien fue una desilución. Un golpe bajo. Algo inesperado por una persona que decía ser mi amigo. Y pese a que el tema fue estúpido, despertó en mí un gran grado de paranoia acerca de los que me rodean que no pude enfrentar bien. Porque fui el único. Fui excluido. Y por más que delante de él y delante de todos tenga que fingir que todo está bien, algo dentro mío terminó por destruirse. Esa lealtad hacia un amigo que ya no tengo.

Leo me miró consciente de lo que le hablaba. Yo estaba de acuerdo en que no era el ejemplo más óptimo, pero era el único que tenía en ese momento.

- Todo esto es por Juan, ¿sabes? - le revelé, como si no era algo ya lógico. - Creí tanto en él que después de que nos separamos, me volví una persona cínica. Quizá más fuerte, pero me convertí en algo que no me agradaba. Y ahora vuelvo a creer, a duras penas, y luego pasa esto. E incluye también lo que Lucas hizo. Tengo un pequeño problema con esto de ser ignorado. Y por eso quiero que tengas cuidado, porque tú todavía no caes con todo esto, pero en el momento en que te suceda, no sé cómo te levantarás.

Leo no dijo nada. Quizá mi comparación le resultó ridícula, pero era lo mejor que tenía para ofrecerle. Creo que apreció el esfuerzo.

- ¿Sabes? Una vez me dieron el consejo más sabio del mundo - me contó, como concluyendo la charla. - Yo no soy un adicto a la religión. Ni siquiera creo en Dios ni en nada de eso, pero esto se refiere a él y, sinceramente, quizá necesito creer en algo.

Se incorporó y me miró, señal de que se despedía.

- Me dijeron que Dios nunca te va a hacer pasar por nada que él no crea que puedes superar.

Nunca supe si eso me lo dijo por mí y por todos los tormentos que yo mismo atravesaba, o si eso lo dijo en voz alta para recordárselo a él mismo.

11. Hablemos de Leo (2º Parte)

Una semana después, las cosas para Leo estaban lejos de mejorar. Tanto para él como para todos, porque de una forma rebuscada, todo había empeorado.

Sucedió un sábado por la noche, cuando rechazamos la oferta de salir con Pablo, Tobías y Lucas por quedarnos a hablar un rato. En esos segundos que coincidimos que ambos teníamos disponibles.

- Estoy en un momento en donde te juro que lo único que deseo es que mi madre... o se cure o se muera - confesó, en un tono brusco, como queriendo causar algún impacto que no provocó en mí. - ¿Qué clase de persona desea una cosa así?

- Meredith Grey - contesté, motivo por el cual no me sorprendí. - Le pasaba algo así, por lo que conviene que dejemos de hablar del tema, ya que ella grita, llora y luego lo besa a Derek. Y como estamos solos y no veo a ningún Derek cerca yo...

- No voy a besarte - me interrumpió, lanzándome una mirada asesina.

- Entonces continúa, por favor - anuncié, sonriendo.

Leo se tomaba su tiempo para seguir hablándome y dado que para esa altura ya eran alrededor de las 3 de la mañana, nuestra charla nocturna iba adquiriendo un tono cada vez más gris y más sentimental. Son de esas conversaciones que se tienen y que quedan grabadas para el resto de la vida.

- Tengo mucho miedo - reconoció. - Tengo mucho miedo de caer, porque estoy volando muy alto y no sé qué tan fuerte puede llegar a ser mi caída.

- Oye, estás desbordado y eso está bien - lo consolé, aunque no estaba seguro que mis palabras le sirvan como un consuelo. - Pero no es necesario que cargues con todo tu solo.

- Es que todos ven lo que hago como un sacrificio - respondió - y yo soy el único que no lo ve así. Siempre me hice cargo de mi familia, pero no como una responsabilidad, sino que lo hice porque alguien tiene que hacerlo. Pero si todos me toman como el héroe, eso ocasiona que estas cosas me cuesten más de lo que debería.

- Entonces quítate ese complejo de héroe y pide ayuda - continué. - Porque te puedes caer, y tú sabes que de una caída no te vuelves a levantar de la misma forma.

- ¿Por qué lo dices?

Era tiempo de hablar yo y poner como ejemplo mi casa. El motivo por el que me preocupaba por él.

En Resumen


Comencé a trabajar y eso hizo que mi amigo Lucas y yo tomemos una distancia bastante importante, la cual estaba afectándome demasiado.

Juan intentó volver a acercarse a mí y ahora tomamos un café todos los jueves de forma obligatoria. Sigue siendo bueno para escuchar y dar consejos.

Sentí celos por Ana dado que se estaba llevando demasiado bien con Lucas, pero por suerte no tenía ningunas intenciones con él. El problema es que Lucas sí, aunque tampoco iba a intentar nada.
Por último, Leo está mal por todos los problemas que tiene.

10. Hablemos de Leo (1º Parte)

miércoles, 2 de julio de 2008

Sucedió una tarde. Una de esas tardes en donde uno tiene el alma tan desbastada que busca historias peores a las de uno para sentirse un poco mejor.

