116. Cines y Emociones

lunes, 10 de noviembre de 2008

Durante los tres días que me encontré visitando a Julieta al cuadrado, tuvimos la oportunidad de ir al cine 3 veces. A ver 3 películas distintas, por supuesto. Y por suerte Julieta 2 nos acompañó en todas.

La primera película que vimos los 3, era alguna directamente ligada al género terror/basada-en-supuestos-hechos-reales-donde-sabemos-que-los-protagonistas-terminarán-muertos. Pero si bien fue llamativa e hizo pasar un buen momento, lo entretenido de eso fue escuchar los gritos de Julieta 2 en cada momento de la película. Agradecí que no tuviera confianza conmigo porque luego vi que a su vecina practicamente la dejó sin brazo de tantas veces que se lo retorció, por el miedo.

- No soy buena mirando esta clase de películas - dijo, cuando salió totalmente espantada.

- Sí, el brazo que alguna vez tuve se dio por enterado - le respondió Julieta, totalmente enojada.

- Es que soy muy miedosa - se defendió, como si nos quedaban dudas. - Todo fue un ambiente muy opresivo. Me sentí muy mal.

Pero al día siguiente, con una película romántica, las cosas no mejoraron precisamente. Esta vez terminó llorando a raudales y no nos dejó levantarnos de la butaca hasta que sus lágrimas se secaran un poco.

- Es que la chica me hizo recordar a mí - dijo, refiriéndose a la protagonista. - Tenía mi misma edad, no tenía una relación estable, odiaba su empleo como a ella misma...

- Tenían el mismo corte de cabello espantoso - dijo Julieta, como si fueran palabras que se las lleva el viento.

- No sé, me tocó muy en el alma porque me vi reflejado en eso - continuó la vecina, frotándose tantos los ojos para ver parecía que se los iba a reventar.

- Eres consciente que eras la única del cine que estaba llorando, ¿verdad? - preguntó Julieta.

- Lo más probable es que sea la única del mundo que lloró al ver esa película - sentencié, ya que después de un día, habíamos adquirido esa clase de confianza.

El último día, antes de emprender mi regreso a la ciudad y despedirme del mejor fin de semana que pasaba en mucho tiempo, decidimos ir al cine por última vez. Esta vez, dado que el horario que elegimos por mi partida era dos minutos después del mediodía, entramos al cine casi muertos por los rayos del Sol que nos estaban quemando la piel.

Esta vez vimos una película de acción y, afortunadamente, Julieta 2 no tuvo ninguna clase de sentimientos. No salió llorando, ni enojada, ni feliz, ni con problemas de sueños. Salió tranquila.

Afuera del cine una tormenta se había largado y azotaba la ciudad de una manera sorprendente, mientras que los tres intentábamos conseguir un taxi que nos llevara a buscar mis bolsos.

- La buena noticia es que ya descubrimos qué película mostrarle a tu vecina - le dije a Julieta. - Ya sabemos a qué género es inmune a desmembrarte o pasar toda la noche depresiva haciendo que evites que se suicide.