130. Todos Contra Guillermina

miércoles, 26 de noviembre de 2008

- Te lo contaré después - le dije a Tobías, sonriendo. - Tienes que terminar de leer el e-mail primero. ¡Es más práctico!

- No, pero quiero saber qué pasó con Emilce - insistió Tobías, que afortunadamente se reía de lo nervioso que me encontraba y se dio cuenta que no podía hablar. - De acuerdo. Seguiré leyendo, pero después me lo cuentas.

Mientras Pablo mostraba su mejor cara de horror al saberse responsable de los actos en contra, intenté encontrar otro tema de conversación de la galera con tal de que Tobías no preguntara nada acerca del tema.

- Como comentaba, las chicas son muy venenosas - dijo Pablo, como si eso nos alejaría del problema. - El sábado pasado nos encontrábamos en un recital de una banda. Estaban Martha y Guillermina criticando a todo el mundo. Luego se fue Martha y llegó Jessica, y entre las dos empezaron a apuñalar por la espalda a Martha. ¡No pueden vivir si no están criticando a alguien! Juzgar a los demás se convirtió en ellas un arte tan necesario como respirar.

- Me imagino las cosas que dirán de mí, entonces - dijo Tobías, enojado. - Esto pasa porque nadie las frena. Jessica y Guillermina se convirtieron en buitres y todos nos damos cuenta de eso, pero nadie les dice nada.

- Yo ya hice la primera parte - dije, sin sentirme para nada orgulloso. - Si alguien quiere seguir mi línea y decírselos, pueden hacerlo.

- A mí la verdad es que no me interesa - dijo Tobías, y prendió un cigarrillo para darse más auge estético mientras hablaba. - Una es mi cuñada y sólo por ser novia de Emilio tengo que soportarla. Y a Guillermina, gracias a Dios, no la veo todos los días. Si no posiblemente estaría muerta, porque yo no soportaría todo lo que hace.

Tal como una vez lo había anunciado, las cosas malas que ellas dos hicieron, se estaban volviendo en su contra. Sin querer y sin esperarlo, todo el grupo pensaba algo que solamente yo me animé a decir, y el hecho de ser el héroe de toda una generación de personas cobardes tampoco era algo que me producía mucho orgullo. Mucho menos lo era el poder que tenía en mí de destruirla socialmente si es que quería. Pero eso no era necesario, ella sola se había encargado de cavar su propio pozo y ahora se estaba enterrando cada vez más.

Cuando Tobías se estaba marchando y fue hacia mi garaje a buscar su moto, Pablo me miró y me tomó del brazo.

- Por un segundo casi me muero por el tema de Emilce - me confesó. - Pensé que iba a tener que dar la cara y créeme que no quiero tener a Tobías en mi contra por una estupidez mía del pasado. Reconozco que me equivoqué con la chica, y ahora tenemos algo en común que es el estudio de una carrera de medicina. Así que por favor, te lo suplico, no le recuerdes el tema ahora que se está yendo.

- No lo pensaba hacer - le dije. - Ya suficiente me odia Guillermina como para seguir sumándole motivos para que piense que puede odiarme más.

Pero, sin lugar a dudas, Tobías no era tan tonto como para dejar pasar la oportunidad de saber todo y tener una conversación a solas.

- Mañana mismo volveré a verte después del trabajo - me dijo, antes de marcharse.

- Y por suerte, yo no volveré del Congreso por cinco días - me susurró Pablo, al verlo partir.