Hasta el Día de Hoy

miércoles, 31 de diciembre de 2008

170. La Noche en que Todo Cambió

A la noche del siguiente, el cumpleaños de Lucas era objeto de análisis con respecto a qué haríamos para festejarlo. Era viernes, e independientemente sobre si había conseguido un local para alquilar o no, nosotros teníamos que estar presentes para celebrarlo con él.

"Ven a mi casa y allí veremos dónde vamos", me indicó por medio de un mensaje, así que esa noche, mientras intentaba sacarle a Fabricio información sobre a qué se debió la nueva pelea que estaban teniendo Rafael y él, me cambiaba para asistir.

Esperaba llegar a la casa de Lucas y encontrarme con un mundo de personas que me impidieran el paso. Rostros desconocidos por todos lados, pero, para mi sorpresa no había nadie en las veredas ni música en el interior del lugar. Ni rastros de vida.

Por un segundo pensé en asesinar a Lucas si todo el mundo se había ido a otro lado y no fue capaz de avisarme, pero para mi sorpresa el muchacho salió a atenderme.

Aquella era la primera vez que entraba en su habitación y, sin embargo, me pareció un sitio en el que ya había estado un millón de veces. Tal vez de todas las veces que me la imaginé e, inexplicablemente, era curiosamente similar a las de mis fantasías.

- Él es mi medio hermano - me indicó, exteniendo su mano hacia un muchacho de unos 16 años, carilindo y de cabellos largos hasta los hombros. - Se llama Agustín.

Agustín tenía una gorra que acentuaba su juventud y remarcaba la vejez de los que lo rodeaban. Su tono de hablar era simple y simpático, como si no tuviera problemas con el mundo y quisiera caerle bien a toda costa.

- ¿Qué haremos? - preguntó Pablo, cuando llegó, siendo mi segundo rostro conocido en la noche. - ¿Para dónde vamos?

- Salgamos a tomar algo por ahí - propuso el chico del cumpleaños.

Esas palabras fueron el inicio de una serie de eventos desafortunados y de uno de los fines de semanas más tristes que se han vivido en el año. Las desgracias estaban a la vuelta de la esquina.

Esa misma noche, habría tres accidentes que involucraría tanto física como emocionalmente a muchas personas que me rodeaban.

Uno de ellos sería por un pequeño descuido y se produciría entre dos amigos míos.

El segundo sería entre el hermano menor de un amigo mío, quien rompería su auto al estrellarse contra un colectivo.

Y el tercer accidente traería una fatalidad.

Nadie pudo verlo venir, pero la vida iba a cambiar demasiado.

169. Juego por Campera

Esa noche, Fabricio y Rafael fueron a devolverme el juego y a cambiarlo por la campera que tenía de Felipe. Todo sucedió en menos de cinco minutos, en menos de lo que tarda un cigarrillo en consumirse y fue suficiente como para darme cuenta que Rafael no estaba para nada feliz con mi nueva alianza con su novio. Y también fue suficiente para darme cuenta que dicho novio no lo estaba poniendo al tanto de la situación como yo esperaba.

Cuando volví a casa después de dejar a Ana y debatir sobre la rara reunión en el Café donde nos encontramos con el resto del elenco femenino de nuestra vida, decidí mandarle un mensaje a Fabricio.

YO: ¿Hoy vienes?

Al rato, respondió.

FABRICIO: Pasaré por tu casa en unos minutos. No respondas porque Rafael lo leerá.

Genial. ¿Y esto? ¿Por qué Rafael no podía leer un mensaje mío? ¿Por qué estaba siendo tan imbécil de ocultarle información?

Unos diez minutos después, Rafael y Fabricio se encontraban en la vereda de mi casa.

No hubo mucha conversación, pues se notaba que la mirada de Rafael no era precisamente una que auspiciara que quería entablar una amistad allí. Fabricio propuso un día encontrarnos a tomar algo y luego se marcharon.

Esa noche, por MSN, Fabricio me contó lo que sucedió.

FABRICIO: Es que Rafael no sabe la confianza que tú y yo nos tenemos. No se la supe explicar a tiempo con todo el tema de contarle que sabía que su hermano hablaba mal de mí y entonces dejé pasar el momento. Por eso se sorprendió que ahora tengamos que llevarte el juego.

YO: ¿Y cómo fue eso de buscar el juego?

FABRICIO: Yo quería hacerlo sin que Felipe se enterara, pero cuando fuimos a la casa, resulta ser que no encontramos el juego, por lo que tuvimos que esperar a que regresara. Cuando se lo pedimos, me lo dio y lo único que me dijo fue "dile que me devuelva la campera".

Quedaba solamente esperar a saber cuál sería la reacción de Felipe al hablarme ahora que sabe que Fabricio y yo tenemos un vínculo. No sabía si se iba a enojar o si iba a tratarme bien, pero al menos había logrado mi objetivo: molestarlo.

Estaba convencido que aquella actitud le habría hecho hervir la sangre.

Lo único lamentable fue que tuve que devolver esa campera que tanto yo quería.

168. La Mesa de la Hipocrecía

Tanto Martha como Susana miraron emocionadas cuando mi cordial saludo con Guillermina se llevó a cabo. Era una de esas situaciones incómodas en donde todos fingíamos naturalidad, exceptuando a la prima menor de Ana quien estaba suplicándole que le compraran un helado y que se apresuraran para regresar a casa.

- Con Lucas queríamos alquilar un salón - me comentó Jessica, visiblemente desesperada por lo burlezca que sonaba su oración. - El problema es que el encargado de eso fue él.

- Sí, no sé por qué diablos confiaron en él - repuso Martha. - Sabemos que es un inútil.

- Lo sabemos, pero nada quita que tenemos que sacarles las oportunidades de demostrar que puede cambiar - comenté, como si estuviera orgulloso de Lucas o algo así. - No sé a quién quiero engañar con esto que estoy diciendo.

Las muchachas rieron. Me arrepentí al instante de decir algo malo contra Lucas, pero por otro lado no podíamos negar que era totalmente cierto.

- Yo no creo que pueda ir - repuso Ana. - El sábado por la tarde es mi Confirmación Cristiana, y a la noche hacemos una cena con todos los chicos.

- Casualmente lo mismo que en mi cumpleaños - recordé.

- Sí, ¿no es curioso? - preguntó Ana. - Siento que no estuve en ninguno de los cumpleaños de ustedes.

- Tal vez porque no estuviste en ninguno - le ayudó a entender Guillermina.

- Estuve en el de Susana, en el de Martha y en el de Andrés - recordó Ana.

- ¿Podemos volver a hablar de este? - preguntó Jessica. - Porque la poca operatividad que Lucas está brindándonos realmente me está sacando de quicio.

- Cielos, Jessica, ¿qué esperabas? - pregunté. - Tú sabes que Lucas está esperando que su jefa le resuelva el problema, y Dios quiera que eso pase así, porque sino es incapaz de pensar en un Plan B. Es su oportunidad perfecta para deprimirse y quejarse de la vida, ¿piensas que Lucas va a dejar pasar una oportunidad así por más que fuera su cumpleaños?

Ninguna de las cinco muchacha discutió mi teoría.

- Pero es que resulta ilógico que él trabaje en una Empresa de Eventos y no sea capaz de conseguir un salón - dijo Martha. - O por lo menos de tener algún indicio de cuál nos puede convenir. No nos aportó nada e hizo una lista de 50 invitados, de los cuales todos quedarán en la calle ¡porque no hay lugar!

- Por cierto, ¿tú no trabajas el sábado? - le pregunté a Jessica.

- Claro que sí - me contestó. - Pero faltaré.

- ¿Avisarás al menos?

- Todavía no lo he decidido - dijo y se rió. - Pero es mi fiesta y después lidiaré con las consecuencias. Yo no soy como Lucas que se quedará esperando que la vida lo venga a buscar.

167. Doble Cumpleaños

Jessica y Lucas cumplían años con un día de diferencia, siendo el primero el de la muchacha. Toda la semana estuvieron arreglando alquilar un salón y luego poder hacer una fiesta juntos, como así habíamos hecho en su momento Guillermina y yo, en una de aquellas veladas más inolvidables del año.

Lucas estaba esperando que su jefa sea quien le diera el dinero para poder llevar a cabo el evento, mientras que yo esperaba que no fuera el dinero que me debe por la computadora el que tendría que ocupar.

- Espero que no sea el dinero que te debe el que piensa usar en el salón - me señaló Ana.

Y no era la única persona que lo esperaba así.

Esa tarde, con Ana, estábamos caminando por las calles acompañando a una pequeña prima de la muchacha que tenía que presentar un último trabajo escolar al día siguiente. Las vacaciones estaban a días y las notas más importantes surgían el último día lo que representaba que la criatura en cuestión se encuentre realmente insoportable, tanto que daba golpes contra Ana cada vez que algo amenazaba que no la iba a ayudar.

- Tú no me engañas - le dije a Ana, al oído. - El año que viene te mudas solamente para escaparte de esta niña.

- Créeme que no es una teoría muy errada - me confesó.

Estábamos doblando después de comprar unas tiras de papel para adornar un plato, que era la manualidad que Ana tendría que hacer, cuando entonces las veo. Cuatro mujeres que se escapaban por completo de las sensuales protagonistas de Sex and the City, estaban en una mesa redonda tomando un café. Jessica, Guillermina, Susana y Martha.

- Diablos, me vieron - dije, resignado. - Hay que ir a saludar. Hoy es el cumpleaños de Jessica.

- De acuerdo, finge felicidad - me pidió Ana. - Sobreviviremos a esto.

- No estoy tan seguro.

Las cuatro muchachas levantaron la vista cuando Ana y yo atravesamos el portal de ingreso. Jessica se levantó y fue a saludarnos sonriendo.

Suspiré aliviado. Por lo menos en su cumpleaños, era una persona normal.

166. Más Estúpido

Pero el día perfecto terminó con un dato aún más perfecto, que en otros parámetros de mi vida hubiera sido causa de un declive emocional impresionante, esta vez la situación logró que me sintiera más vivo aún de lo que ya me encontraba.

FABRICIO: Tengo que contarte que hice algo malo.

YO: ¿Qué pasa?

FABRICIO: Es que no aguanté más y le dije a Rafael que su hermano habló mal de mí.

Este Fabricio era un idiota.

YO: Te voy a cortar el pene.

FABRICIO: Perdóname, te juro que no va a volver a pasar. Por favor, no me odies. Es que yo me lo tenía que sacar de encima. Quería aclararle a Rafael que odio a su hermano.

Que chico sufrido este.

FABRICIO: Pero no te preocupes, no le dije que fuiste tú el que me lo contó.

