94. Sin Excusas

lunes, 6 de octubre de 2008

- Pablo, quería hablar contigo de una cuestión que está dando vueltas en mi cabeza desde hace un par de días - inicié la charla, mientras encendía un cigarrillo. - Pero te advierto solamente que no tengo intenciones de agredirte en ningún momento, aún así sabrás disculparme si sueno brusco.

- ¿Por qué siempre haces tanto preámbulos para decir algo? - me dijo, sonriendo.

- Por casualidad de la vida, ¿estuviste hablando con Marcelo sobre mi sexualidad?

- No - respondió, encogiéndose en hombros. - La verdad es que yo no.

- Te lo pregunto porque Marcelo tuvo un arranque de locura al enterarse de esto - dije. - He intentando encontrar una fuente que pudiera unirlo con la información y, no es que te quiera catalogar de chismoso, pero te has ganado el título.

Ese día estaba encendido como nunca.

Pablo se río como si hubiera dicho un chiste normal.

- La verdad es que tu sexualidad no es tema de debate - respondió. - Por lo menos no es algo que yo comente o saque a relucir porque calculo que son cosas que tú me cuentas a mí, nada más.

- Pero si bien todo lo que dices es cierto, también lo es el hecho de que hablaste con Iván sobre el tema - lo contradije.

- Iván me hizo una jugada muy cruel - reconoció. - Tú sabes que él es psicólogo. Analiza todo. Analizó tus actitudes, tu forma de pensar y de actuar y me lo comentó simulando saberlo. Dije lo que dije pensando que él estaba al tanto, ya que Lucas lo sabía también.

Suspiré algo decepcionado, pero no dije nada.

- Está bien - dije. - Sólo quiero que quede en claro que las cosas que te cuento a ti, solamente te las cuento a ti. No quiero publicarlas, mucho menos a personas que no están capacitadas para esto. Uno se cansa de ser el primero en todo.

Pablo asintió, comprendiendo lo que acaba de decir.

- ¿Esto es lo que intentabas preguntarme el viernes pasado cuando fuimos a la fiesta de la amiga de Marcelo?

- No, intentaba contarte que el muchacho que me vuelve loco está enamorado de ti - le dije, tirando mi cigarrillo e ingresando a la casa.

Pablo se río y me dio una palmada en la espalda.