Y de hecho, lo obtuve. Un poco de mejoría. Aunque la historia que estaba escuchando era desbastadora.

Fue poco después de que Leo llegara a la ciudad. Había ido a ver a su madre que se encontraba con un cáncer terminal. Era un tema que me dolía a horrores tocar pero tampoco podía ignorar y hacer de cuenta que no estaba ahí.

- Fui a ver a mi madre - me comentó, con un tono cansino. - Se encuentra estable, pero no es para hacerse ilusiones.

No me imaginé situación más bizarra y horrible que la que estaba atravesando él. Ni todos los blogs del mundo podrían explicarme el espanto de vivir la agonía de la muerte de una madre. Aquello era una crueldad del destino.

- Estoy cansado - reconoció, con un tono de resignación que daba dolor escucharlo. - Mi estudio y mi trabajo tampoco es que están bien. Siendo sincero, estoy con pocas ganas de levantarme al día siguiente. No quiero ni despertarme.

Permanecí en silencio porque en ese momento me di cuenta que estaba exteriorizando sus emociones más que esperar compartir un diálogo. Seguí observándolo y escuchándolo.

- Hasta quiero terminar con mi novia - confesó, como último arrebato. - Siento que ella no se merece cargar con todo lo que estoy pasando y el hecho de que yo no me sienta cómodo, me hace sentirme mal. Pero tampoco quiero hacerla sufrir a ella porque no se lo merece.

- Es lógico que con todos los problemas que tienes quieras deshacerte de los conflictos que puedas - me arriesgué a interrumpir al ver el nivel que estaba teniendo la conversación. - Pero reconozcamos que tu relación es lo único estable que tienes hasta el momento y lo estás viendo como un impedimento a la vida en lugar de ver como un apoyo para enfrentar todo. Estás errando la visión y si haces algo por impulso, puede que lo pagues más tarde.

Leo no acotó nada acerca del tema. No sé si fue porque era un asunto sobre el que no tenía nada decidido o si es porque era algo que ya había decidido y estaba esperando el momento oportuno para lograrlo.


9. Hablemos de Ana (5º Parte)

Finalmente, dado los grandes cambios comunicaciones que estaba demostrando Lucas, más experimentando la sensación de convertirse en un ser humano, esta conversación tuvo lugar antes de que yo comenzara mi primer día de trabajo.

- Yo te mentí - me confesó.

- ¿No te llamas Lucas? - pregunté, haciéndome el gracioso.

- No, hablo con respecto a Ana - contestó. - Cuando me preguntaste hace unas semanas si me gustaba y yo te respondí que no. Bueno, eso es lo que no era del todo cierto. Me gusta.

No podía entender a que se debía ese repentino arranque de sinceridad, pero para cuando esta información me había llegado, yo ya tranquilamente tenía todo el asunto bajo control. Por suerte, no me tomó por sorpresa.

- Es por esto que los chicos piensan que cambiaste - dije, como si ni yo mismo le creyera todo el circo que estaba haciendo.

Lucas me miró extrañado. Yo intentaba no sonar tan frío, así que hablé con la mejor tranquilidad posible, sin sonar acusador.

- Tobías y Marcelo - contesté. - Ellos notaron que algo te pasaba y se lo contaron a Guillermina. Y tú sabes cómo es ella. Se lo contó al resto del Universo.

Lucas se tomó un tiempo para asimilar la información. Pareciera que aquello no estaba esperado. Que alguien se haya percatado de sus verdaderas intenciones.

- No te preocupes, que de todos modos no intento hacer nada con Ana - explicó. - Ella es una persona maravillosa y yo me siento tan solo que un poco de afecto ya me hace estar en las nubes.

Ese comentario me pegó bajo por la ternura que inspiró. Se lo veía derrotado, cansado, como yo.

- Pero tenía muchas cosas - continuó. - Que ella se va a ir de la ciudad el año entrante. Te tenía a ti, que no sabía cómo te lo ibas a tomar.

Estaba notando que se hizo todo un culebrón de pensamientos. Me hubiera gustado que él se tomara la molestia de hacer un blog acerca de sus sentimientos. Sería interesante leerlo.

- Disculpa por no haber sido sincero desde el principio - contestó.

- No hay problema - dije, sinceramente. - Sólo espero que esto no te haga mal a ti. Aparte, vamos, Lucas, tarde o temprano va a aparecer la persona que quieres. Tú lo sabes. No permanecerá en secreto mucho tiempo.

- ¿Qué cosa?

- Lo genial que eres - respondí, como el díalogo sacado de Dawson's Creek.

Lucas sonrió pero no respondió. Por mi parte, sabía que lo que le decía era verdad. Y en ese entonces, no tenía idea de cuan real era lo que le estaba diciendo.

8. Hablemos de Ana (4º Parte)

martes, 1 de julio de 2008

No sé si por maquiavélico o por desesperado, pero utilicé toda la información que tenía para un beneficio propio. Averiguar el terreno.

Estaba claro que Lucas había cambiado de una forma enorme ante los ojos de todos. Y que ese cambio, podía despertar una gran cantidad de diversas emociones. Yo, por mi parte, quería averiguar cuáles eran las de Ana.