YO: ¿Y no crees que, por más mínima que sea la inteligencia de estos dos hermanos, podrán sospechar que casualmente en los tiempos que nos comenzamos a hablar tú te enteras de algo así?

No podía creer que estaba preguntando eso.

FABRICIO: Es lo que Rafael me dijo. "Eso te lo contó Oliver".

Si bien me tomaba por sorpresa que sea el primer acusado, tampoco íbamos a darle tanto mérito por haber descubierto eso.

FABRICIO: Pero yo le dije que no, porque no eras el único amigo de Felipe que era amigo mío. De todos modos quería contárselo al hermano.

Genial.

FABRICIO: Y yo le dije que no lo haga, porque eso iba a presentar problemas ya que yo no me cerraría la boca ante Felipe con todo lo que sé.

Doblemente genial.

FABRICIO: Entonces dijo que no iba a decir nada.

Me rodean. Lo cierto es que no sé de dónde saco gente así, pero las consigo.

Ven por Mí

165. Al Día Siguiente

Después del tenso final de día, el día siguiente fue mejorando a grandes espectativas. Para empezar, a Ramiro y a mí nos pidieron que hagamos unos trámites y era la primera vez que saldríamos de la oficina juntos para hacer algo.

Tadeo, mi otro compañero que tenía una cabellera adornada de rulos, estaba ayudando también a uno de los nuevos ingresantes a ponerlo al día acerca de las actividades que realiza en cuestión de trámites del ingreso de nuevas mercaderías. Se notaba que aquello le incomodaba porque parecía que tenía miedo de que una vez que su nuevo aprendiz supiera todos los secretos internos, tuvieran que prescindir de él.

Firmamos nuestros permisos de salida y empezamos a caminar por la cuadra de la Empresa.

- ¿Me acompañas hasta el trabajo de mi mujer? - me preguntó. - Voy a pedirle mi auto y tengo que ir hasta mi casa a buscar mi billetera. ¿Te animas?

Ramiro tenía 26 años, era delgado y de ojos verde claro, y estaba de concubino de la madre de su hijo que tenía la misma edad desde que vivían juntos. Era una historia dramática, porque sacrificó sus estudios terciaros para ponerse a trabajar y poder sostener a su familia.

- Podemos ir a donde quieras mientras no tengamos ningún accidente - expliqué. - Porque sé que vives en los suburbios y si nos pasa algo por allí, ¿cómo explicamos que estábamos a kilómetros de los lugares donde nos mandaron?

- Tienes razón, será algo confuso - convino conmigo.

Nos subimos a su auto y nos dirigimos hacia los barrios residenciales de la ciudad mientras hablábamos de cosas de la oficina. Los códigos que manejan nuestros jefes. Las miradas de complicada cuando nos están saturando de trabajo. Sobre lo aplicado que es Tadeo a la hora de hacer algo que quiere hacerlo a una velocidad impresionante. Y unos detalles más sobre qué haremos de nuestra vida si nos echan al final del mes.

La casa de Ramiro era nueva y estaba todavía en construcción. Era un terreno gigante y apenas había comenzado con la cocina, el comedor, un baño y dos habitaciones.

- Hace una semana me mudé y todavía me sigo mudando - comentó. - Antes vivía en la casa de mi suegra, pero finalmente conseguimos con mi mujer tener este lugar hermoso y grande. Si todo sigue bien, construiremos un lugar muy hermoso.

Su utopía parecía ser muy posible porque más allá del desastre que era a primera vista su casa, podría quedar bien si ponían empeño en vivir de una forma organizada, pero el hecho de que sean casi adolescentes los dos dueños convertían en un verdadero caos a todo lo referido a un orden en el ambiente.

Me dio bastante ternura el hecho de lograr ver un par de medias verdes de una criatura que estaban desparramadas por el sillón. Tenían colores navideños y estaban un poco sucias, como si hubiera jugado por toda la casa y luego las hubiera dejado ahí al cambiarse para ir a la escuela.

- ¿Vamos? - me preguntó, cuando muy comodamente me senté. - ¿O quieres que nos quedemos a perder el tiempo aquí en lugar de ir a trabajar? ¿Acaso eso piensas que estaría bien visto por Tadeo?

Me reí y me salí de la casa para subirme al auto. Tadeo se enteraba de esto y haría un escándalo nacional. A veces, tener un cómplice como Ramiro venía a la perfección para escapar de la rutina.

164. Tenso Final

Mi oficina en ese momento se paralizó, pues todos allí temíamos a la reacción del Sr. Verdian, quien es el Jefe de nuestro sector. Un hombre amable pero demasiado agresivo cuando las cosas no salen bien. Empieza a lanzar gritos a los vientos y eso lo vuelve casi al mismo nivel que Merly Streep en El Diablo Viste de Prada. Aunque confiezo que dudo mucho que sepa qué era Prada, de todos modos era para temerle.

- Dime que alguna vez te pasó esto y que sabes cómo solucionarlo - le supliqué a Ramiro Blanc, uno de mis compañeros de oficina, quien dicho sea de paso es el que más uso le da al portátil.

Ramiro intentó inspeccionar qué faceta de aquella computadora era la que había fallado, pero sólo desgastó unos segundos de vital importancia en vano. Lo peor de todo es que no podíamos apagarla porque estuvo cargándose de batería todo el resto de la mañana.

- Llamaré a los encargados de Computadoras y Sistemas - comentó, algo alterada también, la Sra. Guerras, una rechoncha mujer mayor que estaba a meses de su jubilación.

La ayuda de parte de los operadores fue casi tan útil como mis intentos de hacer que Felipe entendiera alguno de mis chistes.

Nadie tenía idea de qué hacer, el horario ya estaba próximo y nadie se animaba a levantar el teléfono para comunicárselo al Sr. Verdinal.

- Lo llamaré yo - dijo el Sr. Cuevas, quien dicho sea de paso es mi jefe de Sector. - Veo que estás demasiado aterrorizado como para contárselo a él.

- ¿Se me nota demasiado? - pregunté, al borde de las lágrimas.

Entonces el caos fue mayor, aunque a todo esto, la nieta del Sr. Verdinal dormía plácidamente con la cabeza apoyada en uno de mis escritorios, porque había salido temprano del colegio y tenía que hacer tiempo hasta el mediodía para poder ir a su casa. La hija del Sr. Verdinal, Cristina, también trabaja en una de las oficinas de la Empresa, pero como estaba a cargo de Atención al Público, no podía hacerse cargo de la hija.

- Sr. Verdinal - dijo Cuevas, al teléfono. - Hay un problema con la Notebook y no podemos imprimir el acta.

- ¡¿QUÉ?! - se escuchó el grito por toda la oficina pese a que fue por teléfono.

Por un segundo tuve la impresión de que Cuevas quedó medio atontado y aturdido.

- Oliver intentó conectarla a las impresoras de aquí y se ha congelado - continuó explicando Cuevas, como si Verdinal entraría en razones.

Ramiro y yo cruzábamos miradas de temor y en ese momento tenía ganas de desaparecer del planeta. Entonces sucedió algo gracioso que si no fuera porque la situación era para cortarse las venas, me hubiera reído. Verdinal ingresó a la oficina gritándole al teléfono mientras que Cuevas seguía hablándole por medio de él. Así que al segundo, ambos seguían conversando estando en la misma oficina.

- No se ofenda, pero creo que voy a cortar la comunicación - le dijo Cuevas al notar que Verdinal había ingresado.

Por si el momento no era demasiado tenso como para que encima le esté agregando ironías.

163. El Error de la Notebook

En un primer momento, era un día como cualquier otro en la oficina.

La mañana transcurrió con un calor impresionante, luego de que el día anterior se viera atacado por una tormenta que hizo que el agua ingresara por toda la habitación y tuviéramos que pasarnos la mañana colocando las cajas de archivos que adornaban el piso, tuvieron que ir a parar sobre los armarios.

De repente, los empleados encargados de la limpieza desaparecieron de la Empresa, por lo que mis jefes mismos estuvieron a cargo de limpiar el agua que marcaba manchas en el piso e iban peligrosamente hacia los cables que estaban sueltos y desparramados.

Una nueva camada de ingresantes había despertado todo el interés de los que estábamos hace seis meses, porque creíamos que serían nuestros reemplazantes.

Nuestros contratos estaban por terminarse y no había ninguna hipótesis sobre si seguiríamos perteneciendo al personal del lugar.

Nadie sabía nada, nadie respondía nada y los días estaban a poco de cumplirse.

Por ello, cuando todos los Gerentes del Estado decidieron reunirse en la sala de Directorio esa mañana, muchos fueron los que pensamos que aquello se utilizaría para hablar sobre nuestro futuro.

- Oliver, en un momento, a la hora que termine la reunión, vas a subir con la notebook para que puedas redactar el Acta Vinculante - me indicó. - Tú escribes rápido y quiero que estas 14 personas puedan firmar esto antes de que se vuelvan a repartir por todo el Estado y luego sea imposible ubicarlas.

Así fue que media hora antes del horario de salida, la reunión que se mantenía con todas las personalidades más importantes de la Empresa, dio por concluída la reunión y me citaron para redactar el Acta.

Contrariamente a lo que todos sospechaban, la reunión se trataba sobre los Ausentes que está teniendo la Empresa en estos días por un cambio de modalidad en los Convenios de Trabajo.

Terminando de redactar el Acta ante todo el mundo con una calidad impresionante y velocidad, mostrándome ante todo el mundo, me indican que imprima unas 10 copias, por lo que bajo hasta mi oficina y decido conectarla.

En ese momento específico fue que la pequeña computadora portatil decidió dejar de funcionar. A dos minutos de la hora de salida y con una cantidad importante de Gerentes de todo el Estado.

Genial. Sencillamente genial.

162. La Otra Historia

FABRICIO: Me lo imaginaba. Siempre se lo digo a Rafael, pero él lo niega.

Entonces Fabricio comenzó a contarme la historia de cómo se conocieron. Resultó ser que cuando él fue a su casa por primera vez, tuvo intenciones de acercarse a Felipe, pero su propio hermano se lo impidió por una cuestión de celos. A partir de allí, Felipe pensó que todo fue culpa de Fabricio y por ello comenzó a odiarlo.

FABRICIO: Siempre intenté que mi cuñado sea mi amigo, pero nunca me lo permitió. Ahora con esto que me dices, confirma mi teoría y significa que voy a dejar de intentar hacer algo para lo cual no soy bien recibido.

