150. Historias Rebuscadas

jueves, 25 de diciembre de 2008

Esa noche volvimos con Julieta del recital y decidimos pegarnos un baño antes de volver a salir. Mientras ella lo hacía, yo tuve un pequeño dejo de melancolía y decidí revisar el metroflog de Fabricio, para ver si me encontraba con algún indicio o señal de saber algo de la vida de ellos, que nunca terminaron de aceptarme y que siempre me morí por encajar.

Y ahí estaba, una foto de él y Rafael juntos, más las palabras más bellas que jamás he leído.

"Lo único que pido es que me des un poco más de cariño. Que me hagas sentir que te gusta estar conmigo. Porque no te das una idea todo lo que eres para mí. Y cuanto me duelen todas estas cosas, bebé. Siempre te digo que no soy el novio perfecto, pero te juro que no te das una idea de cuánto te amo. Si un día me preguntas "Amor, ¿cuánto me amas?", te voy a decir la verdad. Que ni yo sé cuánto te amo. Pero si tengo que dar mi vida por ti, la daría, porque significas todo para mí."

Debo confesar que mis ojos se llenaron de lágrimas al leer esas palabras.

- Los odio - confesó Julieta, al leerlo. Visiblemente también estaba afectada. - Los odio.

- Debo confesar que pese a que pone en vigencia ante todo el mundo la homosexualidad de ambos... es lo más tierno del mundo - dije. - Siento tanta envidia que me duele el estómago. Son como una pareja feliz que tiene que ser destruida. ¿Ves? Por unas cosas maravillosas como estas es que surgen los malos en las novelas.

Julieta se río de mi comentario y también contempló un tiempo más la foto de ellos dos.

- No deberías odiarlos a ellos - dijo Julieta, mirando la foto. - Sino a Felipe.

- ¿Por qué debería odiarlo? - pregunté. - No es su culpa que no me quiera. No quiero hablar de eso tampoco porque no es para eso este viaje o sino me voy a estar despellejando vivo en cualquier momento.

Un segundo de silencio en el cual los dos sabíamos que eso nos estaba costando un poco más de la cuenta, el asimilarlo.

- Tendríamos que haber ido hoy cuando nos pidieron - me dijo, la muchacha.

- ¿Y contar qué? - pregunté, indignado. - La romántica historia sobre cómo te acuestas con alguien cuando estoy durmiendo en la habitación de al lado, o la aún más romántica historia de cuando me acosté con el ex novio del actual novio del que quiero que sea mi cuñado.

Julieta sonrío. Parecían historias increíblemente rebuscadas, pero eran ciertas.