57. El Cartel Verde (7º Parte)

jueves, 18 de septiembre de 2008

"¡Feliz cumpleaños!
Te super quiero.
Firma: ANA"


Regresamos a la elaboración de las fiestas y una Ana bastante alegre vino a saludarme.

- Vas a tener que disculparme pero no puedo quedarme esta noche - me dijo, sonriendo y abrazándome, como queriendo evitar que la matara. - Lo que sucede es que una vez por año nos encontramos con mis amigas del secundario y nos reunimos todas. ¿Y adivina que fin de semana han elegido? ¡Sí, éste!

Hice intentonces para no golpearla, es cierto, pero de todos modos sentí una especie de alivio. No me agradaba el vínculo muy emocional que se había creado entre ella y Lucas. No porque no estuviera seguro que Ana jamás se fijaría en él, sino porque de repente Lucas estaba en todos lados.

Eso, sinceramente, es un problema cuando uno intenta sacárselo de su vida.

Por lo menos lo fue hace unas semanas atrás cuando evitaba encontrarme al muchacho en todos lados, y ni siquiera podía ir a ver a Ana.

Aparte, como es la persona que estuvo conmigo desde aquella época donde nos encontrábamos con Juan, es mi vínculo más fuerte dentro de este grupo.

De todos modos, Emilio nos pidió que trajéramos algo para comer, porque la noche todavía no entraba lo suficiente y tenía ganas de merendar. Notando que los dos no estábamos aportando absolutamente nada a la fiesta en cuestiones de organización, nos mandó a nosotros.

- Pero nosotros tenemos pésimo gusto - me comentaba cuando salíamos del quincho para caminar hacia algún kiosco. - Seguro elegimos algo que a nadie más le gustará.

- Entonces es mejor que llevemos a alguien que elija por nosotros y que cualquier queja se las vean con él - planeé, agarrando mi celular y marcando un número. - ¿Lucas?... Estamos en la esquina del salón. Sal y ven con nosotros a comprar algo.

Luego de que Lucas nos hiciera una escena diciendo que sólo nos acordamos de él cuando necesitábamos que de la cara ante algún posible error, la madre de Ana se detuvo a hablar un segundo con nosotros y nos propuso una idea oculta en nuestros corazones desde hacía ya mucho tiempo: jugar al TEG.

Un rato más tarde acompañé a Ana hasta su casa caminando mientras le consultaba acerca sobre si podía invitar a jugar con nosotros a mi compañero de la Iglesia.

- Invitamos a Lucas, Pablo, tú, yo y mi madre, ya somos cinco - dijo, contándonos a todos. - Y puedes invitar a tu amigo.

Estaba tan desesperado por hacer que Felipe forme parte de mi vida y de la de todos, que no estaba controlando mis emociones ante quien las tenía.

Sabía que era casi imposible que Felipe aceptara la invitación de jugar con nosotros. Pero en ese momento, soñar no me costaba nada.

1 Dichos:

Anónimo dijo...

Seguis haciendo cosas en tu cumpleaños? Acaso nunca tuviste una fiesta mas o menos decente?

Y justo cuando vas a comprar te dibujas tu triangulo. Al menos existe la chance de que no hayas invetado a felipe :P