Luego, comentó una historia acerca de un amigo de Felipe que terminó siendo amigo de Fabricio. Eran un grupo de la Iglesia, y obviamente también gay. No sé por qué el "obviamente", pero así fue como Fabricio me lo relató. La cosa es que Felipe se armó de nervios al enterarse de esto y una vez que el chico fue a visitarlo le dijo muy cortante "¿Por qué no vas mejor a lo de Fabricio, ya que son amigos ahora?".

FABRICIO: Y lo mismo pasará contigo ahora. Tú y yo ya nos llevamos bien y seguramente nos veremos.

YO: Pero si dice algo sobre mí, es porque él me eliminó de su vida. ¿Qué quieres que haga?

Pero el remate final de todo fue cuando terminó la conversación.

FABRICIO: Sólo te digo una cosa. Así como Felipe habló mal de mí, también habló mal de ti.

Esa no me la esperaba.

Aunque extrañamente tampoco me sorprendía, no sé por qué.

YO: ¿Qué dijo?

FABRICIO: No importa, y no lo comentes o Rafael me asesinaría. Mira que me juego la vida al darte ese dato.

YO: Sabes que no haré líos. No más de los que ya hay.

FABRICIO: Yo entiendo que estés mal por esto, pero déjame decirte que Felipe no es una persona por la que vale la pena que te arriesgues. Tampoco jamás le ruegues para volver.

YO: Créeme que lo aprendí de la forma más dura.

Sí, definitivamente el consejo de Fabricio, me hubiera venido bien hace dos meses atrás.

No hubiera servido de nada, porque todo el mundo me lo dijo y aún así... nunca quise creerles.

161. Fabricio Honesto

Cuando vi a Fabricio conectarse esa noche, le comenté lo que tenía que decirle: que Felipe se había acordado que tenía que devolverle la campera, por lo que ahora estaba viendo que todo mi plan era en vano.

Entonces Fabricio volvió a insistir con algo que yo pensé que no me preguntaría.

FABRICIO: ¿Te gusta Felipe?

Intenté cambiarle de tema, pero insistió.

YO: De acuerdo, Fabricio, ¿por qué eres tan cruel de preguntarme algo de lo que ya sabes la respuesta y se nota que no quiere hablar?

FABRICIO: Perdón, no hablemos del tema. Es que ya me parecía. Sólo que no sabía bien. ¿Ustedes se conocieron por chat?

YO: Alguien le dio mi dirección de correo y así empezó todo.

Recordar aquello era bastante humillante.

FABRICIO: ¿Se conocieron cuando fuiste a su casa?

YO: No, cuando él vino a la mía. Luego nos vimos en la casa de Ana y la tercera vez fue en su casa.

Nuevamente, el suceso de cómo pasó todo fue demasiado. Estaba admitiendo a su cuñado todo lo que sentía. ¿Qué más humillante que eso?

FABRICIO: ¿Se dieron alguna vez un beso?

Esto.

YO: No.

Sí, definitivamente esto.

FABRICIO: No me sorprende, realmente le encanta tener a todos detrás de él para luego no hacer nada.

Me sentí un poco mejor al saber que no era el único. Sólo era un estúpido más del montón.

No sé cómo fue que me hizo sentir mejor, entonces.

YO: Es que sabemos que lo único que tiene es ser hermoso. Dios sabe que carece de inteligencia, simpatía y personalidad.

FABRICIO: Lo sé. Lo mismo pasa con Rafael. Si algún día le tiran ácido en la cara o tienen un accidente, se mueren.

Pese a que Fabricio lo decía por el rostro de los chicos que se morirían de angustia, me imaginé que si le tiraban ácido o tendrían un accidente, también corrían riesgo de morir de verdad. Pero se entendió la intención de la metáfora.

FABRICIO: Una pregunta, ¿Felipe no me soporta mucho, cierto?

YO: La verdad es que te odia.

Ya que estamos, ¿qué peor que seguir embarrando más el asunto todavía?

Te Aviso Te Anuncio

160. Noche Tranquila

La tarde me encontró con Lucas, que como siempre, no aportó nada a mi tarde más que un rato de diversión para retomar los capítulos de Naruto que nos habíamos quedado sin ver. Luego de eso, se marchó y yo recibí una invitación de parte de Tobías para ir a perder tiempo a su casa.

Así fue como la noche de hombres fue liderada por Tobías, Emilio, Pablo, Marcelo y yo, donde se debatieron diversos temas superficiales patrocinados por una botella de cerveza. Cuando se agotó, fui con Pablo a comprar más.

- Ahora estoy enojado - me contó. - Todas las mujeres con las que yo tenía mi piratería están de novias oficialmente y, lo peor, es que le quieren ser fieles a su novio. ¡Es injusto! Cuando ellas querían ser piratas conmigo, yo lo hacía por más que tuviera a Paola. Pero ahora ellas no.

- La reciprocidad es un arte olvidado - comenté, mientras llegábamos al kiosco. - ¿Y cómo están las cosas en tu casa?

Habíamos quedado con Pablo en hablar acerca del asunto de que su padre se fue con otra mujer y abandonó la familia. Sólo que no había tiempo ni forma nunca para que podamos hablarlo.

- Ahora las cosas en mi casa se encuentran bien - comentó. - Un poco desbaratadas, pero superándolas. El problema reciente fue que mis abuelos maternos comieron algo en mal estado y estuvieron un día internados. Lo que mi casa era un desastre viviente de gente llamando y preguntando por ellos, por lo que no pude estudiar mucho.

- Entiendo, te divertiste entonces - ironicé.

Cuando volvimos a sentarnos con los chicos después de ese camino, mi imaginación jugaba a que en cualquier momento aparecería Rafael y me gritaría, delante de todos, que dejara en paz a Fabricio.

Luego apartaría a Rafael del lugar y miraría a mis amigos diciéndoles algo así como "les juro que puedo explicar esto", y tendría la charla con el hermano de Felipe diciéndole que mis intenciones con Fabricio no son más que las de una amistad.

De todos modos, pese a que la casa de Tobías queda a una cuadra de la disco más famosa de la ciudad, ni Rafael ni compañía cruzaron por ahí.

Me quedé unos minutos más allí y luego decidí que era tiempo de volverme. Estaba cansado pero quería terminar algunos de todos los trabajos que tenía para hacer. De todos modos, no sirvió demasiado porque estaba como al principio, sin poder avanzar en nada.

Me dormí durante 17 horas seguida y desperté entrada la noche de domingo, dispuesto a empezar una nueva semana que, ya con el aire acondicionado no funcionando y con el Plus de mi MSN que había desaparecido de mi computadora, sirvió para anunciarme que se pronosticaba igual de mala que la anterior.

159. El Revés

De hecho, todo parecía indicar que mi plan estaba saliendo a la perfección. Inclusive, mi vínculo con Fabricio había aumentado un poco al punto de tener la confianza de preguntar "Si Felipe y yo seguimos sin hablarnos, ¿queda bien que nos juntemos contigo y Rafael, algún día, a jugar en la casa de Ana o en la mía?".

FABRICIO: Obvio que sí. Cuando quieras.

Todo parecía estar saliéndome bien, e inclusive esa misma tarde Fabricio recuperaría mi Clue de la casa de Felipe, sin que yo tuviera que devolver esa campera.

Pero entonces, algo sucedió esa misma tarde cuando por error decidí conectarme mientras esperaba a Lucas.

Felipe volvió a hablarme y no de una forma muy cortez.

FELIPE: No quiero sonar grosero. Antes que nada, "hola, ¿cómo estás?". Segundo, quiero mi campera.

Diablos.

YO: De acuerdo.

FELIPE: ¿De acuerdo qué?

Paciencia.

YO: ¿La quieres hoy?

FELIPE: No, hoy no.

YO: Entonces la semana entrante, si tengo tiempo, te avisaré para devolvértela.

FELIPE: Genial.

No volvimos a hablarnos.

Estaba claro que algo en mis planes había salido mal y me quedé pensando en todas las posibilidades que pudieran existir por esto. Si Fabricio fue a pedir mi juego esa tarde, es muy posible que se haya molestado y por eso tuvo esa táctica. Si conseguí molestarlo, por lo menos ya era algo, porque aquella era la primera vez que sí quería hacerle daño.

No me gustaba la venganza que estaba haciendo, pero tampoco es que tenía una buena forma de herirlo del modo que él hizo conmigo, así que tenía que abstenerme a usar las pocas armas que tenía para sobrevivir.

Esa noche vino Leo a mi casa y yo intenté dormir un poco mientras él hacía un trabajo en la computadora. Me despertó a las 5 de la mañana cuando me llegó un mensaje de mi ex, Hugo, que solamente decía "¡hola!" y que no respondí.

A partir de allí, un intenso dolor de cabeza me invadió y terminé vomitando por más de dos horas el resto de la mañana. Totalmente sorpresivo, porque hace años que no tenía un ataque de estos.

158. Ganar en Algo

Me pasé el resto de la charla convenciendo a Fabricio de recuperar mi juego de la casa de Felipe, sin que tenga que devolverle su campera. Quedamos en que íbamos a hablar bien sobre el plan, si es que él y Rafael volvían a hablarse, claro.

- Y fui un estúpido - le conté a Lucas, al día siguiente. - Porque me metí en problemas por querer hacerme el gracioso y esquivar el momento de reencontrarme con Felipe. Aunque, sinceramente, sospecho que le quito un peso de encima.

- Yo apostaría en que va a querer recuperar su campera - acotó mi amigo.

- Es posible - comenté. - Pero le va a hervir la sangre de rabia cuando se entere que ahora hablo con Fabricio. Para empezar, no lo quiere. Así que imagínate cuando Fabricio le pida mi Clue para devolverme. Va a insultarme muy feo. Estoy seguro. Pero lo que sí es seguro, que haré todo lo posible por no devolverle su campera.

Lucas se quedó mirándome en silencio.

- ¿Esa es tu venganza porque no te quiere hablar? - preguntó. - ¿Robarle una campera?

- No - respondí, siendo sincero. - Lo de la campera no es una venganza.

- ¿Entonces por qué tu obsesión por no devolvérsela?

- Porque quiero saber que al menos le gané en algo - le dije, desesperado porque entienda. - Porque necesito saber que no perdí todo lo que tenía y que algo bueno salió para mí de todo esto, por más que sea una mundana campera que no necesito.

Las lágrimas me corrían por los ojos en el momento de decir mi argumento, pero no podía evitarlo.

- Necesito saber que no fueron tres meses en vano - remarqué. - Y no quiero dejar que Felipe me vuelva a ganar, porque sinceramente me ganó en todas las partidas. En una tengo que salir vencedor yo.

Entonces lo supe. Esta vez era diferente porque había perdido más de lo que pensé.

