172. Agustín

domingo, 8 de febrero de 2009

La noche seguía pasando y el lugar se iba llenando de desconocidos. Era un bar bastante popular, bien ubicado en el centro y un sitio que no tenía nada que ofrecer pero de todos modos conseguía reunir a todos los adolescentes por lo bien ubicado que está. El problema se presentó para el pobre medio hermano de Lucas, Agustín, quien se dio cuenta que tenía ganas de ir al baño y no tenía acceso a ninguno.

- ¿Me puedes acompañar a un baño público? - me preguntó, desesperado. - No quiero molestarte, pero la verdad es que necesito ir al baño.

No había problema. Nos subimos al auto y me ofreció la idea de ir hasta su casa para que él pudiera pedirle dinero a la madre.

- Si tú ves que me paso de calle, me avisas - le pedí. - Tengo un par de cosas en la cabeza y no puedo conducir, hablar contigo y pensar al mismo tiempo. Así que tengo que dejar de lado esto de conducir bien.

Se río.

- ¿A qué se debe que estés pensando? - preguntó. - ¿Tienes muchos problemas?

- De hecho, no - me sinceré. - Soy un poco problemático por naturaleza, y tengo esa tendencia a ver problemas donde no los hay. No es algo que me preocupe, sólo me lleva tiempo analizarlo.

- Somos iguales - dijo él. - Yo también suelo hacer eso. Tengo problemas en mi casa. Mi madre quiere irse porque su nuevo novio volvió a engañarla y la estafó, dejánonos en la quiebra a la familia.

Definitivamente yo no tenía esos problemas, así que tampoco jamás me puse a analizarlos.

- Y es todo un caos - prosiguió. - Porque mi madre y mi abuela se pasan toda la tarde discutiendo. Entonces estar en mi casa se vuelve insoportable. Usualmente suelo elegir ir a la estación de trenes toda la tarde y escuchar algo de música con mis auriculares. Trabajo atendiendo un estudio de Play, por lo que también mi trabajo es una fuente de tranquilidad. Pero luego vuelvo a casa y es todo un infierno.

- ¿Tú eres hijo único? - pregunté, totalmente sorprendido por toda la confianza que el muchacho estaba depositando en mí.

- Tengo una hermana más - dijo. - Después está Lucas, por parte de mi padre y luego está otro hermano recién nacido por parte de mi padre con... su tercer mujer.

Diablos que el padre de Lucas era un semental.

Regresamos después de unos instantes en donde la conversación no fue más allá del raro ruido que hacía el motor de mi auto. El muchacho era divertido, alegre y me recordaba demasiado a mí en mis épocas inocentes. Quería ser amigo de todo el mundo y todavía creía en la gente. Espero que esas esperanzas nunca se le borren, porque quedaban pocos estereotipos de este modo en el mundo.