95. Tan Fácil

lunes, 6 de octubre de 2008

Esa noche, Guillermina decidió reunirse con Pablo y Lucas a ver cómo jugaban a la Playistation, con la promesa que a la salida del trabajo de Jessica, los cuatro pudieran ir a una fiesta.

Los muchachos estaban tan concentrados en el juego que ni siquiera le prestaban atención, por lo que ella se concentraba en beber de su copa de coñac viejo.

Jessica llegó dos horas más tarde, para decirle a Guillermina las cosas que siempre le gustaban escuchar.

- Es increíble - dijo Jessica, bebiendo de su copa. - Pero Lucas y Pablo parecen tus hermanos mayores.

Guillermina estaba fascinada con aquella idea. Desde los inicios, lo que más quería era conseguir la atención del grupo de hombres y tratar de pertenecer, y que alguien reconociera que los chicos la trataban como una hermana mayor era el mejor comentario que había recibido en mucho tiempo.

- Es que Martha y Susana están distantes, ¿sabes? - le puso al día. - Es como si estuvieran en otra cosa. Nunca se quieren prestar a hacer planes. Nunca dicen si es que hacen algo. Son solamente ellas dos.

- Es que se quieren hacer las interesantes - le dijo Jessica. - Tú fíjate que son unas zorras que hablan bien por delante y luego clavan un puñal por la espalda. No son como nosotras. No comparten nuestros códigos. Ni siquiera pertenecen al grupo.

- ¿Entonces crees que no está mal que me sienta más cómoda con Pablo y Lucas que con las chicas?

- Por supuesto que no está mal - le dijo Jessica, haciendo un gesto de que aquella era una pregunta ridícula. - Guillermina, entiéndelo. Ellas se están quedando solas. Se lo merecen, después de todo, corazón. Tú no tienes que naufragar con ellas. Déjalas que se ahoguen solas.

Lucas y Pablo ni siquiera escucharon esa conversación.

Eso era algo de lo que Jessica se enorgullecía de su personalidad. Sabía cómo ser maligna y delante de quién serlo.

Bebió un sorbo del vodka y sonrío para sus adentros.

Guillermina tenía una mente tan dominable que daba risa.