Cuando terminé con Juan, él era un chiste de la vida. No tenía empleo, no sabía qué hacer de su existencia y abandonaba todo. Luego, Lucas siguió exactamente el mismo camino. Guillermina quedó totalmente sola y desamparada sin mí. En cambio, Felipe, era el único que ganaba más de lo que perdía al dejarme ir.

Su mundo no se modificaba en lo absoluto y en todos los aspectos, Felipe era mejor que yo.

Era esa competencia que nos ponemos a la hora de saber que alguien nos deshechó. Esta era la peor derrota de todas, porque era la primera vez que alguien ni siquiera me vio como una competencia.

157. La Pelea Más Fuerte

Rafael y Fabricio terminaron su relación el 17 de Noviembre de 2008, a exactamente 10 meses de haberla empezado.

¿Cómo es que me enteré de esto si no me hablo con Felipe? Bueno, es una historia interesante que mezcla a la falta de comunicación, con el interés de recuperar un juego y con una confiaza absoluta entregada en el primer momento de la charla. Y nada de esto hubiera pasado si no fuera por la ayuda de los metroflog, quien Carlos fue el que me hizo descubrir que Fabricio tenía uno.

Y así empezó todo.

Felipe se había quedado con mi Clue, la tarde de un jueves cuando prometimos encontrarnos un viernes que nunca sucedió. Yo me había quedado con la campera de Felipe, la noche de un martes, un día antes de que tengamos que rendir para ingresar al Juzgado.

¿El objetivo? Recuperar mi juego sin devolver su campera.

¿Motivo? Me quedaba bien.

¿Es robo? Sí, tal vez.

Cuando me inicié por dos días en el mundo del metroflog y firmé el de Fabricio, una amiga de él me pidió mi dirección de correo y pudimos hablar brevemente. Ahí estaba la clave y fue la persona a quien le pedí el e-mail del muchacho en cuestión. Me lo dio.

Fabricio comenzó a contarme que se habían peleado porque Rafael lo hacía llenarse de celos en el chat con los hombres con los que hablaba. También confesó que esa misma tarde, Rafael estuvo llorando para que lo perdonara y por más que le dolía en el alma, no quería ceder.

Había llegado el momento de actuar y hacerme el psicólogo. Le dije que si se imaganaba no estar con él de aquí a dos semanas, que si valía más esta pelea que todo lo que pasaron juntos y si realmente se iba a animar a enfrentarse al mundo sin Rafael. Comenzó a dudar.

Agradeció el que lo haya ayudado a pensar. Pero no se conformó con eso.

FABRICIO: ¿Me quieres contar ahora que pasó entre tú y Felipe?

Genial. Había sido lo suficientemente obvio como para que ellos notaran que Felipe me interesaba. Aunque, sinceramente, creo que hasta los pastos del patio de la casa de los mellizos lo sabían.

YO: Sinceramente... nada.

Error. Acababa de reconocer que Felipe me interesaba sin saber a qué se refería Fabricio.

FABRICIO: Pero por algo se pelearon.

Ahora sí me sentí un estúpido.

Soy brillante para estas situaciones. Brillante.

156. Mañanas Interminables

Los días siguientes en la oficina, fueron una especie de calvario que anunciaba que la tragedia de Felipe no era tan mala a comparación.

Para empezar, mis jefes estaban en pleno arranque de histeria por lo que tenía miedo de comunicar que no había ido a rendir el viernes por miedo a que me maten, pero lo peor de callarme era el miedo a que apareciera la profesora a comunicarles que no lo había hecho. De hecho, apareció, pero para mi fortuna, solamente rindió unos papeles y ninguno de mis jefes se encontraba en mi oficina.

Cinco minutos antes de la hora de retirarnos, uno de los jefes descubrió que necesitaba un recibo con extrema urgencia y me mandó a hacer la transacción, por lo que salí 45 minutos tarde del horario acordado.

- No me cierren la oficina - le dije a mi jefe al teléfono, cuando me anunciaba que él sí se iba. - Tengo todas mis cosas allí.

Por supuesto, mi oficina cerrada con llave cuando volví a la empresa, por lo que tuve que pedirle a Seguridad que me diera la copia mientras sostenía una conversación de casi media hora con Ana al teléfono. A la chica le había ido bien en la próxima ciudad donde se mudará con su padre el año próximo. Cada vez más cerca de su despedida.

Pero al día siguiente, la noticia de no haber rendido llegó y me exigieron volver a presentarme al día siguiente. El problema fue que cuando fui, hubo un problema en la comunicación y la profesora me daba un día más para rendir, por lo que casi no dormí por estudiar... en vano.

A la hora de pasarnos a contratados, nos hicieron hacer una amplia gama de estudios, que pude hacerlo gracias a la compañía de Cristopher, un joven enrulado que trabaja en una oficina adjunta a la mía que también le tocaba el mismo turno que a mí. El problema fue que mi jefe casi no me deja ir a la hora convenida porque se le ocurrió que teníamos que terminar un trabajo a esa hora.

Casi lo mato.

Cristopher me paseó por toda la ciudad a las corridas, entre radiologías y electrocardiogramas, porque no le gustaba no estar trabajando. Lo cual, sumado al análisis de sangre, estuve mareado todo el resto de la mañana.

Finalmente Tadeo fue el que se llevó la peor parte, al tener que soportar a mi jefe en pleno arranque de histeria, mandándolo como si fuera un soldadito de plástico. Por un momento, se sacó de quicio y le contestó que no podía con todo, lo cual se arrepintió al instante, pero es que realmente no se lo pudo aguantar y ni siquiera lo meditó.

- Voy a trasladarme de oficina - me dijo, en chiste. - Ya le insulté al jefe. La próxima, seguro vamos a los golpes.

Y yo que pensé que cuando mi jefe no me dejó salir y yo comencé a pedirle que me marchara, me había desubicado. De todos modos, entendía a Tadeo. En estos días la gente en el trabajo andaba un poco desquiciada.

La Vida al Revés

155. La Hora de la Verdad

domingo, 28 de diciembre de 2008

- ¿Qué sabes de Felipe? - me preguntó Lucas.

Odiaba que me pregunte sobre cosas que no quería hablar, pero de todos modos era inevitable no responder.

- Lo mismo que sabes tú - dije, irónico. - Nada.

- Pero... ¿y las cosas de cada uno?

- De más está decir que estás comprometido a ir a buscar mi Clue cuando él lo pida y le llevarás la campera - dije. - No voy a someterme a verlo para que sea nuestra despedida definitiva.

Lucas tenía algo que decir. Lo noté por su forma de mirarme. No era una mirada usual, sino una que demostraba pena.

- ¿Sabes qué significa esto realmente, verdad? - preguntó.

- ¿Qué sólo me relaciono con imbéciles?

- Que lo del insulto fue una excusa - respondió, ignorando mi sarcasmo. - Una pobre excusa porque no sabía cómo decirte que no quería que aparecieras más.

Aquello me dolió más de lo que pensé. Era más fácil hundirme en la tragicomedia de la situación antes que intentar resolverla para llegar a esa conclusión tan dolorosa.

Mi voz se quebró y estuve a punto de llorar.

- ¿Cómo puede existir esto? - pregunté. - ¿Cómo pudo pasarme de nuevo?

Era el mismo fantasma que azotaba a mis puertas siempre. El de Juan, el de Lucas, el de Felipe. Todos tenían ese mismo final. Todos tenían esa tragedia escondida.

Tosí y mis lágrimas se confundieron como una señal de asfixia, aunque no pude engañar a Lucas. Sólo agachó la mirada y no dijo más.

- Lamento que te haya pasado de nuevo - respondió. - Eres una buena persona y no es justo.

- ¿Lo soy? - pregunté retóricamente. - Porque si lo fuera, tal vez no me pasaría. Ya... Ya no sé si soy bueno o no.

Nos quedamos en silencio por un rato y luego Lucas se marchó murmurando un próximo plan que no sabíamos cuándo llevaríamos a cabo, pero ahora teníamos Internet para comunicarnos.

Ese día dormí más 14 horas.

154. Un Copilado de los Míos (2° Parte)

Pero no sólo a mí me pasaron cosas, sino que la vida de mis amigos también cambió un poco.

* Ana hizo un viaje durante tres días con su madre para ir a ver la casa que alquilarían cuando termine el año y deban mudarse. Quise mantenerme al márgen de todo eso.

* Juan se enteró que Maya se encuentra de novia con un ex compañero, cuando los encontró juntos por casualidad, pese a que ya lo sospechaba desde antes. De más está decir que me encantó decirle que ya lo sabía hace tiempo. También reveló que Lucio y él ya no se hablan como antes.

* Lucas disfruta de su vida con Internet, y en sólo dos días ya llenó su computadora de virus, por lo que tuvo que solicitar la ayuda de Marcelo. También estaba en el chat con Marga, la hija bellísima de su jefa, donde tuvo una pelea de histeriqueos.

* Leo se encontró con la madre de un viejo amigo que le contó una historia totalmente secreta. Resultó ser que su marido falleció un día después de tener ocho años de cáncer y ella jamás lo supo. La mujer, encima, perdió dos hijos en un accidente. Nunca se recuperó por completo.

* Iván terminó su plazo de cursadas en su facultad, y antes de emprender el regreso a la ciudad y ponernos a todos a jugar Rol, se sintió feliz de poder descanzar un poco, aunque estaba atrasado con algunas cuestiones de su vida personal.

* Martha, que le había dado el celular para que lo arregle a Marcelo, estaban a punto de iniciar una guerra en donde, cualquiera de los dos, podría arrancarles los ojos al otro.

* Marcelo admitió sentirse perseguido por las situaciones de su vida que lo rodean y cree que cada cosa que hace, está mal, de alguna forma.

* Susana sufrió una intoxicación que la llevó a estar medio día internada y con suero. Afortunadamente, nada grave.

* Andrés se encontró con Morgan, su novia del año anterior y por un segundo tuvo ganas de volver a verla, hasta que ella cambió de idea. También sufrió una nueva desilusión amorosa que le duró dos días, hasta que encontró una nueva chica con quien pasar el tiempo.

* Julieta y el hermoso chico que arregla computadoras tuvieron un encuentro sexual que duró toda la noche. Su cumpleaños estaba próximo, pero ella no estaría con él porque regresaría por unos días a la ciudad.

* A Guillermina se la vio en una disco con su hermana y sus amigas, como las únicas personas en el mundo que le quedan disponibles para salir. Además, con una de sus hermanas menores, se marcharía a una ciudad el año próximo. Todo un movimiento indiscutible en el grupo.

