53. El Cartel Verde (3º Parte)

jueves, 18 de septiembre de 2008

"En este día tan especial, deseo que la pases muy bien con todos los que te queremos.
Sabes que estaré cuando me necesites.
Firma: MARTHA."


Guillermina llegó disculpándose por la demora y se excusó, mientras nos abría el portón metálico gigantezco, que su padre traía en su auto la computadora y un barril de cerveza.

Marcelo, Pablo, Martha y Susy se hicieron presentes para prestar su colaboración minutos más tarde también.

Los muchachos ayudaron a Guillermina y a Lucas a mover las cosas pesadas de lugar. Me acerqué a las muchachas para ayudarla a inflar globos y toda clase de cosas que no requerían ningún esfuerzo físico.

De todos modos el aire de mis pulmones no fue suficiente como para alcanzar a inflar un globo, por lo que en resumen, no terminé ayudando en nada.

- En mi casa está pasando una situación bastante dramática - me comentó Martha, dándome una pila de globos ya inflados pensando en que yo le ayudaría a colgarlos. - Todos tenemos la sospecha de que mi madre está engañando a mi padre con un cura.

Aquello pasaba a liderar el podio de las cosas más ridículas que jamás había escuchado.

- ¿Disculpa? - pregunté, confundido.

- ¿Recuerdas que una vez tuvimos que cargar saldo a un número de teléfono? - preguntó. - Bueno, ese número era del cura.

- No veo la conexión entre cargarle saldo a un cura al acostarse con él - dije. - No sé, creo que hay una brecha bastante grande.

Eso no era del todo cierto. En esos días, Felipe se había quedado sin saldo por lo que ya no me respondía los mensajes con tanta constancia como antes. Muchas veces sentí el deseo de gastar mi propio dinero con tal de que tenga cómo responderme.

Y sí, me quería acostar con él. Pero la idea del cura ya era absurda.

- La cosa es que mi madre ha desaparecido a las ocho de la mañana - continuó Martha. - Mira la hora que es y todavía no regresa. Ya han pasado casi diez horas. Ni siquiera regresó a almorzar.

- ¿Y por qué no la llaman?

- Porque dejó el celular en nuestra casa - respondió la muchacha, y su voz se comenzaba a quebrar al hablar del tema. - Mi hermano fue el último que la vio, pero tampoco nos es de mucha ayuda. Ella sólo le dijo que se iba y no volvería a almorzar porque estaba enojada con mi padre. Se fue a la casa de su mejor amiga, pero sólo un rato y lo único que sabe ella es que se volvía para nuestro hogar.

Me preocupé pensando en si algo grave le pudo haber pasado, pero dado que las condiciones mostraban que había una pelea de por medio, quizá aquello era sólo uno de esos enojos de adultos que todavía no están dignados a madurar por el bien de todos.

Susana me pasó un globo para que lo atara pero sin querer lo solté y salió a volar por todo el patio del salón.

Me reí.

1 Dichos:

Anónimo dijo...

No fue aproposito lo del globo? porq faltaba risa en esa situacion.. aun asi hubiera sido la poer excusa...