Cuando Rafael vio que el resultado de su examen le dio un puntaje de 68, sintió que su mundo se venía abajo. Sólo 2 respuesta correcta y podía estar entre los primeros candidatos, como su hermano Felipe, que había alcanzando el mínimo requerido respondiendo correctamente a las 70 preguntas básicas. 
Estaba un poco triste y Felipe no supo muy bien cómo consolarlo, aunque después de todo no era el fin del mundo y más allá de eso, sabían que no hicieron su mejor esfuerzo, ya que la noche anterior Rafael dejó todo por celebrar a solas el cumpleaños de Fabricio.
Sin embargo, cuando llegaron a su casa, sus padres los miraron de brazos cruzados. Algo en ellos les dijo que ya se habían enterado de todo antes de que ellos pudieran decírselos.
- ¡Eres un inconsciente! - le gritó la madre. - ¡Perdiste la oportunidad de tu vida!
Rafael no decía nada. No era él el que respondía a las agresiones. Felipe, por otro lado, hervía de rabia.
- Mamá, tiene 18 años... - intentó interrumpirla Felipe. - No es el fin del mundo.
- ¡No! - gritó ella. - Pero sabías muy bien que podías haberte esmerado un poco más - Felipe no existía en esa conversación. - Yo te dije ayer, en lugar de irte a jugar en el cumpleaños de tu amigo, podrías haberte quedado a estudiar. ¡No te costaba nada!
Ahora Rafael se sentía terriblemente culpable por esto. Pero Felipe no estaba dispuesto a dar el brazo a torcer y decirle a la madre que tenía razón.
- Mamá, ya pasó - volvió a interrumpir. - ¿No crees que ya se siente mal de por sí?
- No sé - dijo ella, cegada por la bronca. - Pero esto no hubiera pasado si se hubiera esmerado un poco. ¡Un poco solamente! Tenía todas las posibilidades. Yo podría haber estudiado con él. ¿Y ahora?
Felipe esperó a que su madre termine de gritar saliendo de la habitación y volvió a entrar en el cuarto cuando se aseguró que Rafael se encuentre solo. Por supuesto, estaba llorando.
- Después se calmó - le contó Rafael. - Me dijo que iba a hablar para saber si existía alguna posibilidad, pero dudo que exista y dudo que lo haga. Creo que recapacitó después de su arranque de furia.
- Por eso tendríamos que habernos ido - dijo Felipe.
Esa noche durmió bien, pero escuchó por momentos como su hermano se partía en llanto.

Estaba un poco triste y Felipe no supo muy bien cómo consolarlo, aunque después de todo no era el fin del mundo y más allá de eso, sabían que no hicieron su mejor esfuerzo, ya que la noche anterior Rafael dejó todo por celebrar a solas el cumpleaños de Fabricio.
Sin embargo, cuando llegaron a su casa, sus padres los miraron de brazos cruzados. Algo en ellos les dijo que ya se habían enterado de todo antes de que ellos pudieran decírselos.
- ¡Eres un inconsciente! - le gritó la madre. - ¡Perdiste la oportunidad de tu vida!
Rafael no decía nada. No era él el que respondía a las agresiones. Felipe, por otro lado, hervía de rabia.
- Mamá, tiene 18 años... - intentó interrumpirla Felipe. - No es el fin del mundo.
- ¡No! - gritó ella. - Pero sabías muy bien que podías haberte esmerado un poco más - Felipe no existía en esa conversación. - Yo te dije ayer, en lugar de irte a jugar en el cumpleaños de tu amigo, podrías haberte quedado a estudiar. ¡No te costaba nada!
Ahora Rafael se sentía terriblemente culpable por esto. Pero Felipe no estaba dispuesto a dar el brazo a torcer y decirle a la madre que tenía razón.
- Mamá, ya pasó - volvió a interrumpir. - ¿No crees que ya se siente mal de por sí?
- No sé - dijo ella, cegada por la bronca. - Pero esto no hubiera pasado si se hubiera esmerado un poco. ¡Un poco solamente! Tenía todas las posibilidades. Yo podría haber estudiado con él. ¿Y ahora?
Felipe esperó a que su madre termine de gritar saliendo de la habitación y volvió a entrar en el cuarto cuando se aseguró que Rafael se encuentre solo. Por supuesto, estaba llorando.
- Después se calmó - le contó Rafael. - Me dijo que iba a hablar para saber si existía alguna posibilidad, pero dudo que exista y dudo que lo haga. Creo que recapacitó después de su arranque de furia.
- Por eso tendríamos que habernos ido - dijo Felipe.
Esa noche durmió bien, pero escuchó por momentos como su hermano se partía en llanto.
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