143. Sin Palabras

jueves, 25 de diciembre de 2008

- Dios... Dios - fue lo único que le salía decirme a Julieta, mientras le contaba, al día siguiente, lo que había sucedido.

Salí de mi oficina hacia el patio de la empresa para poder fumar un cigarrillo y, de paso, la tenía a mi amiga pegada al teléfono.

- Lo sé - respondí. - Jamás me imaginé que era el ex novio de Fabricio hasta después de que lo hicimos.

- ¿Y cómo es que terminó en tu cama? - me preguntó Julieta, que no había entendido la historia. - ¿Cómo es que estas personas terminan en tu cama?

- Nos conocimos en Febrero - recordé. - En aquella época post Juan y pre Lucas.

- Buenas épocas - susurró Julieta, y la ignoré.

- Hablamos, lo hicimos y luego se mudó - recordé. - Ayer, llegó aquí después de meses de no venir.

Julieta se quedó unos segundos en silencio, esperando que yo respondiera pero no había mucho más que acotar. La parte buena es que había descubierto que el mundo no se terminaba en Felipe, pero aún así, la parte mala es que era una alegría fugaz que me daba una falsa seguridad de indestrucción.

- ¿Qué te dijo? - preguntó Julieta.

- Sobre Felipe, que era un chico lindo sin cerebro - conté. - Lo cual no pude contradecir porque es cierto. Sobre Fabricio, todas las cosas malas que se le pueden decir a un ex y por el único que salté en defensa, fue de Rafael, que es el que me cae mejor de los tres.

- Por mi parte yo estoy muy feliz - me confesó ella. - Conocí a un nuevo chico, que es el mismo que arregla mi computadora. Vino anoche, ya que mi hermana no está por aquí, y nos dimos un par de besos. Escucha, ¿vienes este fin de semana?

- Afirmativo - dije. - De ahora en más tendré que ir una vez por mes. Tengo que escaparme más seguido de este sitio.

- Cuando quieras.