124. Acostados (1)

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Cuatro días y dos visitas más a la casa de Felipe, habíamos llegado a la confianza de que yo ingresara a su habitación delante de toda su familia. Su madre me seguía preguntando cómo me iba en una carrera que yo ni en mis más profundos sueños pensé en cursar y mentía sobre la marcha lo mejor que me salía.

Generalmente hacía grandes esfuerzos por evitar el tema y rellenaba los espacios contando cosas sobre mi trabajo, lo cansado que me tiene mi jefe y cómo mi vida social se ha recortado a los fines de semana donde no tengo sueño y tengo que recuperar todo lo que he perdido. Luego de eso, Felipe y yo nos acostábamos a mirar televisión mientras, apuntes en mano por si entraba alguien, nuestros cuerpos estaban separados por milímetros en las camas gemelas y unidas de él y de Rafael.

- Estás acostado sobre mi cama - me dijo, cuando me acosté.

- Es linda - acoté y finjí dormir. - Dentro de un par de horas tengo que ir a un curso que me obliga mi empresa, así que no te molestaré mucho.

- Yo no dormí la siesta por quedarme a esperarte - insinuó, como intentando hacerme sentir culpable.

- Tú sabes que me quedaría todo el tiempo que quieras, pero esto es importante - me defendí, como si tuviera que darle explicaciones. - Aparte, la vez pasada ya falté a uno de esos cursos por venir a tu casa, ¿recuerdas?

Felipe se pasó todo el resto de la tarde intentando hacerme la contra, cosa que yo evadí con diplomacia y sutileza, y ante el menor intento de alterarme, le respondía con una sonrisa y le contestaba bien. Mientras que él, estaba mucho más amable de lo habitual, comenzando porque cuando le ofrecí ir a su casa, me dijo "sí", sin reproches ni condiciones ni tiempo de decidir.

- ¿Cuándo fue tu primera relación sexual? - me preguntó.

- Oh, veo que quieres hablar de sexo.

- No, no fue de sexo - se defendió. - Es una pregunta. No la respondas si no quieres.

- ¿No quieres saber la respuesta? - pregunté, insinuándome.

- Claro que sí, pero no quiero tener que responder a tus preguntas.

- Bien, ¿quieres saber mi primera vez con una chica o mi primera vez con un chico? - pregunté.

- Tu primera vez con quien fuera - respondió.

Tuve que hacer memoria y comencé a relatar una historia que ocurrió hace seis años atrás.

- Sucedió tres días antes de mi décimoquinto cumpleaños - conté. - Lo recuerdo porque tres días después cumplí 15. Fue con una amiga de una amiga. La típica historia.

Felipe mi miró como si hubiera arrancado la cabeza de su perro y la estuviera usando de collar.

- ¿Acaso no tuviste infancia?

- Espera, ¿cuándo fue tu primera vez?

- El año pasado - dijo, muy orgulloso. - Unos días antes de cumplir 17.

Y entonces, si mis datos no estaban mal, no quise preguntar pero me di por enterado que su primera vez fue con Alfonzo.