188. La Siguiente Semana

domingo, 8 de febrero de 2009

Ramiro se convirtió en una especie de Super Estrella para todo el mundo en la Empresa, gracias al morbo que le provocaba a los espectadores que hablara sobre la muerte de su hermana. Parecía que todos tenían algo que decir, todos tenían algo que aconsejar y de repente Ramiro era detenido a cada dos pasos que hacía para que alguien le hablara sobre el dolor hasta la vida después de la muerte.

- ¿Estás harto de que todos te hablen del tema, no? - pregunté.

- Absolutamente - respondió.

Así que jamás le mencioné el tema y lo traté como siempre, hablándole de estupideces e insultándonos mutuamente. Era lo único que podía ofrecer.

Mientras tanto, mi fin de semana que continuó de allí fue tan intrascendente como la semana entera. Para el sábado, quisimos volver a probar suerte en el juego de las mímicas pero no había ganas de los jugadores, por lo que para sumar males, se les dio por hablar.

Ana, Martha, Susana, Leo y yo estábamos en medio de una conversación acerca de qué cambiaríamos de nuestro pasado. No respondí la pregunta por miedo a que la lista se me hiciera interminable. Sin embargo, Leo tenía algunas cosas que decir.

- Hubiera cambiado el momento en que decidí quedarme a vivir aquí - respondió. - Pude haberme ido con mi madre, pero no teníamos para comer, así que me quedé con el padre de mis hermanos porque estaba mejor posicionado económicamente.

El comentario causó una mueca de dolor entre los presentes, menos en Susana que se encontraba en su mundo paralelo.

- No sé en donde me hubiera encontrado ahora - respondió. - No sé si hubiera estado mejor o peor. No sé si me iba a resultar doloroso o iba a encontrarme mejor, pero al menos tendría a mi madre más tiempo conmigo que una vez cada dos años.

Nueva mueca de dolor. Nuevamente, exceptuando a Susana.

- Estoy por dejar de trabajar - siguió comentando. - Estoy por pedir una beca en la universidad y si me la ofrecen, dejaré de trabajar para poder terminar la carrera que dos de los presentes aquí abandonaron.

Por supuesto que se refería a Ana y a mí. Ana, porque se mudaría, dejó de estudiar este último mes mientras que la vida académica pasó a un segundo plano desde que inicié mi desgastante trabajo. Ninguno de los dos motivos era excusa, pero es cierto que dejamos a Leo solo cuando fue con él que nos iniciamos en esa aventura.

Así, poco a poco, y saliendo del drama de Felipe y adquiriendo una cierta frialdad, me noté más extraño y distinto que antes. Por algún motivo, me convertí en una especie de monstruo insensible que para lo único que servía era para lanzar sarcasmos hacia los que tenía cerca.

No me agradaba mi Nuevo Yo, así que tenía que empezar a programarme cosas para hacer al respecto.