170. La Noche en que Todo Cambió

miércoles, 31 de diciembre de 2008

A la noche del siguiente, el cumpleaños de Lucas era objeto de análisis con respecto a qué haríamos para festejarlo. Era viernes, e independientemente sobre si había conseguido un local para alquilar o no, nosotros teníamos que estar presentes para celebrarlo con él.

"Ven a mi casa y allí veremos dónde vamos", me indicó por medio de un mensaje, así que esa noche, mientras intentaba sacarle a Fabricio información sobre a qué se debió la nueva pelea que estaban teniendo Rafael y él, me cambiaba para asistir.

Esperaba llegar a la casa de Lucas y encontrarme con un mundo de personas que me impidieran el paso. Rostros desconocidos por todos lados, pero, para mi sorpresa no había nadie en las veredas ni música en el interior del lugar. Ni rastros de vida.

Por un segundo pensé en asesinar a Lucas si todo el mundo se había ido a otro lado y no fue capaz de avisarme, pero para mi sorpresa el muchacho salió a atenderme.

Aquella era la primera vez que entraba en su habitación y, sin embargo, me pareció un sitio en el que ya había estado un millón de veces. Tal vez de todas las veces que me la imaginé e, inexplicablemente, era curiosamente similar a las de mis fantasías.

- Él es mi medio hermano - me indicó, exteniendo su mano hacia un muchacho de unos 16 años, carilindo y de cabellos largos hasta los hombros. - Se llama Agustín.

Agustín tenía una gorra que acentuaba su juventud y remarcaba la vejez de los que lo rodeaban. Su tono de hablar era simple y simpático, como si no tuviera problemas con el mundo y quisiera caerle bien a toda costa.

- ¿Qué haremos? - preguntó Pablo, cuando llegó, siendo mi segundo rostro conocido en la noche. - ¿Para dónde vamos?

- Salgamos a tomar algo por ahí - propuso el chico del cumpleaños.

Esas palabras fueron el inicio de una serie de eventos desafortunados y de uno de los fines de semanas más tristes que se han vivido en el año. Las desgracias estaban a la vuelta de la esquina.

Esa misma noche, habría tres accidentes que involucraría tanto física como emocionalmente a muchas personas que me rodeaban.

Uno de ellos sería por un pequeño descuido y se produciría entre dos amigos míos.

El segundo sería entre el hermano menor de un amigo mío, quien rompería su auto al estrellarse contra un colectivo.

Y el tercer accidente traería una fatalidad.

Nadie pudo verlo venir, pero la vida iba a cambiar demasiado.