117. El Cordial E-Mail

lunes, 10 de noviembre de 2008

Cuando regresé a mi ciudad, decidí mandarle un e-mail a Guillermina.

"Habiendo pasado ya una semana en donde, Dios me perdonará si me equivoco, habrás citado mi nombre adheriendo calificativos e intenciones subliminares bajo las perverciones que puede contener mi errada motivación de mostrar unas fotos de cuatro años de antiguedad, te escribo estas palabras con las únicas aclaratorias de establecer mi postura ante los sucesos.

Sin inmutarme ni cambiar mi forma de ver la vida, vale destacar que resulta confuso y es practicamente incomprensible que después de casi un año de amistad, uno deba seguir siendo víctima de tus inseguridades personales frecuentemente transmitidas a tus relaciones humanas.

Yo empezaría por quitarme la arrogancia de creer merecer el Premio Nobel a la Amistad, porque, sin la menor intención de ofender, no eres una experta en esa área, porque sino no estarías en tantas amistades que, bajo tu puro y exclusivo punto de vista, no funcionan ni sirven.

Si tu vida no es plena, te sientes vacía o directamente estás desbordada, en lugar de buscar conflictos donde no los hay, personalmente te recomendaría escribir una historia. Creo que tu capacidad sería más productiva haciendo arte que jugando a ser una mediática en busca de un minúto de cámara.

Lamento profundamente que hayas pensado que te destruí socialmente (?) al cumplir con la petición de tus amigos, pero mucho más lamento que una persona que reclama la Unión Grupal, sea la causante de tantas rupturas y quiebres. Convengamos que si de 10 personas, hay problemas con 9, quizá el problema no es de las 9 personas.

Sin otro motivo, te saluda atentamente.

Oliver Luk."

Me la busqué, lo sé, pero esas palabras expresaron toda la rabia que sentía ante la situación.