81. La Decisión de Lucas

jueves, 25 de septiembre de 2008

Habíamos terminado de cenar hasta el postre, cuando finalmente tuvimos la oportunidad con Lucas, vestido de etiqueta como todos los mozos, de sentarnos a fumar un cigarrillo.

Los invitados pasaban por delante nuestro en el patio y se preguntaban qué diablos hacía aquél joven que no estaba trabajando para servir en la fiesta. Pero a Lucas no le importaba.

- Voy a renunciar después de esta noche - me contó.

La primera pregunta que se me vino a la cabeza no fue "¿por qué?", sino "¿qué harás ahora?". No pregunté ninguna de las dos.

- Si hay algo que a mí no me agrada, son los líos que se pueden armar gracias al chisme - comentó, dándole una pitada a su cigarrillo. - Estoy muy enojado con mi jefa. Más que enojado, estoy desilusionado. El otro día vino con un arranque de histeria y comenzó a gritarle a mi compañera que ninguno hacía nada. Dijo que yo solamente jugaba con la Playstation allí y que ni siquiera atendía a la gente.

Dos jóvenes pasaron hacia el baño de hombres. Uno era atractivo.

- Pero voy a renunicar, porque no puedo seguir trabajando aquí.

No quise explayarme en mi opinión porque estaba en total desacuerdo con lo que me decía aquél sujeto.

- ¿Estás completamente seguro? - atiné a preguntar.

- Así es - dijo, cruzándose de brazos. - Mi jefa tendrá que hacer un arduo trabajo de persuación si piensa que va a conseguir que me quede. Y si lo hace, van a cambiar muchas cosas.

Ahora tenía un poco más de sentido.

Lucas quería jugar con su suerte para saber hasta qué punto era importante en la empresa, o hasta qué punto alguien notaba su valía.

Ni yo hago tantas cosas infantiles.

- Me da mucha pena por mis amigos, los que se quedan - dijo. - Ellos son los que van a tener que soportar aquél maltrato.

- Me parece que no es la forma de manejar las cosas - contesté, al fin. - Estás actuando por impulso y no estás usando el razonamiento. Es preferible que lo hables antes que digas algo de lo que después no sepas cómo retornar.

- Es que ya lo pensé - prosiguió. - Es la única alternativa que me queda.