* Pero el broche de oro se lo lleva Pablo, quien ahora enfrenta en su familia que su padre haya abandonado la casa por irse con otra mujer y él tenga que ser el nuevo pilar para mantener a todos.

153. Un Copilado de los Míos (1° Parte)

En los días posteriores donde Felipe y yo no nos hablamos sucedieron diversos eventos. Todos estos, patrocinados por mi gripe, por supuesto.

* El día que estuve inconsciente durante casi 23 horas, fue el mismo día en que mi grupo de la oficina rendía el curso Atención al Cliente, que por obvias razones no pude presentar, por lo que mi jefe y Tadeo, mi compañero de trabajo, estuvieron logrando una reunión entre ellos. Se citó para el jueves, finalmente, y el día que decidí ir resultó ser que no había nadie más en la facultad. No había profesores ni otros alumnos. Solamente yo y una botella de 7UP que me había comprado por los líquidos que necesito ingerir. Era una imagen realmente triste, más teniendo en cuenta que era el mismo día que Felipe me eliminó de su vida. Pero por si no fuera poco, llamé a mi padre para que me buscara y me hizo esperar cerca de media hora.

* Esa misma noche, Juan y Lucas estaban hablando conmigo por chat. Faltaba Guillermina y ya tenía a La Noche de los Muertos Vivientes contemporánea.

* La mañana siguiente regresé al trabajo y para mi sorpresa, la profesora fue a decir que no aparecí, por lo que me citó nuevamente esa misma tarde. Por desgracia, tenía turno con un otorrinolaringólogo, lo cual a ciencias ciertas me parecía más importante el sistema de terminar con mi resfriado y mi dolor de garganta o mi próximo paso sería pedir que me realicen una eustanacia.

* Fabricio y Rafael se comunicaron brevemente conmigo por medio de un metroflog, y aunque no dijeron nada ni nos acercó la relación, por lo menos tuvieron una especie de contacto y ya sabían donde encontrarme. Al menos les dejé abierta una opción a dos personas que eran lo único que me aferraba a Felipe. Bueno, eso y mi juego de mesa que tiene él, más su campera que nunca devolví yo.

* Fui a llevar mis papeles solicitados por el Juzgado para ingresar, y por un segundo casi me hacen problema por haber anotado mal una dirección. Resultó ser que mi casa queda cerca de una esquina, y yo anoté la dirección de una calle diferente a la que figuraba en mi documento. Por fortuna, no me hicieron reproches y me dijeron que podría irme tranquilo. El trámite me llevó menos de media hora y entre esos treinta minutos, le rogaba al cielo que no coincida con los horarios que Felipe tenía para llevar su documentación.

* Una amiga de Fabricio se puso en contacto conmigo y de la nada me pidió mi número de teléfono. No sé para qué será y todo sigue pareciendo muy raro.

* Carlos me mandó un par de mensajes para reencontrarnos, que no respondí o negué evasivamente. Después de haber encontrado menos dinero en mi billetera la noche que él estuvo conmigo, produce cierto rechazo dejar ingresar a la habitación de uno. Por suerte, tenía la excusa de la gripe.

152. Equivocado

Me había equivocado con respecto a Felipe, pues resultó ser que nuestra infantil pelea para él era mayor de lo que hubiéramos imaginado.

Fue por chat, como de costumbre.

FELIPE: Creo que lo que me dijiste, tu insulto, se debió a toda la confianza que nos dimos en todo este tiempo que pasamos juntos. Es mejor si nos damos un tiempo.

Minuto de silencio para mí. ¿Un tiempo? ¿Cuándo nos veíamos? Desde que terminamos de rendir solamente nos vimos una vez. Y ahora... ¿teníamos que dejar de vernos?

FELIPE: Sé que vas a pensar que es estúpido, porque ni nos vemos, pero creo que es lo mejor. No me gustó lo que hiciste y creo que un tiempo sin comunicarnos será mejor para los dos.

YO: Si es lo que quieres, está bien. Pero no soy bueno con esto.

FELIPE: ¿Qué quieres decir?

YO: Que si quieres que me vaya de tu vida, no me voy a vender y aceptaré lo que quieras. Pero, ¿estás seguro? Porque nunca fui bueno con las segundas partes, y si me dejas ir ahora... La verdad es que no va a haber marcha atrás.

FELIPE: No dramatices. Esto no es un "adiós", es un "hasta luego".

Me quedé intentando encontrarle sentido a las palabras, mientras hablaba con un Lucas que había conseguido tener conexión a Internet después de casi un mes de esperarla. Casi el mismo tiempo que yo estoy esperando que me devuelva la parte del dinero que le presté y jamás me fue retribuida.

Le volví a hablar a Felipe, sólo para quitarme una duda de nuevo.

YO: Por casualidad, ¿qué fue lo que hice mal?

FELIPE: ¿Cómo?

YO: Digo, después de todo lo que pasamos, quiero saber qué fue el error tan grande que tuve. Porque es obvio que tuve un problema, o quizá varios, y necesito modificarlos para que en el futuro esto no me siga perjudicando. Así que dime, ¿qué hice mal?

FELIPE: Nada, solamente me insultaste.

Tuve un ataque de risa.

YO: ¿Entonces me quieres decir que nos estamos separando porque te insulté?

FELIPE: Sí, así que no te sientas tan mal.

Doble ataque de risa, aunque creo que esta ya era cínica. Me sentía como el Guasón.

YO: ¿Me estás diciendo que después de todo lo que hice por ti, todo lo que pasé por ti y todo lo que tuve que mentir por ti... todo eso no valió nada porque el viernes pasado... te insulté?

FELIPE: Sí.

YO: Diablos, tu balanza anda para el culo.

151. El Frustrado Encuentro

Dos días después de mi regreso a la ciudad, volví a enfermar de anginas y una operación a extirpar mis amígdalas estaba más cerca de lo que yo hubiera imaginado.

Nuevamente un certificado mediante que me impedía regresar al trabajo con el bonus de un Tadeo que me odiaba con todo su corazón por haberlo dejado a merced de mis jefes y me mandaba mensajes insultándome, fueron la nueva excusa por el cual estuve inconsciente y postrado en mi cama por más de 23 horas seguidas. Es como si hubiera acumulado cinco meses de trabajo en la oficina y esa noche me los quiso cobrar mi cuerpo.

Por supuesto que hubo inyecciones de por medio y mucho dolor, pero cuando me desperté al día siguiente, me sentí más despierto que nunca, aunque la gripe continuaba.

Habíamos quedado con Lucas en encontrarnos esa noche de miércoles, puesto a que al día siguiente yo no trabajaba, y de paso nos quedaríamos toda la noche mirando el final de la temporada 2 de Desperate Housewives, donde habíamos acordado mirar de una sola sentada los 6 capítulos finales.

Llegó a las 22.

- Me vas a matar - anunció. - Pero en un rato tengo que ir al trabajo, porque llegó un nuevo mandado de decorados para un evento y nos llamaron de urgencia para colaborar.

Por supuesto, quise matarlo.

Ese día nos dedicamos a convenir cuando sería conveniente que comencemos el gimnasio. Me pareció una idea interesante para llevar a cabo con todos los chicos, y Tobías y Pablo no dudaron en agendarse un momento especial para que todos podamos compartir esa rutina.

- ¿Qué hay de Felipe? - preguntó Lucas, queriendo saber, antes de marcharse, en qué quedó ese tema. - ¿Volvió a hablarte?

- Hoy le mandé mensajes y no respondió - dije. - Mañana seguramente nos encontraremos por chat y todo se verá. No creo que dejemos de hablarnos.

Pensé que Estarían

jueves, 25 de diciembre de 2008

150. Historias Rebuscadas

Esa noche volvimos con Julieta del recital y decidimos pegarnos un baño antes de volver a salir. Mientras ella lo hacía, yo tuve un pequeño dejo de melancolía y decidí revisar el metroflog de Fabricio, para ver si me encontraba con algún indicio o señal de saber algo de la vida de ellos, que nunca terminaron de aceptarme y que siempre me morí por encajar.

Y ahí estaba, una foto de él y Rafael juntos, más las palabras más bellas que jamás he leído.

"Lo único que pido es que me des un poco más de cariño. Que me hagas sentir que te gusta estar conmigo. Porque no te das una idea todo lo que eres para mí. Y cuanto me duelen todas estas cosas, bebé. Siempre te digo que no soy el novio perfecto, pero te juro que no te das una idea de cuánto te amo. Si un día me preguntas "Amor, ¿cuánto me amas?", te voy a decir la verdad. Que ni yo sé cuánto te amo. Pero si tengo que dar mi vida por ti, la daría, porque significas todo para mí."

Debo confesar que mis ojos se llenaron de lágrimas al leer esas palabras.

- Los odio - confesó Julieta, al leerlo. Visiblemente también estaba afectada. - Los odio.

- Debo confesar que pese a que pone en vigencia ante todo el mundo la homosexualidad de ambos... es lo más tierno del mundo - dije. - Siento tanta envidia que me duele el estómago. Son como una pareja feliz que tiene que ser destruida. ¿Ves? Por unas cosas maravillosas como estas es que surgen los malos en las novelas.

Julieta se río de mi comentario y también contempló un tiempo más la foto de ellos dos.

- No deberías odiarlos a ellos - dijo Julieta, mirando la foto. - Sino a Felipe.

- ¿Por qué debería odiarlo? - pregunté. - No es su culpa que no me quiera. No quiero hablar de eso tampoco porque no es para eso este viaje o sino me voy a estar despellejando vivo en cualquier momento.

Un segundo de silencio en el cual los dos sabíamos que eso nos estaba costando un poco más de la cuenta, el asimilarlo.

- Tendríamos que haber ido hoy cuando nos pidieron - me dijo, la muchacha.

- ¿Y contar qué? - pregunté, indignado. - La romántica historia sobre cómo te acuestas con alguien cuando estoy durmiendo en la habitación de al lado, o la aún más romántica historia de cuando me acosté con el ex novio del actual novio del que quiero que sea mi cuñado.

Julieta sonrío. Parecían historias increíblemente rebuscadas, pero eran ciertas.

149. Recital

El trabajo me estaba matando, por eso a pesar de que fui a ver a Julieta, me pasé la mayor parte del viaje durmiendo el tiempo que podía. Nos fuimos a ver un recital de una banda que, en determinado momento del espectáculo, pidió que subieran las personas a contar sus personas.

Julieta y yo sonreímos pensando en que tranquilamente podríamos estar horas allí arriba contando nuestras desgracias amorosas.

- Ha pasado un día en que Felipe y yo no nos hablamos - remarqué, cuando estábamos volviendo. - Es raro.

- Es lo que hacía falta - contestó. - Cortar la dependencia de ustedes.

