175. Sentirse Inútil

domingo, 8 de febrero de 2009

No hay peor cosa que dar vueltas a la habitación y no poder encontrar una respuesta coherente a todo lo que está pasando. ¿Dónde estaba Ramiro? ¿Qué es lo que había pasado? ¿Por qué a él?

Era sábado por la tarde del día más gris y lluvioso del año y en el MSN brillaban por su ausencia las personas con las que siempre me comunico para poder hablar de estas cosas. No quería molestar a los reales, puesto que tampoco sabría qué decirles. Quería simplemente contarle a alguien lo confundido que estaba, ya que no era una situación por la que esté acostumbrado a pasar. Pero por desgracia, ninguno de todos mis amigos se encontraba dando vueltas por allí. Aunque sí estaba una persona. La menos indicada.

Felipe.

De acuerdo, haré el intento.

YO: Hola.

No sabía si me iba a sacar en cara haber utilizado a Fabricio y a Rafael para que hicieran nuestro intercambio de cosas, pero de todos modos iba a esquivar ese tema, ya que en ese momento no me sentía en condiciones de pelear por algo así.

FELIPE: Hola.

YO: No sabes lo que pasó. Estoy muy desesperado. Acaba de morir la hermana de Ramiro, mi compañero de oficina.

Tuve que decir todo rápido antes de que dijera alguna clase de desubicación que hiciera que aquella charla sea más breve de lo que en realidad iba a ser.

Por supuesto, Felipe mostró su interés y su morbo al preguntar acerca del asunto, pero, como si no era previsible, se encargó de arruinar ese pequeño momento de amistad que teníamos.

FELIPE: No te desesperes así, como si fuera que la conocías a la chica.

Si lo hubiera tenido enfrente mío en ese momento, le hubiera roto los dientes a patadas.

YO: Es que sé que esto te sonará confuso, pero algunas personas nacemos con un problema raro llamado "Sentimientos". Surge cuando otra persona nos produce afecto y consigue que nos preocupemos por ésta. Sé que te estoy hablando practicamente en chino básico con esta información que te estoy dando, pero créeme que es real por más que tú la desconozcas.

De acuerdo, puede que haya pasado un poco mi límite, pero la verdad es que se merecía que le dijera cosas peores. Lo bueno es que fui sutil.

FELIPE: Pobre de ti.

Ahora sí, me lo llegaba a cruzar y le rompía los dientes a ladrillazos. Pero increíblemente la vida se daría vuelta para mi relación con Felipe y las cosas, que ya de por sí estaban mal, ahora se pondrían peores.