54. El Cartel Verde (4º Parte)

jueves, 18 de septiembre de 2008

"No te puedo explicar todas las emociones que pasan por mí (buenas y malas), pero haciendo la sumatoria, sólo puedo agradecerte por ser como eres y por dejarme ser parte de eso.
Firma: MARCELO."


La moto de Marcelo se había quedado sin gasolina, por lo que me pidió que lo acompañara, caminando, a una estación de servicio que quedaba a dos cuadras del lugar donde todos se encontraban.

- Tengo ganas de ir a hacer daño con tu computadora - me comentó, simpaticonamente. - Encontré una forma de reinstalar todo. Tengo unos discos de 60 GB que podamos usar para hacer el bake-up y pasar toda la información allí, y luego, borro todo tu disco y lo iniciamos de nuevo.

- Suena... una idea... interesante - dije, sin saber muy bien que contestarle a un ser tan emocionado.

- Es más, lo haremos mañana - insistió.

Realmente estaba emocionado.

- O mejor aún, si no tenemos nada que hacer hoy cuando termine tu fiesta, iremos a tu casa y lo haremos esta noche - concluyó.

Veía que aquello era algo que le fascinaba hacer.

No era un privilegio que sólo gozara yo. Marcelo tenía la costumbre de arreglar todo, desde celulares a cualquier cosa relacionada con el mundo informático. Nadie sabe bien de dónde aprendió todo ni tampoco se sabe cómo fue que comenzó.

Lo que nadie podía negar es que él lo arreglaba todo. Inclusive la vida personal de cada uno.

Quizá porque era el más grande del grupo, el más maduro aunque siempre lo disfrazaba con su faceta multipremiada de ser insoportable.

En el camino a la estación de servicio, se detuvo a saludar a una joven muy hermosa.

- ¿Cómo está? - escuché que preguntó.

- Bastante bien - respondió. - Aunque todavía no se sabe mucho cómo seguirá el panorama.

- A mí me llegó un mensaje de tu novio preguntándome mi tipo de sangre - continuó Marcelo. - Yo no entendía ni para quién era, pero le dije que me avisara y que no tenía problema. Aparte, tú sabes que mi sangre es inusual y es solicitada también. Yo le pedí a tu novio que me dijera dónde y por quién pido y yo lo hacía.

La chica sonrío y yo no pude evitar hacerlo también. Marcelo cada vez demostraba ser más grande de lo que al principio podía parecer.

- Tuvimos que conformarnos con una persona que nos pidió $350 por la transfusión - continuó la muchacha, algo enojada. - Encima cada tubo que tienen que colocarle ronda los $75. No está saliendo barato salvarle la vida a alguien. De todos modos, tú no tienes que preocuparte por ahora porque no necesitaremos que dones.

- También recibí ese mensaje de tu novio donde me autorizaba a volver a comer comida grasienta - respondió Marcelo, con un suspiro de alivio. - Era algo que me dolía mucho dejar de hacer.

Aquella conversación sobre transfusiones de sangre me hizo recordar a una historia que no comenté con nadie.

Algo que me sucedió hace una semana atrás.

Algo que me hacía vivir en la incertidumbre.

1 Dichos:

Anónimo dijo...

Que le paso a tu compu?
Quien necesitaba sangre?
Que te paso?

ahhh no puedo aguantar!!