Así que fue en esos momentos libres, antes de que comencemos a jugar al Rol, cuando Ana y yo tuvimos esta pequeña conversación en mi cocina.

- Los chicos piensan que el cambio de Lucas se debe a que está interesado en ti - le dije, como si fuera el amigo chismoso que le pasa el dato.

- Pero ¡que ridiculez! - se quejó, cruzándose de brazos. - No me digas que el arranque de celos que tuviste la semana pasada fue por este tema.

No sabía muy bien que contestar a esta pregunta, por lo cual opté por la más lógica: mentí.

- No, no - contesté. - Mi arranque fue porque vi que tú y Lucas estaban mandándose mensajes graciosos. Y yo soy tu amigo gracioso, no él.

Y pese a que mentí, lo que le dije fue lo más sincero que habré dicho en todo el mes. A veces me agarran esos momentos de tristeza en donde reconozco que no soy tan fuerte como aparento y que mis miedos irracionales pueden vencerme.

Ana se sintió conmovida y me abrazó, mientras que yo me sentí feliz por haber esquivado la bala.

- Bueno, yo al igual que tú creo que el cambio de Lucas se debe más a una voluntad de él impulsada por tu ayuda que a un interés por mi persona - me dijo Ana. - Yo soy buena con él y lo quiero mucho, pero confío en que no habrá creído que tengo intenciones subliminares de fondo.

En ese momento Tobías llegó a la cocina y nos interrumpió. Pero de todos modos estaba bien, había conseguido la información que necesitaba.

7. Hablemos de Ana (3º Parte)

Fue Guillermina la que me hizo darme cuenta de los rumores que corrían dentro del grupo, unos días después de mi conversación con Lucas.

Como siempre, cuando una persona mala quiere convertirse en buena (como es lo que intentaba hacer Lucas), la gente te mira con desconfianza. Y comienza a buscar la lógica a cosas que no tienen sentido. Esta era una de ellas.

- Tenemos miedo - me contó Guillermina. - Muchos de los chicos me lo dijeron. Notaron que Lucas cambió su forma de ser y que ahora era bueno y decente. Pero saben que es porque le gusta Ana.

- ¿Y eso? - pregunté, como si yo nunca me hubiera dado cuenta.

- Sí - respondió. - Lucas sólo actúa así cuando alguien le gusta. Sino, sigue siendo un monstruo desagradable.

- Lucas está cambiando porque reconoció ser un monstruo desagradable y no le gusta ser así - defendí. - Vamos, ustedes son sus amigos. Deberían apoyarlo si quiere cambiar y no darle la espalda o inventar las historias más absurdas del mundo. Aparte, Lucas me contó que hay otra persona detrás de Ana.

Los ojos de Guillermina se abrieron de la emoción, como si no le gustara el chisme.

- ¿Quién?

- Te digo si me dices quienes dijeron el chisme - negocié.

- Tobías y Marcelo.

Aquello no costó mucho.

- Genial - dije, cínicamente. - Nadie puede apostar por Lucas. Ni siquiera ellos dos que andan siempre con él. Que buenos amigos, ¿eh?

Guillermina sonrío por mi comentario, pero no creo que haya sido precisamente porque le causó gracia. Sino que creo que se reía de mi inocencia.

- Ten cuidado, Oliver - contestó. - Nosotros queremos cuidar de Ana porque es la nueva del grupo. Y Lucas te puede pegar una desilusión muy grande cuando tú te des cuenta de su engaño.

- Yo creo en él, Guillermina - le respondí, tratando de sonar convincente.

Noté que quería seguir respondiendo algo para convencerme de lo contrario, pero también se dio cuenta que sería tiempo perdido.

Desistió.

- ¿Y entonces quién es el que gusta de Ana? - preguntó finalmente.

- Sebastián.

- ¡Lo sabía! - gritó, llena de felicidad.

6. Hablemos de Ana (2º Parte)

Ahí estaba Lucas frente a mí. Hacer esa pregunta me iba a doler demasiado, pero tenía que saber la respuesta. Si algo malo estaba ocurriendo frente a mis ojos, era mejor enterarme antes de sufrir por la agonía de la incertidumbre. Este lema me trajo más de un golpe bajo también.

No había forma de ser sutil. Tenía que ser brusco.

- ¿Te gusta Ana? - pregunté, mirando a Lucas a los ojos.

- No - respondió, algo sorprendido.

- ¿Seguro?

- Sí. No es a mí a quien le gusta - continuó hablando. - Sé que hay alguien en el grupo que está fascinado.

Me miró como si estuviera esperando que yo hiciera la pregunta desesperada por saber de quién se trataba, pero jamás salió de mi boca. Continuó por sí mismo, como si aquél secreto le hiciera doler la lengua.

- Es Sebastián - reveló, finalmente.

El mismo Sebastián que dos semanas atrás se estaba queriendo suicidar por el amor de Camila, había encontrado una rápida solución para sus problemas amorosos.

A veces me gustaría ser tan superficial como él.

Al Lado del Camino