- Es que antes me gustaba hablar con él - dije. - O no sé. Tal vez eran cosas que sólo a mí me parecían estar bien. De todos modos, ¿Julieta 2 no nos acompañará?

- Ella tiene sus propios problemas - dijo Julieta, llegando a su casa. - Mi vecina tiene de visita a su madre y a toda su familia que la llevó a una playa. Está loca, porque no soporta tener que vivir con eso, pero creo que aún así podrá manejarlo. La madre la domina demasiado y ella no se anima a reprocharle nada, tal vez por eso quiere que se vaya.

Esa noche nos volvimos a dormir temprano. Julieta estaba cansada por su sesión de sexo por la tarde, mientras que yo estaba muerto de sueño como era normal en mis fines de semana.

Al día siguiente regresé a la ciudad y me empeñé en volver a la aburrida rutina.

Un asco.

148. El Chico de la PC

Antonio Brass era el joven que arreglaba computadoras y que sutilmente había seducido a Julieta aquella vez que fue a arreglar las suyas. Luego de unos intercambios de e-mails y charlas que fueron subiendo de tono, Julieta estaba dispuesta a entregarse a ese joven, luego de la desilusión que causó en su cumpleaños que Valentín no la saludara.

Esa tarde fue el muchacho y la saludó con un beso en los labios. Julieta lamentó este hecho, puesto que con su hermano la semana pasada, su amigo durmiendo en su habitación y ahora este joven besándola, sus vecinos que nunca se iban de las aceras debían pensar que era la mujer más rápida del país.

Antonio entró y se desnudó por completo. Tenía un cuerpo bastante trabajado y un buen gusto por los cigarrillos que no se le permitía fumar.

- Mi amigo está durmiendo en la habitación de al lado - le anunció Julieta.

- ¿Y esta habitación?

- De mi hermana - dijo. - No está. No vendrá a la ciudad por toda la semana.

Se desnudaron y comenzaron a hacer el amor.

- Quiero bañarme - le anunció él. - ¿Podemos bañarnos?

- No puedo bañarme contigo hoy - se quejó ella. - Mi amigo Oliver está durmiendo, y si se despierta y entra al baño y nos ve.

- ¿Puedo bañarme solo?

- Idem al mismo tema anterior - dijo ella. - ¿Acaso quieres que él entre y vea que no soy yo? Supongo que notará que tengo cuerpo de hombre.

- De acuerdo, no nos bañaremos esta vez, pero tarde o temprano tendremos que bañarnos juntos, ¿de acuerdo?

147. La Pelea

Al día siguiente, Ana enfermó de una forma horrible y me dijo que no podría ir a la casa de Felipe a jugar, pero que me divirtiera. Por un lado, supuse que Felipe nunca le terminó de caer bien a la chica y que estaba intentando desligarse de esto.

Por otro lado, el Evento del Año tenía a Ana como una de las socias y le permitiría una cierta cantidad de entradas para que ella pudiera invitar a una cierta cantidad de amigos. Felipe estuvo al tanto de esto y quizá fue uno de los motivos por los que más se apegó, mientras que yo siempre la ponía a la chica en el duro debate acerca de cuál será el verdadero motivo por el que tendrá que elegir a cuáles de todos sus amigos nuevos será a quienes invite.

Pero más allá de todo esto, una nueva batalla en el chat se aproximaba en el horizonte entre Felipe y yo.

FELIPE: No sé si van a poder venir esta noche. Tengo que consultar con Rafael si le parece conveniente.

YO: Si no quieres que vaya, puedes decírmelo en lugar de buscar excusas. Mañana viajo y puedo aprovechar esto para estar con mis amigos.

FELIPE: Como quieras.

Fantástico.

No le volví a hablar por media hora, hasta que entre todas esas cosas escuché una canción que me hizo recordar a Ana, quien se mudaría próximamente.

Pensé en que podría regalarle un video. Eso sería maravilloso. Le pasé el tema a Felipe para que me diera su opinión. Era la única persona que tenía a la vista.

FELIPE: No me gusta la canción.

YO: De acuerdo. Vete a la mierda.

Esa noche, Leo y Pablo me visitaron y me saqué el amargo sabor de boca de la bronca por la incomprensión que Felipe tenía hacia la humanidad.

¿Y yo realmente qué esperaba?

146. Para Mañana

Si bien el secreto que Pablo me había contado me perseguía en la mente, jamás se lo mencioné a Felipe y continué haciendo de cuenta que nada pasaba.

Con Ana, quedamos en ir a jugar Clue con ellos tres, pero como al llegar Fabricio y Rafael tuvieron que ir al gym, nos conformamos solamente con mirar la película.

- Volví a pelearme con Alfonzo - me contó Felipe, cuando Ana pidió para ir al baño. - El muy desgraciado me gritó en plena calle cuando quise ir a saludar a una amiga de él.

Relató los sucesos del miércoles, el día anterior al que nos encontrábamos.

- ¿Y qué pasará?

Mi pregunta demostraba cansacio. Era como si yo tuviera que ser el testigo clave de todas las desventuras de amor de la pareja y jamás se daba cuenta de lo tanto que me irritaba. No sabía hasta qué punto yo disimulaba bien o hasta qué punto él disfrutaba con el dolor de los demás.

- Nada, hoy no nos hablamos en todo el día - contestó.

Quedamos en estar juntos la noche siguiente, por lo que me pareció relativamente sensato dejar mi juego allí, dado que tenía que ir a rendir mi curso que la empresa me había dicho que hiciera.

Nunca me imaginé que al irme de allí, sería la última vez que pisaría la casa de Felipe.

Uno siempre cree que existen más oportunidades, pero luego éstas se terminan de una forma inesperada.

Inmortal

145. La Noche de Despedida

La charla con Pablo continuó con un dato inquietante acerca sobre cómo el grupo se había reducido a Jessica, Guillermina y él, el sábado. Mientras que Emilio, por ser novio de Jessica, también estaba obligado a asistir a sus reuniones.

Para Pablo, nuevamente formaron su grupo de debate donde exponían criticar al resto del mundo, mientras que seguía callando todas las veces que ellas dos iban a hablar con Paola, su novia, y lo metían en problemas de pareja.

Hasta aquí, nada nuevo bajo el Sol. Pero entonces Pablo se cruza su primera sonrisa macabra de la noche.

- Los mellizos esos de los que eres amigo... - quiso saber, mientras que mi corazón comenzaba a palpitar levemente con un poco de furia. - ¿Viven cerca de mi casa?

- De hecho, sí - respondí. - Están por el mismo sector que uno debe tomar para ir a tu casa. ¿Por qué?

- No, por nada, por nada - dijo, y sonrió.

Estaba claro que pretendía jugar al gato y al ratón esperando que yo le suplicara algo de información acerca de esos dos personajes nuevos en mi vida, y si bien me moría por hacerlo, intentaba mantener mi indiferencia.

- Dímelo - ordené.

- Es que uno amigo de mi facultad me lo contó - comentó, sin sacarse esa sonrisa estúpida de la cara. - A uno de los mellizos. No me dijo específicamente cual, pero me relató que el último año de secundario un par de compañeros se pusieron borrachos en una fiesta. Lo llevaron a uno al baño y entre tres le hicieron de todo.

El morbo de Pablo a la hora de contarme una historia tan horrible era absolutamente normal en él. No podía dejar de sonreír y sinceramente mi imaginación me estaba jugando una mala pasada al excitarme.

- Son odiados - comentó. - Son odiados por casi toda la población viviente. Pero esos tres muchachos recibieron una buena mamada de parte de uno de los dos. Dudo mucho que ellos mismos supieran de cuál.

Ahora yo también tenía la gran duda. Honestamente, tampoco estaba sorprendido por una cosa así.

144. Un Descuido Importante

- Pasó algo horrible - me contó Pablo.

Esa noche quiso ir a verme a mi casa antes de que yo fuera a dormir. Estaba haciendo tiempo para asistir a algunas de sus semanales clases de karate y afuera el temporal anunciaba una tormenta que quizá se lo impediría.

Su rostro mostraba una confusión terrible, como si no dejara de sentirse presionado por algo que le estaba carcomiendo el pecho.

- Hoy tuve una práctica con unos bebés recién nacidos y estaba aprendiendo a usar la balanza - me contó. - Está a un metro de altura del piso y es algo bastante desequilibrado. Puse al bebé sobre la pequeña balanza y empecé a controlar su peso, esperando que se dejara de mover para tener una cifra más exacta.

El tono de voz que Pablo usaba para contarme la historia era totalmente irregular. Como si por momentos el recuerdo de lo que sucedió le impidiera seguir continuando.

- Entonces... el pequeño se balanceó... - continuó. - Yo no conseguí agarrarlo a tiempo... y cayó al piso.

Fue como si el tiempo se congelara y la imagen de mi boca abierta sin poder creer lo que acababa de escuchar, sería el último recuerdo que esta vida tendría de mí.

- ¿Tiraste a un bebé desde un metro de altura? - pregunté.

- Sí - respondió, como si sus ojos estuvieran a punto de desparrar lágrimas. - Por suerte no pasó nada grave, porque cayó del lado de la pared e iba arrastrándose lentamente mientras caía.

Aquello ya era bizarro.

- Intentaba agarrarlo para que no se siguiera cayendo pero se me resfalaba también - continuó. - Y si tiraba muy fuerte de la cabeza, podía haberme quedado con su cráneo en la mano.

Debo admitir que la imagen de Pablo desesperado porque se caía un bebé mientras este se deslizaba por la pared, era una imagen graciosa por más terrorífica que pudo haber sido en la vida real.

- Pero lo agarré del piso y se lo di a la madre - concluyó. - Quien afortunadamente no me insultó, ya que tenía toda la libertad de hacerlo. El resto del día, practicamente, estuve traumado. Ni siquiera notaron que estaba presente.

Al día siguiente se lo contaría a Ana y ella me diría que jamás le daría a su hijo recién nacido a Pablo. También tachó eso de sus temas de conversación con él, por lo cual ya directamente la próxima vez que se tuvieran frente a frente no sabría de qué hablar. De todos modos, faltaba un dato más que Pablo me revelara esa noche. Y no sería uno muy bonito.

143. Sin Palabras

- Dios... Dios - fue lo único que le salía decirme a Julieta, mientras le contaba, al día siguiente, lo que había sucedido.

Salí de mi oficina hacia el patio de la empresa para poder fumar un cigarrillo y, de paso, la tenía a mi amiga pegada al teléfono.

- Lo sé - respondí. - Jamás me imaginé que era el ex novio de Fabricio hasta después de que lo hicimos.

