74. La Novia de Leo

miércoles, 24 de septiembre de 2008


No tuve tiempo de pensar en lo frustrado que me sentía, dado que mi familia llegaba al día siguiente desde otra ciudad, y yo me tenía que comunicar con Leo para ver si me permitía quedarme en su casa.

Por supuesto, ocurrió lo más obvio.

- Hola - saludó, hablándome casi en susurro.

- ¿Estás trabajando o en la facultad? - pregunté, de forma apresurada.

- En lo de mi novia - dijo.

¡Nunca viene esa muchacha a la ciudad! ¡Justo el fin de semana que menos necesitaba que apareciera, ella se le ocurre visitar a su chico!

- De acuerdo, llámame más tarde - dije, sin comentarle que lo necesitaba.

- Pero espera, ¿pasa algo?

- No importa, te lo comentaré cuando estés más libre - dije, despojándolo de la responsabilidad de hacerse cargo de mí.

Genial.

Sencillamente genial.

No sólo tenía que lidiar con Felipe y su repentino desapego a mi persona (tan repentino como su apego en sí), sino que también debía lidiar con mis familiares durante cinco días invadiendo las habitaciones de mi hogar, cosa que me resultaba muy repulsiva de llevar a cabo.

Intenté mantenerme ocupado con horas extras para no pensar en el rechazo que acababa de recibir. Ese día estuve despierto casi 22 horas, para dos horas más tarde de finalmente haberme acostado a dormir, volver a despertarme.

Para cuando llegó el viernes por la tarde, era practicamente un zombie.

Las visitas estaban cerca y el fin de semana se avecinaba, no pronosticando nada bueno en él.

Cuando se fue el efecto del energizante, me eché a dormir deseando que las cosas fueran un poco mejor.