112. El Odio Inexplicable

lunes, 10 de noviembre de 2008

- Guillermina te odia - me dijo Martha, apenas me senté en su casa.

Susana estaba intentando terminar de transcribir unos escritos y participaba, como era su costumbre, muy poco en la conversación. Aún así se la notaba atenta a cada palabra que decíamos, porque siempre soltaba las risas en los lugares apropiados. Por un segundo la puse en el lugar de ser la tribuna de una sitcom.

- Yo también te odiaba por enterarme que mostraste esas fotos - dijo Martha, como si realmente me interesara. - Pero el tema es algo superado. Yo no puedo creer realmente que la muchacha esta se empeñe tanto en detestar a alguien sin motivo.

- La verdad es que es algo ilógico - comenté, aunque no quería seguir hablando del asunto. - Esas fotos que Pablo, Jessica y Ana vieron, lo único que tienen de malo es que ella tiene el cabello más corto.

- Y tiene ese vestido largo que le quedaba feo - prosiguió Martha.

- ¡Y estaba mucho más gorda! - gritó, de repente, Susana, como si se hubiera despertado.

Martha festejó su comentario, estableciendo que la rivalidad ante Guillermina seguía flotando.

- Estoy cansado de estar a prueba - dije, suspirando. - No me agrada que cada dos por tres tenga que haber esta clase de situaciones donde ella simplemente se enoja y nadie entiende por qué.

- Es que es lo que hace - dijo Martha. - Intenta convencer a otros de que ella está en lo cierto. Nos habló a Susana y a mí sólo para decirnos que tú siempre haces lo imposible por humillarnos. Y que mostraste esas fotos sin que ninguna de nosotras estuviera presente como para defenderse.

- Dios mío - dije, mirándola como si acabara de decir la ridiculez más grande del planeta. - Tampoco voy a adentrar en detalles para averiguar cómo es que para ustedes yo me la paso ingeniando planes para humillarlas públicamente.

Me levanté de esa charla tan poco productiva. Lucas me había escrito para decirme que tenía el dinero para devolverme, y me llamaba poderosamente mucho más la atención el hecho de tener dinero que el de lidiar con una persona que no sabía cómo ocupar su tiempo que no sea inventando conflictos donde no los hay.

- Me pregunto si a Jessica, a Ana y a Pablo les piensa decir algo sobre el asunto - dije, mientras me marchaba. - O tal vez para ellos, ella quiere seguir fingiendo que sus neuronas hacían sinapsis de vez en cuando.