120. Repercusiones

lunes, 10 de noviembre de 2008

Un nuevo conflicto estaba en puerta de todos e increíblemente yo era la cara visible de una de esas batallas que no tengo intenciones de lidiar pero que tampoco puedo declarar mi Bandera Blanca.

La pelea con Guillermina ya había llegado a oídos de todos y, como siempre es sabido, todos tenían algo que opinar. Cuando menos quería hablar del tema, pareciera que todos necesitaban decir algo. Y, la peor de todas las situaciones, es que todos parecían querer haberle dicho a ella lo que le dije yo.

- Es una estúpida - me dijo Lucas, cuando nos encontramos. - Me parece que fuiste leve con las cosas que le pusiste.

- Sólo contesté de forma agresiva porque ella me respondió así - dije. - No tengo nada en contra de ella. Ella fue la que se enojó.

- De todos modos no tienes nada de qué arrepentirte - prosiguió Lucas, como si logré un objetivo que llenó de orgullo a todo el mundo. - Es lo que pensamos todos sobre Guillermina.

- No digas que "todos" pensamos así - lo acusó Marcelo.

- Bueno, díganselo ustedes - me defendí. - No quiero ser recordado como el chico que derrocó el Reinado Imaginario de Guillermina.

- Ella se buscó esto - me intentó consolar Martha. - Ella quiso hacerse la buena amiga y mira, hoy le mandó un mensaje a Susana porque se iban a juntar con Jessica y cuando Susana le dijo que venía a la Clínica conmigo para ver a mi abuela internada, ella ni contestó. Bien que cuando su hermana estuvo enferma el mes pasado, yo viví en la Clínica con ella.

En ese momento caí en la cuenta que Marcelo, Susana, Lucas, Martha y yo estábamos en una habitación de una Clínica al lado donde descanzaba la abuela de Martha mientras se hacía una transfución de sangre. Debo reconocer que cada vez elegíamos lugares más morbosos para juntarnos como un grupo.

- Ella no se va a hacer responsable de los errores que tiene - dijo Susana. - En el e-mail que te mandó, se notó que se intentó prender de cualquier cosa para atacarte. Como intentando encontrarle lógica al que tú hayas mostrado esas fotos.

- Pero echar al demonio una amistad por una causa así, no tiene sentido - opinó Martha. - Si alguien me dice que Oliver le sacó un hígado, violó a la hermana y prendió fuego la camioneta del padre, te creo. Pero... No, no entiendo.

- Tú no te preocupes, Oliver - me dijo Lucas, apoyándome su mano en mi hombro. - Ninguno te abandonará a ti por ella.

- Eso es lo que más me preocupa - dije, sin que me resulte tierno el comentario en ningún momento. - Sé que pertenezco al grupo de los hombres por el simple hecho de ser un hombre. Antes de ella, sé que para los chicos estaré yo. Y ella junto con Jessica se encargaron de desbaratar al grupo de las mujeres, por lo que Susana y Martha no son muy apegadas emocionalmente. Y Leo y Ana son amigos míos desde antes. Yo tranquilamente puedo estar un fin de semana sin hacer planes con ninguno, pero sé que eso a ella la mataría. Y lo peor de todo es que me va a hacer responsable a mí antes que aceptar que ella es la que cometió errores.

Se produjo un pequeño silencio en la conversación, como si intentaran asimilar todo lo que acababa de decir. Finalmente Susana, que sorprendentemente esta despierta y tenía cosas qué acotar, fue la que sentenció y finalizó la charla.

- Hizo que todos estemos en su contra - me dijo Susana. - Que no se queje. Sólo está haciendo malabares para conseguir un poco de atención.

Sonreí para mis adentros. Sabía de qué se trataba.