168. La Mesa de la Hipocrecía

miércoles, 31 de diciembre de 2008

Tanto Martha como Susana miraron emocionadas cuando mi cordial saludo con Guillermina se llevó a cabo. Era una de esas situaciones incómodas en donde todos fingíamos naturalidad, exceptuando a la prima menor de Ana quien estaba suplicándole que le compraran un helado y que se apresuraran para regresar a casa.

- Con Lucas queríamos alquilar un salón - me comentó Jessica, visiblemente desesperada por lo burlezca que sonaba su oración. - El problema es que el encargado de eso fue él.

- Sí, no sé por qué diablos confiaron en él - repuso Martha. - Sabemos que es un inútil.

- Lo sabemos, pero nada quita que tenemos que sacarles las oportunidades de demostrar que puede cambiar - comenté, como si estuviera orgulloso de Lucas o algo así. - No sé a quién quiero engañar con esto que estoy diciendo.

Las muchachas rieron. Me arrepentí al instante de decir algo malo contra Lucas, pero por otro lado no podíamos negar que era totalmente cierto.

- Yo no creo que pueda ir - repuso Ana. - El sábado por la tarde es mi Confirmación Cristiana, y a la noche hacemos una cena con todos los chicos.

- Casualmente lo mismo que en mi cumpleaños - recordé.

- Sí, ¿no es curioso? - preguntó Ana. - Siento que no estuve en ninguno de los cumpleaños de ustedes.

- Tal vez porque no estuviste en ninguno - le ayudó a entender Guillermina.

- Estuve en el de Susana, en el de Martha y en el de Andrés - recordó Ana.

- ¿Podemos volver a hablar de este? - preguntó Jessica. - Porque la poca operatividad que Lucas está brindándonos realmente me está sacando de quicio.

- Cielos, Jessica, ¿qué esperabas? - pregunté. - Tú sabes que Lucas está esperando que su jefa le resuelva el problema, y Dios quiera que eso pase así, porque sino es incapaz de pensar en un Plan B. Es su oportunidad perfecta para deprimirse y quejarse de la vida, ¿piensas que Lucas va a dejar pasar una oportunidad así por más que fuera su cumpleaños?

Ninguna de las cinco muchacha discutió mi teoría.

- Pero es que resulta ilógico que él trabaje en una Empresa de Eventos y no sea capaz de conseguir un salón - dijo Martha. - O por lo menos de tener algún indicio de cuál nos puede convenir. No nos aportó nada e hizo una lista de 50 invitados, de los cuales todos quedarán en la calle ¡porque no hay lugar!

- Por cierto, ¿tú no trabajas el sábado? - le pregunté a Jessica.

- Claro que sí - me contestó. - Pero faltaré.

- ¿Avisarás al menos?

- Todavía no lo he decidido - dijo y se rió. - Pero es mi fiesta y después lidiaré con las consecuencias. Yo no soy como Lucas que se quedará esperando que la vida lo venga a buscar.