136. Mi Segundo Examen

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Mientras que Rafael lloraba de la frustración, yo intentaba estudiar esa noche y estaba convencido de que al final del día iba a terminar diciéndole que no estaba solo en la lista de quienes no aprobaron el segundo examen.

Definitivamente, jamás me importó estudiar todo esto hasta que vi lo importante que era y lo afortunado que podría considerarme por ser uno de los pocos en la ciudad por conseguir un puesto así. Esas cosas que no me propongo y resultan mejor de lo que esperaba.

Cuando fui a rendir, entre la espera, escuché a uno de los aspirantes preguntar acerca de cómo le había ido el día anterior.

- De todos los que rindieron ayer, solamente uno quedó afuera - dijo. - Así que esperamos el mismo nivel en ustedes.

De más está decir que ya sabía quién fue el único de todos los que rindieron ayer que había quedado afuera. Hubiera dicho algo así como "yo lo conozco", pero dudaba que era algo como para decir con orgullo.

Me senté a rendir el cuestionario de 100 preguntas, de las cuales si con certeza sabía 3, era un dato halagador. Jamás me imaginé que la harían tan complicada y me di cuenta que hace tiempo que no me siento a rendir una materia como para estudiar de verdad. Mi cerebro se había atrofiado o se perdió por el camino.

Así que terminé de completar el test y, suspirando hondo, me eché a la suerte.

"RESULTADO: 70 RESPUESTAS CORRECTAS"

Me quedé con la boca abierta al ver eso. ¡Había aprobado! Con una suerte de perros, pero ¡había salido bien!

No podía creerlo. Los muchachos que tomaban nota me felicitaron y se burlaron también de mi suerte y como había jugado con el destino.

Estaba claro que el azar me sonreía en cosas que nunca me proponía, y tal vez debería dejar de esmerarme tanto por conseguir algo y empezar a darle poca trascendencia, porque, aunque parezca absurdo y conformista, de esa forma las cosas me salían bien.

Aún así, sentía que tenía que hablar con alguien acerca de darle ánimos. Una persona que sufrió el azar de una forma cruel.

No quería abusar del dolor ni tenía intenciones de sacar en cara nada, solamente quería hablar para dar un voto de confianza al futuro.

Claro que tal vez Felipe no estaría muy feliz con el hecho de que yo me relacione con su hermano Rafael, pero de todos modos, iba a hacer el intento con un discurso ya preparado.