- ¿Y cómo es que terminó en tu cama? - me preguntó Julieta, que no había entendido la historia. - ¿Cómo es que estas personas terminan en tu cama?

- Nos conocimos en Febrero - recordé. - En aquella época post Juan y pre Lucas.

- Buenas épocas - susurró Julieta, y la ignoré.

- Hablamos, lo hicimos y luego se mudó - recordé. - Ayer, llegó aquí después de meses de no venir.

Julieta se quedó unos segundos en silencio, esperando que yo respondiera pero no había mucho más que acotar. La parte buena es que había descubierto que el mundo no se terminaba en Felipe, pero aún así, la parte mala es que era una alegría fugaz que me daba una falsa seguridad de indestrucción.

- ¿Qué te dijo? - preguntó Julieta.

- Sobre Felipe, que era un chico lindo sin cerebro - conté. - Lo cual no pude contradecir porque es cierto. Sobre Fabricio, todas las cosas malas que se le pueden decir a un ex y por el único que salté en defensa, fue de Rafael, que es el que me cae mejor de los tres.

- Por mi parte yo estoy muy feliz - me confesó ella. - Conocí a un nuevo chico, que es el mismo que arregla mi computadora. Vino anoche, ya que mi hermana no está por aquí, y nos dimos un par de besos. Escucha, ¿vienes este fin de semana?

- Afirmativo - dije. - De ahora en más tendré que ir una vez por mes. Tengo que escaparme más seguido de este sitio.

- Cuando quieras.

142. Soy el Ex de...

En los días donde quería escaparme de todo el desastre que representaba sentir algo por Felipe, había comenzado a ocupar mi actividad en mandar a imprimir mis fotos sacadas con mi cámara digital, luego cubrirlas con un protector y pegarlas con cintia adhesiva en mi pared.

Una parte de mi habitación estaba cubierta por las imágenes de amigos, compañeros de la vida y diversos personajes que incluían hasta las protagonistas de Desperate Housewives en la lista. Y, por supuesto, una foto de Felipe.

- ¿Lo conoces a este imbécil? - señaló, mirando su foto. - Es un sujeto tan desagradable.

Oh, maldito debate interno. Una parte mía tenía ganas de defenderlo y prohibir a Carlos llamarlo así, pero mi otra parte tenía ganas de asentir con la cabeza, reírme, lanzar un comentario burlezco y fomentar los insultos hacia el descerebrado.

- ¿Lo conoces?

- Los mellizos - acertó Carlos, y se sentó en una silla cerca de mi computadora. - Toda la ciudad los conoce. Toda la ciudad ha estado con ellos.

Ahora pasé de sentirme misteriosamente poderoso a increíblemente patético.

- De acuerdo, estoy siendo rudo - confesó Carlos, para mi alivio. - Pero espero que no sean nada tuyo. Felipe, por ejemplo, no es más que un niño hermoso con nada de cerebro.

No pude discutir eso. Hay que reconocer cuando los demás tienen razón.

- Su hermano Rafael es un ser sin personalidad...

- No te metas con Rafael - me quejé. - A Felipe puedes insultarlo todo lo que quieras, pero Rafael me cae muy bien. Es un buen chico.

- Sí, como quieras - dijo Carlos, sin prestarme demasiada atención. - De todos modos, no sé si lo defiendes porque te interesa o qué, pero tendrías que saber que está de novio con...

- Fabricio - interrumpí. - Sé el dato. Soy conocido de ellos.

- Bueno - dijo y lanzó una carcajada. - Fabricio es mi ex novio también. Antes recuerdo que se molestaba mucho cuando lo engañaba.

141. Sin Entender

Carlos era un joven de unos 22 años, que a principio de año había decidido aceptar, aunque forzadamente, la propuesta de una convivencia con un muchacho cinco años mayor que él. Franco era un compositor con suerte de cantante, que tenía presentaciones con una banda en eventos locales y de poco presupuesto.

Carlos tenía toda las oportunidades de tener su romance de cuento de hadas, sino fuera por un simple detalle: no le atraía en lo más mínimo. Pero sumiso por la desesperación de tener todos los lujos que quería y pensar que de última, una vez por día, tener que someterse al sexo sin ganas, era equiparable.

Carlos tenía todo el resto del día para ser libre. Conocer nuevas personas, tener sexo con otras, cometer excesos y mucho más, mientras vivía como un príncipe heredero con aquél apartamento.

Sin embargo, Franco comenzó a notar que cada vez se estaban distanciando más y los problemas en la pareja no tardaron en aparecer. Entre discusiones, y en un momento donde Carlos pensó que sería indestructible, le terminó confesando todas las veces que lo engañó mientras él trabajaba para que se pudieran mantener. Su concubino lloró dos noches seguidas y luego se mudó a otro sitio.

Fue entonces cuando Carlos notó que lo necesitaba, más allá de un espacio físico donde vivir. Quiso volver, de repente, y se dio cuenta que era el amor de su vida. La persona que le había dado todo y que él sólo retribuyó lastimándolo.

Se sintió un miserable, pero iba a superar su agonía en el más absoluto de los silencios hasta que por un amigo en común se entera que Franco se iría de la ciudad a trabajar a otro país. Ahí fue cuando tres semanas de llanto interminable por la separación vinieron sin esperar y ganas de recuperar lo que se había perdido.

Pero tarde. Siempre tarde llega el sentimiento de querer lo que teníamos.

- No nos hablamos desde hace tres semanas - me comentó, prendiendo un cigarrillo en mi habitación. - Nunca pasamos tanto tiempo sin hablarnos. Me está matando lentamente. Lo estoy llamando y mandando mensajes a cada rato y no me responde. Me estoy volviendo loco.

Suspiré y presté atención a la pared. Ni siquiera recordaba qué hacía ese sujeto en mi habitación ni por qué terminábamos de hacer el amor.

El Abrigo


Escapar

miércoles, 3 de diciembre de 2008

140. Decide

En el chat, horas más tarde, mientras disfrutaba de mi día libre por enfermedad, Julieta me contaba que Valentín se había olvidado de su cumpleaños y que le echó la culpa a ella de estar de novio actualmente. Porque lo de ellos "no pudo funcionar".

A su vez, yo le contaba a Felipe lo que me había sucedido.

FELIPE: No recibí tu mensaje.

YO: Te decía que ahora soy yo el que no puedo salir de mi casa y te preguntaba si tú tendrías el coraje de venir por mí.

FELIPE: Oh, tú eres muy inoportuno.

Aquello era el colmo. No esperaba que saliera corriendo a desesperarse por verme, pero al menos que no me acusara de buscarme una enfermedad cuando sus tiempos no eran los precisos.

YO: Perdonarás a mi garganta por rebelarse justo cuando tú no podías.

FELIPE: No me digas así. Es que hoy es un día complicado.

YO: Para ti, todos los días son complicados.

Después de todo, era cierto. Siempre que yo lo necesitaba, por algún motivo siempre me cancelaba. Así que tampoco es que me estaba abusando del drama al decirle cosas como esas. Tampoco tenía la intención de herirlo, pero no iba a quedar como si él hiciera hasta lo imposible por cumplir conmigo.

FELIPE: Haré lo posible por ir. ¿De acuerdo?

YO: Y te esperaré. Aunque no sé por qué estoy viendo que nuestra conversación de mañana será algo así como "deja de apuntarme con ese cuchillo, Oliver, yo nunca te prometí que iría." Por tu bien, espero estar equivocado.

Me desconecté esa tarde y me dediqué a continuar con mi reposo. No estaba seguro de qué tan maravilloso sería encontrarme en mi estado con aquél sujeto, pero al menos iba a ser un buen gesto de devolución por todo lo que hice, el hecho de que viniera a verme cuando se lo pedí.

Cada vez que sentía que mis perros ladraban hacia la vereda, con mucho esfuerzo iba hasta la entrada y me fijaba si por casualidad se encontraba en la duda de tocar el timbre o hacerme sonar el celular para anunciarme su llegada.

Sin embargo, nunca era.

Esa misma noche, Lucas me dijo que su modem todavía no llegaba y que hace semanas enteras que está esperando que se lo den. Martha me contó que su novio apareció después de tres meses sin verse y se fue a su ciudad de nuevo, dejando un encuentro con más pena que gloria. Pablo está un poco más relajado ahora que las clases están terminando y pretende tener más tiempo para poder ver a su novia. Ana estaba en los preparativos dentro de una semana, porque va a ir con su madre a buscar una casa donde vivir el año entrante ahora que el divorcio de la familia era un futuro cierto.

Y en cuanto a Felipe, ¿quieren saber si apareció?

La respuesta es más que simple: ni siquiera le importó ir. Así que con respecto a este personaje, lo único que puedo decir es que de vez en cuando, como una vez por semana, nos juntamos a jugar Clue y a ver alguna serie, mientras que la amistad con Rafael y Fabricio deja sus primeras raices.

De todos modos, el mundo sigue continuando.

139. Nueva Gripe

Después de nuestro hermoso y famoso fin de semana bajo la lluvia con los dos amigos que estuvieron desde el principio allí, el sábado por la noche comienzo a enfermarme y ya el domingo, mi garganta ni siquiera me dejaba tragar saliva. Hasta el cigarrillo tenía otro sabor, aunque era una teoría que no podía compartir con muchos porque a nadie le iba a agradar que lo estuviera comprobando.

Leo me visitó la noche siguiente sólo para preguntarme si necesitaba un té con limón y miel o alguna clase de medicamento, mientras que yo apenas podía hablar sin que mi garganta me doliera. Por un segundo creí ver que a mi amigo le agradaba mi situación.

Mientras tanto, le escribí un mensaje de texto a Felipe:

"Ahora es tu amigo Oliver el que se encuentra enfermo. ¿Tú lo vendrás a ver esta vez ahora que es él el que no puede salir o lo dejarás en su lecho de muerte?"

- ¿Crees que vaya? - me preguntó Lucas, más tarde, al teléfono, mientras hacía intentos sobrehumanos por entender lo qu yo le contaba.

- Todavía no ha respondido, así que no lo sé - dije, y luego tosí un poco. - Lo cual es raro porque nunca tarda tanto en responderme.

- No creo que vaya - pronosticó mi mejor amigo, lleno de ese positivismo que lo caracterizaba. - No va a ir. Sólo le fuiste útil cuando él te necesito, ahora... ¿para qué va a ir a verte si estás enfermo?

- Lo mismo tendría que decirte a ti, amigo - respondí, no porque haya atacado a Felipe sino porque hace tiempo quería sacárselo en cara. - Cada vez que estoy mal o que intento ubicarte siempre tienes algo más importante que hacer. Así que no eres quien para juzgarlo.

