67. El Cartel Verde (17º Parte)

jueves, 18 de septiembre de 2008

A partir del lunes, después de ese fin de semana extraordinario, las cosas malas comenzaron a llegar tal efecto dominó.

La hermana menor de Guillermina tuvo un ataque de neumonía y tuvieron que hospitalizarla. Tuvo días enteros llenos de incertidumbre y opiniones médicas encontradas.

Hasta hubo un día en donde parecía que la iban a mandar a su casa, pero la joven tuvo una recaída por lo cual se vio obligada a internarse unos días más.

La vida de Guillermina se convirtió en un dormir y levantarse para ir a la Clínica. No vio a nadie y no se acercó a nadie más.

Perdió su sentido del humor y se conectaba al chat unos minutos sólo para despejarse, pero no podía hablar de otra cosa.

Para colmo de males, la otra hermana, la más chica de las tres, tuvo a la muerte muy de cerca: su mejor amiga se suicidó.

Esta noticia paralizó a toda la ciudad. Pero era más tétrico porque resultaba estar más vinculada a mi vida que lo que alguna vez me hubiera imaginado.

Para empezar, la joven suicida era hija de un compañero de trabajo, a quien vi un par de veces en la empresa. Además de ser amiga de la hermana de Guillermina, también había tomado la Confirmación Cristiana el pasado domingo, junto con la nieta de mi jefe.

Dicen que se peleó con la madre, dicen que se peleó con la hermana porque no le quiso dar una computadora, dicen que fue por cosas de noviazgo, dicen que fue por culpa de la droga.

La gente habla, opina y comenta con afirmación cosas que solamente creen pero no lo saben, como si alguna vez estuvieron en la mentalidad de un suicida.

Reparten el rumor, le agregan sus gotas de pensamientos y lo desplazan.

Destrozan familias, personas, mundos y todo lo demás.

Gente que debería, como dije antes, buscarse una vida y dejar descanzar en paz a las personas que toman decisiones como esas.

Da tanta impotencia y da tanta bronca, sobretodo el no poder detenerlos. Porque son una maza de incompetentes que sólo formentan el sentirse importantes.

Que pena que la muchacha les haya dado el gusto de suicidarse y dar pie a tantos rumores. Ella tendría que haber estado para verlos morir a todos los buitres que ahora la nombran, pese a que jamás la conocieron.