44. El Regalo (IV)

miércoles, 3 de septiembre de 2008

En el chat, las cosas con Felipe iban cobrando forma. Yo cada vez me estaba dejando dominar por la lujuria ante la situación y más allá de eso, porque estaba por comentarme una historia que ya sabía.



Cómo había él obtenido mi correo.


FELIPE: Un muchacho en el chat, que por cierto, es un maleducado por su forma de hablarme, me pasó tu dirección. Y te agregué.


YO: Ah, ¿y eso es todo?


FELIPE: Sí, por algo estamos hablando ahora, ¿no?


Irónico, encima.


YO: Pero, ¿no te dijo nada más? ¿Sólo te dio mi dirección porque quería?


FELIPE: La verdad es que también me dijo que eras activo y yo... Bueno, te agregué por curiosidad.


No me había mentido y me había contado la historia tal cual fue.

YO: ¿Y qué piensas ahora?

Había lanzado la pregunta que de puro coraje alcancé a preguntar. Si obtenía una respuesta favorable, tendría la posibilidad de comenzar a pensar en algo más que sexo. Si no era así, era mejor que dejara de vincularme con él. O por lo menos, hacerlo mío lo antes posible y de ese modo alcanzar a perder el interés.

FELIPE: Somos amigos, ¿no?

Mala respuesta.

YO: Eso significa que entre nosotros... no va a pasar nada nunca, ¿verdad?

Tirando de la cuerda.

FELIPE: No lo sé. Yo quiero seguir conociéndote.

No entiendo por qué los heterosexuales se quejan diciendo que no entienden a las mujeres. Los hombres somos peores.

1 Dichos:

Anónimo dijo...

Y que esperabas? entender a todo el mundo? siempre hay alguien a quien no entendemos (ademas de uno mismo)... Ademas no es solo cosa de saltar al vacio una y otra vez aver si en la siguiento volvemos a salir vivos...