Omití decirle la frase "sólo me buscas si necesita plata", pero aparte de ser cruel, sería una mentira, aunque no podría defenderse de ello. De todos modos, una parte mía quería creer que Felipe escaparía al estereotipo en el cual Lucas lo encansilló. Confiaba en que se escaparía de su ego y haría algo bueno por mí.

Esa noche mi gripe fue en aumento y al día siguiente tuve que retirarme de la oficina porque ya ni siquiera podía hablar sin que me doliera.

Dormí toda la mañana.

138. Dos Empleos

En un gran almuerzo donde la empresa gastó más dinero del que podía costear, el presidente anunció que seríamos contratados definitivamente. Mientras Tobías se moría de incertidumbre sobre su futuro y a Lucas todavía no le llagaba el modem que pidió hace más de dos semanas, Marcelo y Pablo se encontraban más tranquilos al saber que las cosas estaban mejorando leventemente para ellos ya que tuvieron propuestas de trabajos para las vacaciones que estaban próximas.

Leo, por su parte, estaba dichoso por haber aprobado tres materias en tres días seguidos.

- Eres al único de mis amigos al que le puedo sacar en cara que estoy lidiando con los trabajos más importantes de la ciudad - le comenté. - No puedo ir a los demás a decirles que soy mejor que ellos, porque se están desprestigiando a ellos mismos.

- Realmente me pone muy feliz por ti que tengas estas oportunidades, Oliver - me dijo Leo, y le creí. - Es impresionante verte así.

No sabía a qué se refería con esa expresión, así que tal vez mi rostro habló por mí, por lo que Leo tuvo que expresarse con mejor claridad.

- Es que simplemente recuerdo que a ti todo te sale mal - dijo, y simuló que no se reía. - Por eso es que está bien que un poco del destino te de la suerte de por lo menos poder mostrarte orgulloso al decir que tienes ofertas de los dos mejores empleos de la ciudad. ¿Qué decidirás?

- No lo sé - dije, y aquella era una pregunta que me enfrentaría constantemente. - Porque por más que me vivo quejando de mi empleo, yo estoy muy cómodo ahí. La gente me trata bien y son respetuosos. Aparte, no corro riesgo de hacer algo grave. Si trabajo en el Poder Judicial, corro riesgo de mandar a alguien a prisión que podría odiarme más que una persona a la que por error puedo dejar sin sueldo.

- Es cierto, en donde estás ahora el error es menos grave, aunque de todos modos te querrían matar - comentó mi amigo.

- Lo sé, pero es que no me imagino estando en otro lado que no sea allí - comenté. - Por otro lado, tampoco sé si la otra opción será mejor o no. Es un asunto para analizar.

- Está difícil, es cierto - dijo Leo, y eso sería la conclusión que más escucharía al exponer mis temas a semejante pregunta.

Pero, para todo esto, habría tiempo para decidir sobre dos empleos que, de palabra, se me presentan.

Aún así, hasta que no vea un contrato donde yo pueda firmar, no me iba a hacer ilusiones. La suerte es frágil conmigo y es mejor no abusar de ella.

137. Conversación con Rafael

Cuando Felipe me pone al tanto de los problemas que su hermano mellizo Rafael estaba teniendo en su casa, decido hacer un acto de caridad y actuar de una forma impensada.

Esa siesta, hablamos por teléfono.

- Te puedo preguntar... ¿puedo hablar con Rafael o eso rompería algún código no establecido dentro de nuestra ya extraña amistad? - pregunté.

- En estos momentos está durmiendo - respondió. - Si quieres hablar con él, inténtalo a la noche.

- De acuerdo, no esperaba que me pasaras con él de todos modos - dije, como si no me sorprendiera.

Sin embargo, a la noche decidí insistir. Había una conversación con Rafael que no me quería perder. Nuevamente, dos horas antes de la medianoche, volví a llamar.

- Se está bañando - respondió Felipe, quien para esas alturas se dio cuenta que yo sospechaba que no me quería pasar el teléfono. - Cuando se desocupe te llamará él. ¿Puedo preguntar cuál es el interés?

- Por el tema de su mal examen - comenté. - Quería decir algunas palabras de apoyo o algo de esa índole. Si no te molestaba a ti.

Dijo que no y cortamos. Pensé que nunca me iba a comunicar con Rafael, cuando sorpresivamente mi celular sonó veinte minutos más tarde y del otro lado, una voz similar a la de Felipe pero más risueña y tímida se dirigió hacia mí.

- Hey, ¿cómo estás? - pregunté. - Me enteré de lo de ayer. Que mala suerte. ¿Cómo estás?

- Ahora bien - respondió, con simpatía. - Ayer nada más estuve algo triste. Pero ya pasó.

- Bueno, mira - dije. - El sábado nos juntaremos con Ana y conmigo y jugaremos Clue. Si eso no te es suficiente para animarte, te encerraremos en un cuarto a Ana y a ti, y ella te contará chiste. Entonces o te terminas riendo o la terminas matando, pero de todos modos se te irán los pensamientos por el mal momento.

Escuché bastante risas del otro lado, las cuales fueron espectaculares, porque era algo que no pasaba cuando me hacía el gracioso con Felipe. Nunca se reía. Así que llegué a la conclusión de que definitivamente su hermano me caía mejor.

Cuatro minutos más tarde cortamos nuestra breve charla, donde también recibió amenazas sobre el plan de que cuando estuviera encerrado, aprovecharía para robarme su cuadro que tanto me gusta. Risas también por este comentario, aunque yo no le vi la parte graciosa.

Finalmente ese fin de semana no pudimos jugar Clue porque la familia de Felipe tenía obligaciones con la Iglesia y no tenían tiempos en su agenda. De todos modos, esa noche me sentí feliz por haber hecho un pazo para ganarme la confianza de la entrada al mundo de Felipe.

136. Mi Segundo Examen

Mientras que Rafael lloraba de la frustración, yo intentaba estudiar esa noche y estaba convencido de que al final del día iba a terminar diciéndole que no estaba solo en la lista de quienes no aprobaron el segundo examen.

Definitivamente, jamás me importó estudiar todo esto hasta que vi lo importante que era y lo afortunado que podría considerarme por ser uno de los pocos en la ciudad por conseguir un puesto así. Esas cosas que no me propongo y resultan mejor de lo que esperaba.

Cuando fui a rendir, entre la espera, escuché a uno de los aspirantes preguntar acerca de cómo le había ido el día anterior.

- De todos los que rindieron ayer, solamente uno quedó afuera - dijo. - Así que esperamos el mismo nivel en ustedes.

De más está decir que ya sabía quién fue el único de todos los que rindieron ayer que había quedado afuera. Hubiera dicho algo así como "yo lo conozco", pero dudaba que era algo como para decir con orgullo.

Me senté a rendir el cuestionario de 100 preguntas, de las cuales si con certeza sabía 3, era un dato halagador. Jamás me imaginé que la harían tan complicada y me di cuenta que hace tiempo que no me siento a rendir una materia como para estudiar de verdad. Mi cerebro se había atrofiado o se perdió por el camino.

Así que terminé de completar el test y, suspirando hondo, me eché a la suerte.

"RESULTADO: 70 RESPUESTAS CORRECTAS"

Me quedé con la boca abierta al ver eso. ¡Había aprobado! Con una suerte de perros, pero ¡había salido bien!

No podía creerlo. Los muchachos que tomaban nota me felicitaron y se burlaron también de mi suerte y como había jugado con el destino.

Estaba claro que el azar me sonreía en cosas que nunca me proponía, y tal vez debería dejar de esmerarme tanto por conseguir algo y empezar a darle poca trascendencia, porque, aunque parezca absurdo y conformista, de esa forma las cosas me salían bien.

Aún así, sentía que tenía que hablar con alguien acerca de darle ánimos. Una persona que sufrió el azar de una forma cruel.

No quería abusar del dolor ni tenía intenciones de sacar en cara nada, solamente quería hablar para dar un voto de confianza al futuro.

Claro que tal vez Felipe no estaría muy feliz con el hecho de que yo me relacione con su hermano Rafael, pero de todos modos, iba a hacer el intento con un discurso ya preparado.

No Dudaría

135. La Mala Reacción

Cuando Rafael vio que el resultado de su examen le dio un puntaje de 68, sintió que su mundo se venía abajo. Sólo 2 respuesta correcta y podía estar entre los primeros candidatos, como su hermano Felipe, que había alcanzando el mínimo requerido respondiendo correctamente a las 70 preguntas básicas.

Estaba un poco triste y Felipe no supo muy bien cómo consolarlo, aunque después de todo no era el fin del mundo y más allá de eso, sabían que no hicieron su mejor esfuerzo, ya que la noche anterior Rafael dejó todo por celebrar a solas el cumpleaños de Fabricio.

Sin embargo, cuando llegaron a su casa, sus padres los miraron de brazos cruzados. Algo en ellos les dijo que ya se habían enterado de todo antes de que ellos pudieran decírselos.

- ¡Eres un inconsciente! - le gritó la madre. - ¡Perdiste la oportunidad de tu vida!

Rafael no decía nada. No era él el que respondía a las agresiones. Felipe, por otro lado, hervía de rabia.

- Mamá, tiene 18 años... - intentó interrumpirla Felipe. - No es el fin del mundo.

- ¡No! - gritó ella. - Pero sabías muy bien que podías haberte esmerado un poco más - Felipe no existía en esa conversación. - Yo te dije ayer, en lugar de irte a jugar en el cumpleaños de tu amigo, podrías haberte quedado a estudiar. ¡No te costaba nada!

Ahora Rafael se sentía terriblemente culpable por esto. Pero Felipe no estaba dispuesto a dar el brazo a torcer y decirle a la madre que tenía razón.

- Mamá, ya pasó - volvió a interrumpir. - ¿No crees que ya se siente mal de por sí?

- No sé - dijo ella, cegada por la bronca. - Pero esto no hubiera pasado si se hubiera esmerado un poco. ¡Un poco solamente! Tenía todas las posibilidades. Yo podría haber estudiado con él. ¿Y ahora?

Felipe esperó a que su madre termine de gritar saliendo de la habitación y volvió a entrar en el cuarto cuando se aseguró que Rafael se encuentre solo. Por supuesto, estaba llorando.

- Después se calmó - le contó Rafael. - Me dijo que iba a hablar para saber si existía alguna posibilidad, pero dudo que exista y dudo que lo haga. Creo que recapacitó después de su arranque de furia.

- Por eso tendríamos que habernos ido - dijo Felipe.

Esa noche durmió bien, pero escuchó por momentos como su hermano se partía en llanto.