93. Hablemos Afuera

lunes, 6 de octubre de 2008

- Fue humillante, patético y hasta toqué fondo en el asunto cuando pensé en que desearía ser Pablo - le confesé a Lucas.

Con un dolor de piernas casi insufrible, nos dimos unos minutos para charlar sobre el tema de lo que había pasado con Felipe cuando nos fuimos al kiosco con la excusa de comprar cigarrillos. Mientras, en la casa de Ana, se encontraba también Guillermina, quien se estaba haciendo una fiesta por verme en ese estado tan deprorable.

Si algún día tengo un accidente, la evitaré.

- ¿Deseaste ser Pablo? - me preguntó Lucas, como si no diera crédito a la barbaridad que dije. - Estás grave.

- Lo sé - reconocí. - Es que me hablaba del cuerpo de Pablo y, qué se yo... Últimamente ante él sólo hago monerías con tal de que me preste un segundo de atención.

- ¿Y qué harás ahora? - me preguntó.

- Lo lógico sería tomar distancia - dije, encogiéndome en hombros. - No lo sé. Me siento vacío. Ninguna de las alternativas que tengo me llama la atención. Si no me aparto a tiempo, puede que termine obsesionándome al darme la cabeza contra la pared. Pero tampoco quiero dejar de hablarle, porque si vamos al quis no hizo nada malo. Soy yo el problema. Como siempre.

Bajé la cabeza mientras caminábamos sintiéndome lleno de frustración.

En ese momento, el mundo me daba lo mismo.

- Hablando de nuestro mejor amigo... - dijo Lucas, señalando la casa de Ana.

Pablo había llegado a saludarla por su cumpleaños, y en ese momento el recuerdo por lo que había sucedido con Iván y con Marcelo me invadió por completo. Y el odio por Felipe, del cual Pablo no tenía nada que ver, pero ya que estábamos, era un punto más para sumar a la lista de cosas por las cuales el muchacho debía dejar de existir.

- ¿Hablarás con él? - preguntó Lucas. - ¿Puedo estar presente para golpearlo también yo?

- No, Lucas, búscate tú tu propio motivo - le respondí e ingresamos a la casa donde Guillermina, Ana y Pablo nos estaban esperando.

Media hora después, le pedí al recién llegado que me acompañara a fumar un cigarrillo al patio. Todos entienden cuando hago estas cosas que es una señal para conversar a solas.