103. Un Tiempo

domingo, 26 de octubre de 2008

Después de mucho análisis, había descubierto que necesitaba distanciarme de Felipe. Ahora él había recuperado su libertad, cuando le confesó a su madre sus deseos de mudarse y ella a cambio le ofreció un trato con tal de que no se marchara, y me lastimaba demasiado el hecho de saber que no la estaba despediciando conmigo.

Me daba bronca descubrir que el papel de héroe que había tenido mientras fingía ser su compañero de estudio, había llegado a su fin y ahora ya no tenía más qué hacer.

Pasaba a ser uno más. Y yo odiaba ser uno más.

YO: Tú estás bien ahora, ¿no? Recuperaste tu libertad y las cosas en tu casa están mejorando. Puedes ver a Alfonzo con más frecuencia y eso está bien, ¿cierto?

FELIPE: No todo el tiempo, pero sí. La verdad es que estoy muy bien.

YO: Es grandioso. Bueno, mira, necesito que dejemos de hablarnos por un tiempo.

FELIPE: ¿Disculpa?

YO: Antes de conocerte, mi vida era un desastre. Ahora lo sigue siendo y me encantaría decirte que esto no tiene nada que ver contigo, pero de hecho sí lo tiene. Tienes un gran porcentaje de mis problemas y lo que deseo es distanciarme, para poder volver y ofrecerte una amistad sincera sin pretender que suceda nada más.

Felipe entendió lo que le decía, y como estaba previsto, le molestó un poco mi decisión pero no hizo nada por retenerme.

La despedida fue más larga que todas las charlas que pudimos tener anteriormente, como si ninguno de los dos quisiera dejar de hablar. Siempre había un comentario con el cual seguir la conversación, por más vana y supérflua que ya estuviera siendo.

YO: Sabes que cada vez que me necesites, estaré allí. Y esto será un tiempo, porque realmente realmente me encanta hablar contigo y aparte me das la confianza de contarte todo.

FELIPE: ¿Pero?

YO: No hay "peros" en este caso. Es verdad todo. Te quiero, amigo.

Sin embargo, no lloré ni me afectó como pensé. Contrario a eso, encontré un poco de paz.

Pese a que Felipe era menor que yo, y quizá era la persona más pequeña en la que me había fijado, era la separación más madura que alguna vez he tenido.

Era por el bien de los dos.