28. Hablemos de Lucas (3º Parte)

jueves, 24 de julio de 2008


- ¿Por qué me dejaste dormir tanto? - pregunté, totalmente enojado, confundido y con ganas de arrancarle los ojos.

- Es que no te quería despertar - respondió, el muy imbécil.

Esta vez, la excusa no me resultaba creíble. Ni siquiera me resultaba lógica. Ni por asomo.

- Tengo toda la semana para dormir, Lucas - dije, cínicamente, mientras las lágrimas me estaban invadiendo la cara.

- ¿Por qué tienes toda la semana para dormir? - preguntó, sin entender lo que quise decir. - ¿De qué es lo que no me enteré?

Definitivamente su estupidez aumentó con el asunto de jugar más de nueve horas en una computadora.

- Me refiero a que tengo toda la semana para dormir, ¿tengo toda la semana para estar contigo, acaso?

- Ah.

Y cayendo en la cuenta de que su juego estaba dejándose estar, continuó apretando los botones de la computadora.

- Y veo que vas a seguir jugando - anuncié, mientras mi odio seguía aumentando a un nivel insospechado.

- ¿Qué es lo que quieres hacer? - preguntó, como queriéndome decir que ya era muy tarde como para ver algo o hacer algo más de lo que ya había decidido hacer.

Me sentí prácticamente humillado. Fui tomado a un segundo plano y mi puesto lo ganó una computadora.

¿Qué papel fundamental quería tomar en la vida de Lucas si un juego que ya jugó mil veces me ganaba tranquilamente el lugar?