39. Hablemos del Caos (9º Parte)

martes, 29 de julio de 2008

Finalmente fue cuatro días más tarde, mucho más del tiempo que Lucas y yo estábamos acostumbrados a no vernos, que tuve la voluntad suficiente como para tenerlo enfrente.

Tuvimos su tan anunciada charla sobre cómo de una noche tranquila de disco, él y su ex novia terminaron juntos viendo el amanecer.

- El problema es que ella tiene un hijo - me contó, en aquél jueves que llovía después de tanto tiempo. - Y... No lo sé... Yo no estoy como para hacerme cargo de criaturas que no son mías. Si fuera mío, está bien, pero no tengo por qué criar al hijo de otro. Por eso estoy intentando no quererla.

Mientras yo meditaba en otras cosas con tal de que mi cabeza no lo escuche, pero es que la verdad, aquello era un acto masoquista al que me había sometido por propia estupidez.

Pero era mi amigo. En un mundo perfecto se supone que si estaba feliz, yo debería estarlo también.

Además, estaba haciendo grandes esfuerzo por volver a caerme bien después de haberme dejado plantado.

- Hasta quiero darte mi campera roja que tanto te gusta - me dijo, jugando con sus dedos, como símbolo de timidez. - Y quiero decirte que nunca más voy a volver a fallarte.

No volví a mencionarle el asunto del viaje que tanto me había molestado. Pero hablé sobre la próxima vez ir a ver Sex and the City. Por supuesto, en toda mi conversación jamás lo mencioné ni le di a entender que estaba invitado. Hasta le hablé sobre el novio celoso de Karen y sobre lo gracioso que iba a ser que se entere que su novia iba a volver a ir al cine conmigo.

- Pero si ese chico te quiere hacer algo, lo mejor sería que tengas a alguien que entienda de artes marciales, para que te pueda defender - me dijo, haciéndose referencia por sus años de estudio en karate.

Sonreí por todos sus intentos forzados, y mi simpatía impidió que le responda "de acuerdo, llevaré a Guillermina o Pablo".

Después de todo, más allá de lo hermoso que fue aquél reencuentro en donde se esforzaba por ganarse mi simpatía, no le creía absolutamente nada.

Conociéndolo, sabía que esas promesas y ese entusiasmo por cumplirla, se iría desgastando a través del tiempo.

No era real.

1 Dichos:

Anónimo dijo...

Eso se llama felicidad?? oh, que equivocada esta mi vida entonces. Yo crei que la felicidad inplicaba algun que otro riesgo. Seguro ahi viene una de mis depreiones y replanteos del mundo y la existencias.
Error. Eso no es felicidad. La felicidad es una calma inexplicable, que te llena y disipa todos los males. La felicidad es redundantemente feliz.

Eso es simplemente engañarse.