100. Nombre Real

jueves, 9 de octubre de 2008

Al día siguiente volvimos a hablar con Felipe por chat. Confesó estar cada día empeorando más y que apenas pudo dormir en esa noche de sábado.

FELIPE: Te comento que agarré un peluche que tengo desde chico y salí al patio. Apenas estaba amaneciendo. Me puse a tararear una canción y me largué a llorar. Apenas puedo soportar esto, Oliver.

No sabía cómo ayudarlo y cada palabra que me decía me destrozaba cada vez más.

Mi imaginación me jugaba una fantasía hermosa y era la de imaginarme abrazándo y sosteniendo su cuerpo mientras sufría.

Jugar a ser su escudo humano.

Jugar a ser su héroe.

Pero no podía decirle esos deseos, porque en teoría era algo que yo tenía que controlar con astucia. Claro que esa adjetivo nunca era algo que me identifique.

Pasamos la tarde distendiéndonos y jugando a la Batalla Naval por Internet, aunque él tuvo que explicarme de qué se trataba porque nunca jugué a ese juego.

De todos modos, le gané y me gocé de haberlo conseguido.

YO: Espero que esto te haya hecho olvidar un poco que estás separado de tu novio.

FELIPE: Se llama Lorenzo, Oliver, ya te lo conté.

YO: Prefiero seguir sin saber su nombre.

FELIPE: ¿Por qué?

YO: Porque saber su nombre significa que es real. Y no quiero que sea real.

Al día siguiente, mandé mi matutino mensaje preguntando cómo seguía.

La respuesta fue inesperada.

"No te voy a mentir. Feliz como nunca. Fui a verlo a él, me alegró la mañana y se me iluminó mi existencia. Pude salir de mi casa porque trabajo. ¿Tú cómo estás?"

Vaya. Yo pude haberlo destruído en el juego de la Batalla Naval, pero él me acababa de destrozar en la vida real.

"Me alegro que hayas encontrado fuerzas para sobrevivir un día más en el planeta."

Felipe ya tenía su héroe.

Uno real. Uno quien siempre estuvo.

No necesitaba más.

Yo podía ser el bote salvavida, pero no era el guerrero que llegaba volando y lo rescataba del mar.

Ese era Lorenzo.

Tan real como nunca antes.

Al pensarlo, sonreí al preguntarme en qué momento fue que empecé a alucinar, nuevamente, que ese héroe podría haber sido yo.