158. Ganar en Algo

miércoles, 31 de diciembre de 2008

Me pasé el resto de la charla convenciendo a Fabricio de recuperar mi juego de la casa de Felipe, sin que tenga que devolverle su campera. Quedamos en que íbamos a hablar bien sobre el plan, si es que él y Rafael volvían a hablarse, claro.

- Y fui un estúpido - le conté a Lucas, al día siguiente. - Porque me metí en problemas por querer hacerme el gracioso y esquivar el momento de reencontrarme con Felipe. Aunque, sinceramente, sospecho que le quito un peso de encima.

- Yo apostaría en que va a querer recuperar su campera - acotó mi amigo.

- Es posible - comenté. - Pero le va a hervir la sangre de rabia cuando se entere que ahora hablo con Fabricio. Para empezar, no lo quiere. Así que imagínate cuando Fabricio le pida mi Clue para devolverme. Va a insultarme muy feo. Estoy seguro. Pero lo que sí es seguro, que haré todo lo posible por no devolverle su campera.

Lucas se quedó mirándome en silencio.

- ¿Esa es tu venganza porque no te quiere hablar? - preguntó. - ¿Robarle una campera?

- No - respondí, siendo sincero. - Lo de la campera no es una venganza.

- ¿Entonces por qué tu obsesión por no devolvérsela?

- Porque quiero saber que al menos le gané en algo - le dije, desesperado porque entienda. - Porque necesito saber que no perdí todo lo que tenía y que algo bueno salió para mí de todo esto, por más que sea una mundana campera que no necesito.

Las lágrimas me corrían por los ojos en el momento de decir mi argumento, pero no podía evitarlo.

- Necesito saber que no fueron tres meses en vano - remarqué. - Y no quiero dejar que Felipe me vuelva a ganar, porque sinceramente me ganó en todas las partidas. En una tengo que salir vencedor yo.

Entonces lo supe. Esta vez era diferente porque había perdido más de lo que pensé.

Cuando terminé con Juan, él era un chiste de la vida. No tenía empleo, no sabía qué hacer de su existencia y abandonaba todo. Luego, Lucas siguió exactamente el mismo camino. Guillermina quedó totalmente sola y desamparada sin mí. En cambio, Felipe, era el único que ganaba más de lo que perdía al dejarme ir.

Su mundo no se modificaba en lo absoluto y en todos los aspectos, Felipe era mejor que yo.

Era esa competencia que nos ponemos a la hora de saber que alguien nos deshechó. Esta era la peor derrota de todas, porque era la primera vez que alguien ni siquiera me vio como una competencia.