145. La Noche de Despedida

jueves, 25 de diciembre de 2008

La charla con Pablo continuó con un dato inquietante acerca sobre cómo el grupo se había reducido a Jessica, Guillermina y él, el sábado. Mientras que Emilio, por ser novio de Jessica, también estaba obligado a asistir a sus reuniones.

Para Pablo, nuevamente formaron su grupo de debate donde exponían criticar al resto del mundo, mientras que seguía callando todas las veces que ellas dos iban a hablar con Paola, su novia, y lo metían en problemas de pareja.

Hasta aquí, nada nuevo bajo el Sol. Pero entonces Pablo se cruza su primera sonrisa macabra de la noche.

- Los mellizos esos de los que eres amigo... - quiso saber, mientras que mi corazón comenzaba a palpitar levemente con un poco de furia. - ¿Viven cerca de mi casa?

- De hecho, sí - respondí. - Están por el mismo sector que uno debe tomar para ir a tu casa. ¿Por qué?

- No, por nada, por nada - dijo, y sonrió.

Estaba claro que pretendía jugar al gato y al ratón esperando que yo le suplicara algo de información acerca de esos dos personajes nuevos en mi vida, y si bien me moría por hacerlo, intentaba mantener mi indiferencia.

- Dímelo - ordené.

- Es que uno amigo de mi facultad me lo contó - comentó, sin sacarse esa sonrisa estúpida de la cara. - A uno de los mellizos. No me dijo específicamente cual, pero me relató que el último año de secundario un par de compañeros se pusieron borrachos en una fiesta. Lo llevaron a uno al baño y entre tres le hicieron de todo.

El morbo de Pablo a la hora de contarme una historia tan horrible era absolutamente normal en él. No podía dejar de sonreír y sinceramente mi imaginación me estaba jugando una mala pasada al excitarme.

- Son odiados - comentó. - Son odiados por casi toda la población viviente. Pero esos tres muchachos recibieron una buena mamada de parte de uno de los dos. Dudo mucho que ellos mismos supieran de cuál.

Ahora yo también tenía la gran duda. Honestamente, tampoco estaba sorprendido por una cosa así.