177. Más Desubicado que Nunca

domingo, 8 de febrero de 2009

Muchas veces he tenido esa corazonada que Lucas era un desubicado egoísta que sólo le preocupaba lo que él quería y anteponía siempre sus emociones a cualquiera que pudiera tener otro ser humano. Era desconsiderado, inmadura y sobretodo, un gran infeliz que preferiría quebrarse la columna antes de pensar en alguien más.

Sin embargo, alguien le ganaba en esto a mi mejor amigo y ese alguien era Felipe.

El problema mío fue que nunca lo vi tan claro hasta esa tarde, donde aún continuaba enojado con él por su poca consideración ante el suceso del velorio.

Entonces decidió mandarme un mensaje.

"Oye, ¿cómo estás? Es raro que te escriba, ¿cierto? Escucha, ¿tú qué edad tenías? Porque necesito un favor."

Fue el mensaje más raro y menos coherente que recibí en el año.

Contesté lacónicamente: "Dime."

Respondió en menos de un minuto.

"¿Cuántos años tienes, hermoso?"

Estaba empezando a enojarme de una forma muy fea.

"Tengo 21. ¿Tú estás drogado o por qué demonios me estás hablando así?".

Respondió al mismo tiempo que vi a Graciela Verdani llegar entre la multitud.

"Perdón, me olvidé de tu edad. Necesito saber si me puedes sacar una cuenta de ahorro en el banco. Yo soy menor de edad y todavía no puedo. ¿Tú podrías?"

No supe en ese momento si Felipe me estaba haciéndome una broma o si solamente me estaba pasando su Certificado recién llegado del Postgrado que habrá hecho en Estupidez sin Límites - Métodos de Descerebrados Potentes.

- ¿Ya están adentro? - me preguntó la muchacha.

- Sí, pasa - le dije, señalándole la puerta de entrada, aunque no era necesario. - Yo termino de fumar mi cigarrillo y entro contigo.

Vuelve a mandarme un mensaje Felipe con un ícono gestual de tristeza, mientras yo miraba como Graciela ingresaba al lugar. Le contesté más enojado todavía.

"No sé si tu media neurona te permite recordar que estoy en un velorio. ¿Qué diablos quieres?"

Respondió al instante.

"Perdón, me olvidé de eso también. El lunes si puedes salir del trabajo, nos encontramos y te daré la plata y el código."

Aquél muchacho no podía ser tan caradura de decirme una cosa así. Así que en lugar de insultarlo, preferí responderle con su propia moneda.

"No lo sé, porque vernos rompe tu regla programada por nuestro tiempo. Y si no podemos respetar tus reglas, ¿qué podemos respetar de la vida?"

Touché.

Respondió al rato.

"Pero si ya hablamos por chat y eso es un gran paso al reintegro de nuestra amistad."

No le respondí más ese día. No valía la pena.