- ¿Por qué me dejaste dormir tanto? - pregunté, totalmente enojado, confundido y con ganas de arrancarle los ojos.
- Es que no te quería despertar - respondió, el muy imbécil.
Esta vez, la excusa no me resultaba creíble. Ni siquiera me resultaba lógica. Ni por asomo.
- Tengo toda la semana para dormir, Lucas - dije, cínicamente, mientras las lágrimas me estaban invadiendo la cara.
- ¿Por qué tienes toda la semana para dormir? - preguntó, sin entender lo que quise decir. - ¿De qué es lo que no me enteré?
Definitivamente su estupidez aumentó con el asunto de jugar más de nueve horas en una computadora.
- Me refiero a que tengo toda la semana para dormir, ¿tengo toda la semana para estar contigo, acaso?
- Ah.
Y cayendo en la cuenta de que su juego estaba dejándose estar, continuó apretando los botones de la computadora.
- Y veo que vas a seguir jugando - anuncié, mientras mi odio seguía aumentando a un nivel insospechado.
- ¿Qué es lo que quieres hacer? - preguntó, como queriéndome decir que ya era muy tarde como para ver algo o hacer algo más de lo que ya había decidido hacer.
Me sentí prácticamente humillado. Fui tomado a un segundo plano y mi puesto lo ganó una computadora.
¿Qué papel fundamental quería tomar en la vida de Lucas si un juego que ya jugó mil veces me ganaba tranquilamente el lugar?
- Es que no te quería despertar - respondió, el muy imbécil.

Esta vez, la excusa no me resultaba creíble. Ni siquiera me resultaba lógica. Ni por asomo.
- Tengo toda la semana para dormir, Lucas - dije, cínicamente, mientras las lágrimas me estaban invadiendo la cara.
- ¿Por qué tienes toda la semana para dormir? - preguntó, sin entender lo que quise decir. - ¿De qué es lo que no me enteré?
Definitivamente su estupidez aumentó con el asunto de jugar más de nueve horas en una computadora.
- Me refiero a que tengo toda la semana para dormir, ¿tengo toda la semana para estar contigo, acaso?
- Ah.
Y cayendo en la cuenta de que su juego estaba dejándose estar, continuó apretando los botones de la computadora.
- Y veo que vas a seguir jugando - anuncié, mientras mi odio seguía aumentando a un nivel insospechado.
- ¿Qué es lo que quieres hacer? - preguntó, como queriéndome decir que ya era muy tarde como para ver algo o hacer algo más de lo que ya había decidido hacer.
Me sentí prácticamente humillado. Fui tomado a un segundo plano y mi puesto lo ganó una computadora.
¿Qué papel fundamental quería tomar en la vida de Lucas si un juego que ya jugó mil veces me ganaba tranquilamente el lugar?
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